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Oktoberfest München: La verdadera y original Fiesta de la Cerveza.

Durante mi viaje a Alemania en septiembre de 2016 hice una rápida pasada por la hermosa ciudad de München, en el sur del país germano. Tan rápida fue que no pude tomar mucho material para el blog, ya que estuve una sola noche alojado allí en el Wombat Hostel, noche que resultó ser lluviosa y poco apta para salir a caminar la ciudad y sacar fotos.

Esta pasada tenía dos motivos, ambos relacionados entre sí. En realidad fue la escala intermedia para encontrarme con un amigo que estaba parando en un pueblo cercano a la ciudad, pero además me acerqué hasta allí para vivir la fiesta popular más importante de Alemania: la famosa Oktoberfest.

Si bien en la actualidad se lleva a cabo durante el mes de septiembre, la fiesta debe su nombre a los festejos por el casamiento de la princesa Teresa de Sachsen-Hildburghausen con el príncipe Luis de Bayern, en 1810. En ese entonces la fiesta comenzó el 12 de octubre y terminó el 17 de aquel mes con una carrera de caballos. Esta tradición se repitió luego año a año, pero con el tiempo se trasladó al mes de septiembre que tiene mejor clima y permite aprovecharla mejor. Sin embargo, hasta el día de hoy el último fin de semana de la Oktoberfest cae siempre en su mes original: octubre.

Ahora supongo que más de uno estará imaginándose la Oktoberfest de Villa General Belgrano, en Córdoba. A todos ellos debo decirles que no, la versión original de München no tiene nada que ver con la local. Comparten por supuesto el alma de la fiesta: la cerveza; pero la alemana tiene encima toda la tradición arraigada en la cultura germana. El predio de Munich es realmente enorme, y allí se puede encontrar gente de todas las edades (mayores de edad por supueto, aunque los menores pueden entrar y permanecer acompañados hasta las 8 pm), y lejos del descontrol característico del evento cordobés, aquí reina un clima amistoso y de festejo, donde los asistentes suelen estar con ropas típicas de la región y entonan canciones típicas también mientras beben cerveza en cantidades imposibles para cualquier argentino (o casi cualquiera).

Aquí les dejo un video donde se puede apreciar el clima que se vive en München.

El predio en sí está divido en varias carpas donde se puede entrar y consumir tanto cerveza (obvio) como así también platos típicos. Nosotros estuvimos en la carpa de Armbrustschützen donde la bebida que servían era Paulaner y venía en enormes chopps que, cuando están llenos, cuesta levantar con una sola mano. Para cenar probamos el pollo con una excelente ensalada de papas que, en Alemania, les puedo asegurar que tiene un gusto muy especial. Cuando estén por allá recuerden lo que les digo y pídense una Kartoffelsalat!

Claro que las meseras ya están acostumbradas y no tienen drama en llevar los chopps de un lado para el otro, o mejor dicho, uno arriba del otro…

Y otra cosa que se puede degustar son los típicos Pretzel.

Todo al son de la banda.

Una linda experiencia para vivir cuando uno visita el sur de Alemania en estas épocas. Un punto interesante es que la entrada al predio (y hasta a las carpas) es gratuita, y se abona lo que uno consume. Eso sí, es conveniente reservar con anticipación el lugar, ya que aunque se puede ir sin preaviso, el acceso a las carpas se permite hasta que se agota la capacidad de gente. Y con la enorme concurrencia que hay, esto puede darse incluso en horas de la mañana.

Un dato no menor: la fiesta de este año ya pasó, pero la del 2018 ya tiene fecha: arranca el 22 de septiembre y termina el 7 de octubre. Así que si estás planeando viajar a Alemania y te gusta la cerveza, andá marcando estos días en el calendario.

Hay aún mucho para compartir sobre lo que fue la Oktoberfest 2016, así que próximamente el post con todas las fotos que no entraron en este!

La compleja tarea de viajar en tren por Alemania: de Munich a Miesbach.

Se puede decir que viajar en tren por Buenos Aires es relativamente fácil. Uno solamente tiene que tener en claro en qué estación bajar y luego es simplemente prestar atención para no pasarse de largo. A lo sumo hay algunas formaciones que no van hasta la estación terminal sino que finalizan el recorrido antes, o bien trenes rápidos que no paran en todas las estaciones, pero una vez más sólo hay que prestar atención a estar subiendo al tren correcto, y listo. De esta forma podemos viajar entre diferentes ciudades de nuestro conurbano y la capital federal.

Bueno, en Alemania resultó ser un poco diferente ya que atender a qué tren te estas subiendo no es suficiente. Además tenés que chequear en qué vagón estás entrando. De eso me enteré cuando me acerqué a la estación central del Deutsche Bahn en Munich para viajar a Miesbach, un hermoso pueblo campestre a unos 50 kilómetros al sur.

Aunque la München Hauptbahnhof es enorme, ubicar la formación correcta fue bastante fácil. Con sólo preguntar en las ventanillas de información me indicaron claramente dónde tomar el BOB, el servicio de trenes de la provincia de Bayern: al fondo de la estación, los últimos andenes. Y luego chequeando los carteles electrónicos ubicados en cada andén es difícil equivocarse.

Si estuvieras en Argentina ya habrías cumplido con lo necesario. Pero en Munich hay que dar un paso más, un tanto complicado, y del que me di cuenta porque tuve suerte: tenía una hora de espera para el próximo tren, por lo que después de un rato fotografiando trenes me entretuve leyendo los distintos carteles con los diferentes ramales y descubrí algo raro: El BOB salía de Munich pero luego de una traza común el recorrido se bifurcaba varias veces, con diferentes finales, marcados en diferentes colores. Y en el mismo andén noté diferentes carteles electrónicos marcando destinos diferentes, y otros mostrando la formación con sus vagones, pintados diferentes de dos en dos, coincidiendo con los colores de los tramos finales de cada recorrido.

Dudando, cuando llegó el tren le consulté a un pasajero alemán que no me supo decir nada. Ya dentro de uno de los vagones del fondo volví a preguntar. Me indicaron que ese no llegaba a Miesbach y me señalaron el cartel sobre la puerta. Allí una señora alemana que tenía mi mismo destino estaba enfrascada tratando de entender el sistema. Bajamos juntos y nos encaminamos hacia el frente del tren, donde nos encaramamos en los primeros vagones, mientras ella protestaba en su lengua madre con el grupo que la seguía, quejándose de lo complicado que era.

El punto está en que en realidad esa formación no es un tren, sino tres. Arranca la totalidad de los vagones por la traza central hasta llegar a Holzkirchen, punto donde los últimos vagones son desenganchados para desviarse de la vía principal. El resto sigue viaje por la misma hasta llegar Schaftlach, punto donde el tren vuelve a dividirse, yendo estos vagones a dos puntos diferentes. Eso implica que, durante el tramo de traza principal habrá que subirse a los vagones correctos dependiendo del destino que uno tenga, de lo contrario podés terminar en cualquier lado! El modo de hacerlo es prestando atención a los colores de los carteles indicadores.

Este fue el único viaje que hice dentro de Alemania en tren pero es probable que el sistema se repita en otras ciudades, así que cuando te toque a vos estate atento a las indicaciones, y si ves algo raro y entrás en duda preguntá antes de subir al tren. Será mejor eso que preguntar en dónde estás al bajar en alguna estación de Europa que no era la que vos esperabas.