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La compleja tarea de viajar en tren por Alemania: de Munich a Miesbach.

Se puede decir que viajar en tren por Buenos Aires es relativamente fácil. Uno solamente tiene que tener en claro en qué estación bajar y luego es simplemente prestar atención para no pasarse de largo. A lo sumo hay algunas formaciones que no van hasta la estación terminal sino que finalizan el recorrido antes, o bien trenes rápidos que no paran en todas las estaciones, pero una vez más sólo hay que prestar atención a estar subiendo al tren correcto, y listo. De esta forma podemos viajar entre diferentes ciudades de nuestro conurbano y la capital federal.

Bueno, en Alemania resultó ser un poco diferente ya que atender a qué tren te estas subiendo no es suficiente. Además tenés que chequear en qué vagón estás entrando. De eso me enteré cuando me acerqué a la estación central del Deutsche Bahn en Munich para viajar a Miesbach, un hermoso pueblo campestre a unos 50 kilómetros al sur.

Aunque la München Hauptbahnhof es enorme, ubicar la formación correcta fue bastante fácil. Con sólo preguntar en las ventanillas de información me indicaron claramente dónde tomar el BOB, el servicio de trenes de la provincia de Bayern: al fondo de la estación, los últimos andenes. Y luego chequeando los carteles electrónicos ubicados en cada andén es difícil equivocarse.

Si estuvieras en Argentina ya habrías cumplido con lo necesario. Pero en Munich hay que dar un paso más, un tanto complicado, y del que me di cuenta porque tuve suerte: tenía una hora de espera para el próximo tren, por lo que después de un rato fotografiando trenes me entretuve leyendo los distintos carteles con los diferentes ramales y descubrí algo raro: El BOB salía de Munich pero luego de una traza común el recorrido se bifurcaba varias veces, con diferentes finales, marcados en diferentes colores. Y en el mismo andén noté diferentes carteles electrónicos marcando destinos diferentes, y otros mostrando la formación con sus vagones, pintados diferentes de dos en dos, coincidiendo con los colores de los tramos finales de cada recorrido.

Dudando, cuando llegó el tren le consulté a un pasajero alemán que no me supo decir nada. Ya dentro de uno de los vagones del fondo volví a preguntar. Me indicaron que ese no llegaba a Miesbach y me señalaron el cartel sobre la puerta. Allí una señora alemana que tenía mi mismo destino estaba enfrascada tratando de entender el sistema. Bajamos juntos y nos encaminamos hacia el frente del tren, donde nos encaramamos en los primeros vagones, mientras ella protestaba en su lengua madre con el grupo que la seguía, quejándose de lo complicado que era.

El punto está en que en realidad esa formación no es un tren, sino tres. Arranca la totalidad de los vagones por la traza central hasta llegar a Holzkirchen, punto donde los últimos vagones son desenganchados para desviarse de la vía principal. El resto sigue viaje por la misma hasta llegar Schaftlach, punto donde el tren vuelve a dividirse, yendo estos vagones a dos puntos diferentes. Eso implica que, durante el tramo de traza principal habrá que subirse a los vagones correctos dependiendo del destino que uno tenga, de lo contrario podés terminar en cualquier lado! El modo de hacerlo es prestando atención a los colores de los carteles indicadores.

Este fue el único viaje que hice dentro de Alemania en tren pero es probable que el sistema se repita en otras ciudades, así que cuando te toque a vos estate atento a las indicaciones, y si ves algo raro y entrás en duda preguntá antes de subir al tren. Será mejor eso que preguntar en dónde estás al bajar en alguna estación de Europa que no era la que vos esperabas.

Galería de Imágenes de la Península Valdés.

Hace algunos días atrás les mostraba la excursión que realizamos a Península Valdés, donde tuvimos la oportunidad de avistar buena cantidad y variedad de fauna patagónica, incluyendo las temibles orcas que hicieron una aparición sorpresiva, tal como les conté en este post que pueden ver haciendo click aquí.

Fueron muchas las fotos que tomamos en ese paseo; tantas que no entraron en un sólo post, y por eso les presento esta recorrida en imágenes por la Península, que por supuesto comienza en el Centro de Visitantes, y como no podía ser de otra forma, con la maqueta del terreno a recorrer.

Claro que por más bien hecho que esté, un pedazo de plástico no tiene punto de comparación con ver la realidad con tus propios ojos. Por eso no nos demoramos mucho ahí adentro y enseguida subimos al mirador para observar lo que el camino nos deparaba.

Habría que sortear la rotonda para seguir camino rumbo a alguna de las dos opciones: por un lado, la Isla de los Pájaros.

O sino seguir camino hacia lo más profundo de la península, donde nos cruzaríamos con algún que otro choique (o quizá el se nos cruce a nosotros).

Ni se molesta, así que luego de la sesión de fotos, lo dejamos atrás y seguimos camino.

En medio de la inmensidad, la soledad de esta casa aislada del resto del mundo.

Será quizá el hogar de alguno de estos?

De estos no creo. Para qué iban a ir a encerrarse entre cuatro paredes si se ve que en la playa la pasan bastante bien?

La primer parada fue la pingüinera, y se ve que tienen régimen militar porque hasta montan guardia…

Obvio, como en todos lados, siempre hay algún perezoso que sólo se rasca…

A lo lejos se ve que hay otros especímenes que descansan de verdad.

Pero les convendría estar atentos, porque quizá pronto reciban visitas inesperadas…

Por suerte para ellos estas cuatro orcas vienen tranquilas, y hasta se anuncian!

Más adelante encontramos un sendero que nos acerca a la playa.

La vista desde allí es fenomenal.

La familia orca, en un casi primer plano.

Y también en primer plano los optimistas de siempre que no le dan bola…

Así pasamos por la hermosa y enorme Península Valdés. Es hora ya de comenzar a emprender el regreso.

¡Los espero en el próximo post de Ahicito Nomás!