La crisis provocada por el Coronavirus pega fuerte en la industria de la aviación mundial, y Argentina no está ajena a estos embates. Así lo confirma el anuncio que se conoció ayer por parte de Air New Zealand con la confirmación de que la ruta entre Buenos Aires y Auckland queda cancelada de forma definitiva.
En un principio, y acorde a las medidas de cierre de fronteras y prohibición de vuelos de pasajeros impuestas por el gobierno nacional en marzo, la línea neocelandesa había suspendido temporalmente sus vuelos a Ezeiza. Sin embargo, la profundidad de la crisis provocada por la pandemia a nivel mundial, sumado a la incertidumbre sobre cuándo podrán reanudarse las operaciones (y más aún, cuándo la demanda de viajes retornará a un nivel aceptable) la ha obligado a revisar sus rutas internacionales.
Según el comunicado circulado, Air New Zealand decidió no reanudar las operaciones en las rutas suspendidas previamente, afectando entonces sus frecuencias Auckland – Buenos Aires y Los Ángeles – Londres. Asimismo se decidió no avanzar con la inauguración de su vuelo directo non-stop entre la capital neocelandesa y New York, algo que estaba planificado para comenzar en octubre y ahora quedará pendiente para fines del 2021, con suerte.
Este es el primer impacto fuerte que recibe el mercado aéreo argentino como consecuencia del Coronavirus, ya que hasta ahora todas las cancelaciones anunciadas eran temporales. Con esta noticia, Air New Zealand no solamente es la primer línea aérea en dejar de operar en Argentina en este contexto, sino que además decreta que nuestro país queda nuevamente sin conexión directa con Oceanía.
Es realmente una muy triste noticia, no sólo por la pérdida del vuelo en sí, sino por la compañía que se va. Air New Zealand comenzó a llegar a Buenos Aires en diciembre de 2015 (link al post con las fotos del primer arribo) y había apostado fuerte a que nuestro país fuera su puerta de ingreso a la región. Comenzó sus operaciones en el país con 3 frecuencias semanales que fueron incrementándose con el tiempo hasta llegar a 5 vuelos por semana.
En cuanto al mundo de las cargas, los neocelandeses demostraron ser muy hábiles y a través de su gerente de cargas para la región, basada en Buenos Aires, lograron aprovechar al máximo la capacidad de los B777 que, a pesar de llevar adelante un largo vuelo transpolar, tenían un muy buen payload. En una ruta de poco tráfico de mercadería, como lo es la que realizaban con su vuelo, la división de cargas se las ingenió para desarrollar al aeropuerto de Ezeiza como una especie de hub regional, donde a través de una serie de acuerdos interlineales se conectaba hacia Oceanía carga que llegaba desde el resto de Sudamérica.
Definitivamente vamos a extrañar los colores de los B777 y B787 que supieron operar en Ezeiza, y solo podemos desear que cuando todo retorne a la normalidad, puedan pensar en volver a surcar nuestros cielos.