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Paseo por un pedazo de Cuba en pleno Miami: Visitamos Little Havana

Llegó finalmente el día de emprender el regreso a casa y una vez hecho el check out del Miami Spring Hotel me quedaban un par de horas por delante antes de tener que ir al aeropuerto para tomar el vuelo nocturno hacia Buenos Aires. Siendo recién mediodía, decidí ir a almorzar a Little Havana y aprovechar para caminar un poco uno de los barrios que aún no conocía.

El centro neurálgico de la Pequeña Havana es la Calle 8, donde se concentra una cantidad de locales que destilan cultura cubana. Se trata de un barrio que comenzó a formarse a principios de la década del ’60 con la llegada de los emigrados cubanos que dejaron su país natal tras el éxito de la revolución liderada por Fidel Castro.

Hoy en día se ha convertido en uno de los puntos turísticos más importantes de Miami, donde paradógicamente se recrea el estilo de vida cubano en el centro de una de las ciudades más consumistas del mundo (y si no me creen vayan al Dolphing Mall y miren los descuentos y promociones; y después me cuentan).

Little Havana es el lugar ideal para degustar platos y bebidas típicas del país caribeño, escuchar los ritmos de salsa que inundan el aire, comprar algún que otro habano o tabaco, y tratar de empaparse de las costumbres típicas cubanas.

Mi almuerzo tuvo lugar en uno de los restaurantes más emblemáticos del barrio: Versailles. Tuve que esperar un poco debido a la gran cantidad de gente, pero valió la pena para poder degustar un rabo encendido, que a pesar de su nombre no es nada picante, seguido de un buen café cubano (cortito y fuerte). A pesar de ser un lugar famoso los platos están a un nivel de precios similar a cualquier otro lugar de Miami.

Como al salir llovía intensamente me tomé un Uber para llegar hasta el centro de la Calle 8, ya que el Versailles está algo alejado. Así anduve por el Walk of Fame de la Calle 8, una vereda cuyas baldosas honran a distintos artistas y personalidades cubanas. Allí mismo se encuentra el Tower  Theater, con su característica torre sobre el techo.

Sin ninguna duda el lugar más llamativo del barrio (o al menos de lo que yo conocí) es el Parque Domino, ni más ni menos que un patio donde los vecinos se reúnen para jugar al ajedrez o al dominó. El parque cuenta con mesas preparadas con tableros incorporados, y por supuesto están los que se llevan su propio reloj para darle más adrenalina a las partidas.

En el Parque Domino estuve un buen rato tomando fotos, mirando un par de partidas «flash» de ajedrez, y disfrutando de ese clima tan particular que se vive allí. Las reglas de conducta son claras y estrictas

Pero además la pared del fondo está ilustrada con un mural que representa a los presidentes de todo el continente, cosa que me llamó mucho la atención.

Adivinen quién estaba en representación de la Argentina… Y sí, no podía ser otro: Carlos Saúl, obviamente al lado y bien cerquita del norteamericano Bill Clinton.

Caminando un par de cuadras más se llega al Cuban Memorial Boulevard, lugar donde un monumento recuerda la fallida invasión a la Bahía de Cochinos donde una operación de la CIA intentó sacar del poder al gobierno comunista de Cuba. Es un lugar muy lindo y cuidado, con un gran monumento rodeado de mucho verde, que se extiende por el boulevard hasta desembocar en un mapa de Cuba con una frase del célebre poeta José Martí.

Allí recomiendo tener cuidado. El grupito de personas sentadas a lo largo del camino, que yo tomé a lo lejos por turistas, resultaron no serlo tanto, y si bien no pasó gran cosa con la cámara al cuello y los pedidos de «Amigo, sacame una foto» o «Tenés algo para darme?» no la pasé nada bien. Así que cuando se salen de la Calle 8 en sí, vayan con precaución, y si ven que el ambiente no es lo relajado que debería ser, sigan camino sin sacarle foto al mapa.

