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La Stadsfeestzaal de Amberes: De sala de festejos oficiales a shopping de lujo.

Durante el walking tour por la ciudad nuestro guía Mario no se detuvo en este lugar, sino que simplemente nos lo señaló cuando pasamos frente a él por la calle Meir, la peatonal principal de Amberes. Sin embargo, sin dejar de avanzar hacia la próxima parada de la recorrida, nos contó brevemente la historia del edificio y nos recomendó tomarnos unos minutos para entrar y admirarlo antes de irnos. Así que unas horas después seguimos su consejo e ingresamos a este lugar histórico.

La «sala de fiestas de la ciudad» (esa es la traducción de su nombre) fue construida en 1908 por el ayuntamiento con el objetivo, justamente, de albergar las diferentes festividades que se organizaban. Ferias, exposiciones, conciertos, y hasta actos oficiales de la realeza belga se supieron celebrar en esta fastuosa sala pública a lo largo del siglo pasado, hasta que durante la Navidad del año 2000 un voraz incendio la dejó en ruinas. Solo quedaron en pie las escaleras monumentales, la fachada del edificio y la estructura de acero del techo. En la página web oficial hay algunas fotos que dan muestra de cómo quedó el lugar.

La Stadsfeestzaal había sido declarada edificio histórico en 1983 por lo que, aún después de los estragos del fuego, demolerla no era una opción. Fue la corporación Multi Development, una operadora de centros comerciales con fuerte presencia en toda Europa, y que ya tenía en mente la renovación de la sala incluso antes del incidente, la que llevó finalmente adelante el proyecto para restaurar el edificio y convertirlo en el shopping mall de lujo que es hoy.

En octubre de 2007 finalmente se terminaron los trabajos de restauración, que incluyeron la imponente bóveda de cristal cuyas superficies metálicas están recubiertas con una fina película de oro y que mantiene el estilo del techo original. De hecho el dorado es un color muy presente en todo el shopping y junto con el mármol de las escaleras son las insignias distintivas de un lugar que, al entrar, corta el aliento y obliga a mirar y admirar.

Hoy el Stadsfeestzaal Shopping alberga 40 tiendas donde se pueden hacer las compras en un ambiente un tanto ampuloso. Definitivamente no pareciera ser el lugar donde la mayoría de nosotros iría a desenfundar su tarjeta de crédito para llevarse alguna prenda de ropa, pero por la historia y la estética asombrosa de esa arquitectura perteneciente al pasado bien vale el tomarse unos minutos para conocerlas. Porque sí, una vez más, Mario tenía razón.

El Grand Hotel Praha: Alojamiento frente al reloj medieval.

Ubicado en pleno centro histórico de la ciudad, justo frente al Ayuntamiento, el Gran Hotel Praha de 4 estrellas es por momentos difícil de encontrar debido a la enorme cantidad de gente que se aglomera en ese lugar a todas horas del día, y por el hecho de que no tiene una fachada que resalte, sino que queda escondido entre las mesas y el ir y venir de los mozos y comensales en los locales gastronómicos de su planta baja, muchos de los cuales están asociados al él.

Sin embargo, el esfuerzo de encontrarlo en plena plaza de la Ciudad Vieja valdrá la pena, ya que se trata de un alojamiento excepcional. La ubicación, frente al histórico reloj astronómico de Praga (link al post), del que se tiene una vista casi exclusiva desde el salón comedor donde se toma el desayuno, es inmejorable.

El salón comedor está decorado con gran cantidad de diferentes relojes. Pero el más importante se ve por la ventana.

El hotel consta de dos edificios que no se comunican entre sí. El principal es donde está la recepción y el Café Mozart en cuyo salón se desayuna, además de algunas habitaciones. Y el segundo edificio, cuya entrada está a unos metros del primero, es en el que están la mayor cantidad de habitaciones y, punto importante, las más tranquilas.

El personal del hotel es sumamente amable y servicial. Frente al mostrador de la recepción se encuentra el conserje, siempre dispuesto a darte consejos sobre qué visitar en la ciudad. Además, una tarjeta que te entregan al momento del check in te da descuentos para varios de los restaurantes de la zona, aunque en nuestro caso luego de chequear las opciones, rankings y comentarios en internet, terminamos optando por conocer otros lugares diferentes.

Hay varios tipos de habitaciones disponibles, por supuesto cada una con su precio. En nuestro caso habíamos reservado una de las habitaciones históricas, que se caracterizan por los muebles de época, techos de madera y pinturas originales. Estas se encuentran en el segundo edificio, la parte más tranquila del hotel, lo que es muy bueno a la hora de descansar, pero que también obligará a recorrer una gran cantidad de pasillos, y subir y bajar escaleras y más escalerillas hasta dar con la puerta correcta. A la hora de salir a la calle, no se te ocurra olvidarte nada en la habitación, porque te aseguro que no vas a querer volver!

El cuarto es grande (en realidad, enorme). Se accede primero a un pequeño living que hace de ambiente comunicador entre el baño y el dormitorio, ambos separados entre sí. Los muebles y la decoración parecen remontarte siglos atrás, y la cama en particular es tan grande como el cuarto, y parece un cajón. El colchón, si bien está bien, no es el mejor en el que he dormido, y lo más llamativo son las colchas que, en una cama matrimonial, son igualmente individuales.

Espacio de guardado no te va faltar porque en vez de un armario, el cuarto cuenta con dos. Incluso las cajas fuertes eran dos, de diferentes tamaños. Hacia un costado una mesa con dos sillas y al fondo un modular con la TV. También cuenta con frigobar, disimulado dentro de un mueble de estética antigua para no perder la compostura, y cuyos precios están al mismo nivel que los que podés conseguir en un restaurante.

La limpieza fue excelente durante toda la estadía, y el baño, al igual que la habitación, es amplio y hasta cuenta con bidet. Para salir de la ducha hay batas y pantuflas, todo debidamente provisto en bolsitas de plástico.

El desayuno es muy variado, y cuenta con una parte caliente, con salchichas, huevos, tocino y hasta verduras asadas. También tienen una buena variedad de panificados, pero algunos me resultaron un tanto raros, con sabores a los que no estoy acostumbrado, como uno que probé con enormes granos de sal incrustados. Mejor hacerse unas tostadas, aunque hay que armarse de paciencia porque la tostadora se toma su tiempo. Lo más destacado, en mi opinión, eran los fiambres que eran realmente exquisitos, y los yogures naturales con cereales y frutos secos.

El Grand Hotel Praha es una excelente opción para alojarse en la capital checa. Como servicios adicionales dispone de traslados desde y hacia el aeropuerto, y para quienes lleguen en su vehículo propio tiene también garage subterráneo, aunque ambos son arancelados. Lo que sí es totalmente gratis, es ingresar a su página web para ver la cámara web on line que apunta a la plaza y el reloj y transmite en vivo las 24 horas del día. Cosa que podés apreciar de este link de acá, como aperitivo al viaje para verlo personalmente.