Normalmente las ciudades capitales en todo el mundo tienen mucha historia encima. La Plata no es una excepción a la regla, de hecho como ya te conté en este otro post es en la Batalla de Olivera donde comienza a definirse que se establezca como capital de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, La Plata es una ciudad muy peculiar, lo que a simple vista se puede ver en su trazado urbano marcado por las diagonales que al menor descuido van a hacer que no tengas la menor idea de dónde estás ni cómo llegaste; y no tan a simple vista, se nota en otros pequeños detalles ligados ya no a la historia, sino a mitos y leyendas.
Entre estos últimos encontramos el mito de la Plaza Moreno, la principal de La Plata ubicado justamente frente a la Catedral (de la que ya hablamos en este otro post), y el sus estatuas, específicamente el grupo de cuatro esculturas llamado «Las Cuatro Estaciones».

Desde otra vista, la Primavera se recorta contra el cielo azul con la Municipalidad de La Plata de fondo.
Se trata de cuatro mujeres que representan cada una a una estación específica del año. Sin embargo, como me ha sabido contar alguien oriundo de la zona, a quién también le habían contado la leyenda a través de la tradición oral, estas estatuas no serían tan inocentes como parecen.
Hay que ser muy perspicaz y fijarse bien en los gestos y posturas de cada una para notar la posibilidad de que la leyenda sea cierta, y de que hayan sido puestas allí por los masones, quienes se sabe que están en contra de las creencias religiosas, y que este es el motivo por el que las estatuas, o bien no miran a la Catedral y aunque se perfilen hacia la iglesia no posan su vista en ella, o bien directamente le hacen «cuernitos».

El Verano extiende su mano izquierda hacia la Catedral y parece hacerle «cuernitos» disimuladamente.
Una investigación un poco más exhaustiva (apenas un simple googleo en realidad) demostrará que el complejo de estatuas fue esculpido en Francia por Mathurin Moreau y vendido a la ciudad de La Plata en 1912, exactos 30 años después de que Dardo Rocha enterrara en el lugar donde hoy se levanta la Plaza Moreno, centro geográfico exacto de la ciudad, una urna con la piedra fundamental.

El Invierno es la más controvertida. El ánfora de fuego sería la excusa para hacerle «cuernitos» a la iglesia.
Pero lo más importante no son las fechas en sí, sino constatar que originalmente cuando se colocaron las estatuas en las esquinas de la Plaza Moreno, las mismas miraban hacia las esquinas, por lo que difícilmente se pueda dar crédito a los mitos generados por su posición actual. En cuanto a los «cuernitos» hay que reconocer que ninguna de las estaciones tiene el gesto explícito, aunque dos de ellas sean muy sugestivas y nos permitan liberar la imaginación y creer que algo de verdad hay en todos estos dichos.
Sea como fuere, y a pesar de que la historia indicaría que los masones no tuvieron nada que ver, hay quienes sí creyeron al pié de la letra y, fervientes defensores de los valores cristianos (aunque no tanto de los bienes públicos) decidieron realizar justicia por mano propia y destruir la provocación de las estatuas por medio del vandalismo.
Afortunadamente hoy las obras de arte se encuentran restauradas y todos los que visitan la ciudad pueden disfrutarlas dando rienda suelta a las historias que quieran oír o contar. Para quienes además gustamos de la fotografía nos da también la oportunidad de retratar justamente a La Primavera comunicándose dócilmente con un pájaro que se posa sobre ella.
La imagen no parece ocultar ninguna historia oscura detrás de esta escultura, pero ya sabés, la próxima vez que pases por La Plata y la veas, sos dueño de creer en la versión de la leyenda que más te guste.