Volviendo a la Calle 8 uno se encuentra con mucho color, tal como debe ser un barrio cubano aunque esté emplazado en Estados Unidos. Entre tanto color ubiqué una frutería de dimensiones considerables donde se exhibían los productos al aire libre.

Claro que no era lo único que se exhibía: la Pequeña Havana parece ser una locación interesante para filmar videos y realizar producciones fotográficas.

O para apreciar los contrastes…

Y por supuesto, imposible irse de este barrio sin degustar antes un buen mojito cubano.

Una opción más, de las tantas que hay, para disfrutar en Miami.

El Hotel Spring Hills de Miami.

Mi última estadía en Miami fue en el hotel Spring Hills, ubicado en la zona del aeropuerto y en una zona bastante solitaria, sin centros comerciales cercanos, por lo que al alojarse aquí es casi mandatorio contar con movilidad propia.

La habitación es bastante amplia. Cuenta ni bien entramos con un primer ambiente donde por un lado se encuentra el living hacia la derecha (un cómodo y amplio sillón con una mesita ratona de proporciones), y una cocina – escritorio a la izquierda.

Debajo de la mesada están la heladera y el microondas. Para aprovisionar la heladera una opción será comprar en la tienda de insumos que está justo detrás de la recepción, donde se pueden encontrar snacks, bebidas y golosinas, incluyendo helados. Eso sí, comida nada (pensando en el microondas, claro).

La habitación completa está diseñada para aprovechar al máximo los espacios, este rincón cocina-escritorio es buena muestra de esto, a lo que se suma la posición de la TV colgada de la pared sin más, y el baño del que ya hablaremos. El problema acá se da en la luminosidad, ya que el escritorio queda escondido en un rincón donde la luz del sol no llega, y entonces termina siendo oscuro a toda hora del día, obligándote a trabajar con la lámpara prendida.

El segundo ambiente es el cuarto en sí donde  la cama (de por sí grande) entra con lo justo. El gran punto en contra es que el enorme aire acondicionado está ubicado casi pegado a la misma, con lo cual por la noche tuve que apagarlo directamente.

Frente a la cama está la bacha que cuenta con una mesada que es bastante amplia, todo fuera del baño y al lado del armario, dentro del cual está la tabla de planchar. Una gran solución para lograr mayor comodidad ya que el baño en sí es diminuto, tanto que la puerta es corrediza como única opción para poder moverse en ese ambiente donde están el inodoro y la ducha (con mampara también corrediza, por supuesto).

Para darles una mejor idea, en esta foto muestro bien la distribución de la habitación, vista desde el living.

Los puntos en contra del hotel, además de la ubicación para quienes no pasan una noche entre vuelo y vuelo y entonces necesiten estar cerca del aeropuerto, son que no hay caja fuerte ni agua de cortesía, y en cuanto a comfort, no hay tomas en las mesitas de luz por lo que quienes estén habituados a usar el celular como despertador y cargarlo por la noche, tendrán que dejarlo alejado y saltar de la cama para poder silenciar la alarma.

En la planta baja frente a los ascensores hay una especie de sala de estar con algunas mesas y un mostrador con café y té, donde uno puede servirse a gusto. Más allá el bar, que aunque estuve alojado cuatro noches no llegué a probar.

El hotel esta ubicado sobre la laguna frente al aeropuerto, por lo que en la parte de atrás cuenta con una galería techada donde se puede pasar un buen rato a la tarde. Eso sí, si deciden salir a matear estén atentos y tengan cuidado con los cocodrilos y las serpientes…

Lógicamente, por su ubicación el Spring Hills trabaja mucho con el aeropuerto, y por supuesto tiene un servicio de shuttle gratuito. En el caso de los arribos hay que llamar por teléfono para coordinar un punto de encuentro, mientras que cuando uno debe ir para tomar un vuelo no hay un schedule fijo, sino que también debe coordinarse con la recepción.

Se agrega entonces una opción más cuando tengas que viajar vía Miami y quieras alojarte cerca de la terminal aérea.