Archivo por meses: octubre 2018

Visitamos la ciudad de Rauch: mucho más que un punto en la Ruta Salamone.

Hacia el centro de la Provincia de Buenos Aires, a unos 277 kilómetros desde la capital federal, y cercana al conocido centro turístico de Tandil, se encuentra la ciudad de Rauch, cabecera del partido homónimo y en la que habitan algo más de 15000 habitantes según el censo del 2010.

Un fin de semana largo de Carnaval llegamos hasta la también cercana población de Azul, siguiendo el rastro de las obras del arquitecto Salamone, y estando allí no podíamos dejar de recorrer los pocos kilómetros que distaban de Rauch, especialmente considerando que su Palacio Municipal (cuya foto es la portada de este post) fue construido por este particular personaje que supo dejar su impronta en el interior bonaerense.

 

Pero esta tranquila ciudad que debe su nombre al militar Federico Rauch (activo participante a sueldo tanto en las Campañas al Desierto contra los indígenas como así también en las guerras civiles del país), no es solamente este edificio imponente que funciona como sede de gobierno. Por aquí pasó también en algún momento el tren, y como los lectores saben, las estaciones son una de nuestras debilidades.

Perteneciente al Ferrocarril General Roca, estas vías transportaban pasajeros hasta hace muy poco: en 2016 dejó de funcionar el servicio que conectaba la Ciudad de Buenos Aires con Tandil. Actualmente la infraestructura ferroviaria es  utilizada por los servicios de carga, y el la estación quedó para que entusiastas como nosotros se acerquen a sacarle fotos. Ojalá la situación cambie en algún momento, y que el edificio pueda recobrar la vida que merece.

Volviendo al centro, frente a la municipalidad está la Plaza Mitre, que a su vez está flanqueada por otras dos: las plazas Sarmiento e Independencia. Es una disposición bastante extraña que concentra mucho espacio verde en tres manzanas contiguas y te da una sensación de amplitud que no vas a encontrar en otros centros urbanos. Más que en una plaza central parecería que estás en los lagos de Palermo.

Allí destacan las esculturas, muy bien cuidadas y a su vez llamativas, como la del barrendero. La de Raúl Alfonsín es claro, mucho más esperable…

Si bien un lunes feriado no es el mejor día, Rauch es una ciudad que apuesta al turismo, e incluso cuenta con «la Isla de Servicios» en el ingreso a la ciudad, donde uno puede informarse de las opciones turísticas. Destacan, por supuesto, el Parque Municipal Juan Silva, ubicado sobre el arroyo Chapaleufú, y que hasta cuenta con un museo de historia local. Y en sus cercanías, cruzando las aguas del arroyo, se encuentra el histórico Puente Silva.

Construido en el año 1875, este viejísimo puente de bovedilla sigue en pie, y se lo puede cruzar con el auto sin ningún problema. Hoy en día no tendrás costo alguno, pero antiguamente, y hasta el año 1890, para pasar por el puente se pagaba peaje. Por las fotos tampoco te cobran nada, pero si te toca un día nublado como a nosotros, la verdad que valen un montón porque en mi opinión este cielo no tiene precio.

Otros puntos para recorrer (si vas un día que esten abiertos) son la Casa de la Cultura (una tìpica construcción en forma de chorizo que data de 1877), el Museo de Artes Plásticas, el Anfiteatro Rafael Arrieta y el Centro Cultural Vieja Usina.

Por último hay que decir que en las cercanías de Rauch se encuentra el Castillo San Francisco, centro y motivo también de nuestro viaje hasta aquellos parajes, pero eso será cuestión de otro post, ya que como merecido, le dedicaremos un post exclusivo próximamente.

Rauch ofrece una buena variedad de actividades para hacer, desde visitar lugares históricos o museos hasta grandes espacios al aire libre donde ir a pasar el día, tomando mates o jugar un picadito de fútbol. Camino a Tandil, es una excelente alternativa para hacer una parada en la ruta, e incluso para dedicarle uno o dos días completos.

Desde acá, un agradecimiento enorme a Nacho; amigo, lector del blog y oriundo de esta ciudad, quién nos pasó sus recomendaciones para esta visita. Seguramente volveremos para conocer los puntos que nos quedaron pendientes, y podamos compartir un rico asadito.

