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El Dique Piscu Yaco, en Merlo, San Luis.

Pasando el pueblo de Cortaderas por la Ruta Provincial 1, en dirección contraria a la Villa de Merlo, uno se encuentra con un espejo de agua artificial que funciona como punto turístico en días de sol. Se trata del Dique Piscu Yaco, que con sus casi 17 hectáreas fue construido e inaugurado por el gobierno puntano en 2010 con el objetivo de ampliar la oferta turística de la zona.

Flanqueado por las Sierras de los Comechingones, el dique es una buena opción para ir a pasar el día y disfrutar del sol y los deportes acuáticos. Allí se pueden alquilar botes o kayaks para salir a remar un rato, además de contar con un tobogán de agua y una plataforma artificial para escalada, aunque el día que fuimos nosotros ninguna de las dos atracciones estaban habilitadas.

Por supuesto que para los menos aventureros también hay playa, con unos 100 metros de arena donde se ubican sombrillas de paja imprescindibles a la hora de escaparle un poco al sol. En esa zona están prohibidos los vehículos, para mayor tranquilidad y seguridad de los visitantes.

En cuanto a servicios, como dijimos el dique Piscu Yaco fue pensado para el turismo, así que aunque no abundan en cantidad, hay algunos puestos para la venta de comidas y refrigerios, además de los clásicos puestos de artesanos locales. O no tanto, a juzgar por los alfajores cordobeses que probamos en uno de ellos, y que son totalmente recomendables aunque estés en la provincia de San Luis.

Lo que sí no abunda es la sombra, así que no está mal irse preparado. Apenas unos árboles en el estacionamiento improvisado y un espacio de pasto y árboles bajos con mesitas para que puedas sentarte a comer, aunque en sí parecían pertenecer a uno de los locales cercanos que en aquél momento estaba cerrado. Saliéndote de ahí, es todo cuestión de gorro, lentes y crema solar; o lograr un espacio en alguna de las sombrillas de paja en la playa.

Al dique es fácil llegar. En la ruta el acceso está señalizado e incluso hay una dársena para poder girar a la izquierda sin peligro. Hasta llegar a divisar el dique el camino es asfaltado, y allí sí, hay un casilla en donde se deberá pagar la entrada que en marzo de 2019 estaba en $30 por vehículo.

Como balance del lugar, hay que decir que la infraestructura es poca, especialmente si consideramos que fue concebido para el turismo. Seguramente en el pico de la temporada alta tenga más movimiento que el que vimos nosotros en marzo, aunque si se junta mucha gente también puede perder esa tranquilidad que le encontramos.

Pero más allá de esos detalles, es un buen programa para un día de sol. Especialmente si estás con chicos y querés que disfruten de un poco de arena mientras vos te relajás.

 

Pasando la tarde en la Laguna de Navarro.

Uno de los principales atractivos de la ciudad de Navarro (y seguramente el que más público convoca los fines de semana de sol) es la enorme laguna lindera. Con sus 200 hectáreas tiene una superficie apenas algo menor que la del pueblo en sí, y en ella se pueden practicar pesca y deportes acuáticos.

El acceso al agua es único y se realiza por el Camping Municipal, en la intersección de las calle 101 y la Ruta Nacional 40 que al convertirse en avenida dentro de la ciudad lleva el nombre de Parroquia Nuestra Señora del Carmen. La entrada no es gratuita, sino todo lo contrario, es un poco salada y se cobra por persona, con lo cual parece buena idea amortizar lo más posible el gasto haciendo el uso más extenso que se pueda de las instalaciones. Léase, no vayas a tomar mates a las 7 de la tarde para volverte a casa a las 8 porque van a ser los mates más caros de tu vida. Ahora, si vas a pasar el día, mientras no sean un grupo familiar numero la cosa cambia.

En particular hay que decir que las instalaciones están en muy buenas condiciones. Hay baños, mesas, parrillas, y hasta una especie de plaza con juegos para la recreación de los más chicos. El camping está muy buen cuidado y hay personal de seguridad que recorre los senderos en moto constantemente.

Una cuestión vistosa es el puentecito que comunica el camping «continental» con una pequeña isla. Angosto al punto de permitir el paso de una persona por vez, el puente es ideal para las fotos, ya sean selfies o sacadas por un tercero.

Pero claro, las chicas no necesitan un puente para salir bien…

Una vez dentro del camping no  hay de qué preocuparse, ya que si uno se olvidó algo para comer, si hizo mucho calor y la bebida de la heladerita no alcanzó, o si simplemente se fue desde el principio con las manos vacías, por todo el camping hay distribuidos kioskos y pequeñas despensas. Eso sí, del precio de las cosas no puedo opinar, ya que en nuestro caso teníamos mate y galletitas bien dispuestos desde hacía rato.

Incluso allí mismo se alquilan botes, por si te dan ganas de ejercitar los músculos con los remos, y por supuesto están quienes aprovechan. Otros, simplemente se tiran a nadar en el agua, aunque hay sectores con carteles de «prohibido nadar».

Sea cual sea la actividad que elijas, o siemplemente prefieras quedarte tranquilo, tirado en el paso descansando al sol, tomando mate o jugando al truco con amigos, la orilla de la Laguna de Navarro parece un buen lugar para disfrutar de un día al aire libre.

Incluso para los porteños llegar no es tan difícil. Navarro está a poco más de 100 kilómetros de Capital Federal y llegar hasta la laguna toma aproximadamente una hora y media, andando en una ruta de muy buenas condiciones, tanto el Acceso Oeste hasta Luján, y luego la Ruta 47, esta última, de un sólo carril por mano.

Una excelente alternativa para aprovechar en verano.