De visita por San Antonio de Areco otro museo que se puede conocer (además del de Ricardo Güiraldes, del que ya hablamos) es el Museo y Centro Cultural Usina Vieja, ubicado en la esquina de las calles Alsina y Matheu, a una cuadra de la Plaza Arellano, y llamado así justamente porque en 1901 este edificio albergó a la primer usina eléctrica del pueblo.
Hasta ese momento y desde el año 1871 la iluminación de las calles se realizaba por medio de faroles alimentados con aceite, los cuales funcionaban únicamente hasta medianoche a fin de ahorrar combustible. Así, la usina vino a cambiar la vida del pueblo y funcionó primero en manos de una sociedad de vecinos, y luego a cargo de una empresa extranjera, hasta que en el año 1935 una cooperativa vecinal se hizo cargo del asunto.
La entrada al museo, al igual que en el Güiraldes, es libre y gratuita, y de uno depende dejar alguna colaboración a la salida. Nuestra visita fue muy rápida porque llegamos a las 17, sobre la hora de cierre, así que no descarto una nueva pasada. Principalmente para ver si se puede bajar al subsuelo, donde estaba la usina en sí, y el cual se puede divisar a través de unos sectores del piso que están expresamente vidriados. Les debo la foto porque, aunque recuerdo haberla sacado, no salió.
Lo que sí salió entre las antigüedades del pueblo que se exponen y la sala contigua con una muestra de pinturas, es la célebre máquina de escribir Underwood. En sí no tiene nada de especial, salvo que hayas visto la serie House of Cards, y en particular, el capítulo en el que Francis le escribe la carta al presidente… en una máquina como esta.
Por supesto, una máquina de escribir no puede ser lo que más te llame la atención de un museo, aún cuando sea famosa. Para los que nos gusta la aeronáutica el premio se lo lleva el Arequero G1, un avión experimental que construyó con sus propias manos Aroldo Gómez, un emprendedor del pueblo que se dedicó a la ciencia y la electrónica, incluyendo entre sus obras el montaje de la usina original y el primer tendido eléctrico de Villa Lía, en el partido de Areco.
Apasionado por la aviación como unos cuantos que conozco, fundó en 1971 el Aeroclub local y se embarcó en la construcción del avión experimental que hoy cuelga del techo, y que incluso llegó a volar en 1985. A través de unos auriculares podés enterarte de la historia de una forma diferente a los tradicionales carteles informativos de los museos, pero siendo la hora que era, no pude escuchar mucho.
Así que ya sabés, cuando pases por la Usina hacelo con tiempo, fijate si te dejan bajar al subsuelo que debe ser muy interesante, y tomate unos minutos para escuchar la historia del Arequero. Después venís y me la contás!