El Palacio de Bellas Artes de México: Hogar de los murales mexicanos.

Ubicado a unas cuadras del Zócalo, en pleno centro histórico de la Ciudad de México, el Palacio de Bellas Artes se alza imponente con su arquitectura art nouveau. Está allí desde el año 1934 en el que se lo inauguró bajo el nombre de Museo de Artes Plásticas, y fue el primer edificio dedicado a la exposición de piezas de arte en México.

Por este espacio rotan constantemente muestras temporales de diferente temáticas. Al momento en que lo visitamos nosotros la exposición que se presentaba era la de Rojo Mexicano, dedicada a la utilización de grana de conchilla en el arte. Acotada a un ambiente especialmente controlado en cuanto a temperatura y humedad, la entrada general al Palacio daba acceso a esta muestra también donde predominaba, obviamente, el color rojo.

Interesante fue, más allá de la posibilidad de contemplar las obras de arte, enterarnos de cómo se obtiene y se utiliza la grana de conchilla, tanto en el arte como en otros ámbitos; y que se trate de un colorante natural utilizado desde muy antigua época, como surge del hecho que se hayan encontrado rastos de conchilla en códices prehispánicos.

Pero de seguro lo más interesante del museo reside en su muestra permanente de muralismo. Allí se exhiben 17 murales de artistas mexicanos que datan de entre 1928 y 1963. El más importante e imponente es, sin lugar a dudas, «El Hombre controlador del Universo», de Diego Rivera, al que seguramente le dedique un post en particular, pero los otros 16 no dejan de ser obras impresionantes también.

Las paredes de la planta alta del museo están «adornadas» con lo mejor de lo mejor, como ser esta serie también perteneciente al famoso Rivera.

Son obras realmente enormes, tanto que a algunas se hacen muy difíciles de fotografiar, como La Katharsis de José Clemente Orozco. Habrá que tratar de tomarla en diagonal para que entre en el plano…

O sino directamente fotografiarla desde el otro lado de la sala, como a esta señorita semidesnuda que sufre con sus manos encadenadas mientras intenta liberarse, que representa nada más y nada menos que a la nueva democracia, obra de David Siqueiros.

El movimiento del muralismo mexicano estuvo sumamente politizado, y se caracteriza por su gran preocupación social y política. Son una especie de metáfora gráfica y buscan significar algo muy puntual, y dar un mensaje concreto. Adentrarse en las explicaciones y detalles, puede ser algo apasionante, y muy cultivador. Una buena forma de estudiar historia mexicana por medios no tradicionales.

Además de los ya mencionados, el museo cuenta con obras murales de Jorge Camarena, Rufino Tamayo, Manuel Rodriguez Lozano y Roberto Montenegro.

Este te lo dejo en tamaño «grande», para que lo aprecies bien. ¡Casi como si estuvieras ahí en el Palacio de Bellas Artes! Bueno, no… nada que ver…

Hay murales que incluso están relacionados unos con otros, y en realidad es imposible apreciarlos como se debe (y entenderlos) por separado. Es necesario considerarlos prácticamente una misma obra, e interpretarlos de tal forma.

Es el caso del «Tormento de Cuauhtémoc» y «Apoteosis de Cuauhtemoc».

El museo está abierto al público de martes a domingo en el horario de 10 a 18 horas. Hay que considerar al planificar la visita que suele haber cola para ingresar, así que seguramente haya alguna demora en la puerta. Importante destacar que las fotografías no están permitidas (ni tampoco los videos), salvo que se abone un arancel adicional por la autorización de uso de las cámaras. En ese caso, (como el nuestro ya que necesitábamos ilustrar el post) les entregarán un sticker con la inscripción «FOTOGRAFO» que deben colocarse en un lugar visible.

Un lindo paseo, incluso para quienes no sean fanáticos de las artes o entendidos en las mismas. La exposición de los murales no tiene desperdicio, y en mi opinión cualquiera es capaz de apreciarla.

Para cerrar este post, y de algún modo crear un preámbulo para el que en algún futuro cercano publicaré, los dejo con una foto del maravilloso mural que acapara todas las miradas del Bellas Artes. Pasaría horas mirándolo, intentando descubrir cada uno de sus detalles, y lo que representan…

Próximamente, en Ahicito Nomás.