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Llegamos al pie de la roca: Conocemos Bernal y su peña.

San Sebastian Bernal es un pequeño pueblo del estado de Querétaro famoso por una particularidad que se puede ver a simple vista y desde bien lejos, incluso kilómetros antes de llegar hasta el poblado…

Con casi 300 metros de altura la peña de Bernal (palabra que quiere decir justamente eso: peñón o piedra grande), resalta a lo lejos y es el símbolo y mayor atractivo de este pintoresco pueblo. Es famoso mundialmente por tratarse del tercer monolito más grande del mundo, después del Peñón de Gibraltar primero, y el Pan de Azucar de Río de Janeiro en Brasil, después.

Por supuesto que semejante formación de piedra es toda una tentación para los aventureros, pero subir hasta su cima no es tarea fácil. Al pie del mismo se puede ascender ya sea en auto o a pie, y a partir de allí se deberá seguir por los senderos, pero la parte difícil viene en los últimos metros, los cuales deben ser escalados y para ello se recomienda el uso de equipamiento acorde, aunque los moradores de este lugar suelen subir sin más ayuda que sus propias manos.

En la punta de la piedra, que no es otra cosa que lava solidificada, se puede observar una cruz que, según creen los locales, los protege de que pase algo. Es por eso que sólo se aventuran a llegar a la cima cuando la cruz está en su lugar, creencia que nació cuando durante un festejo del pueblo se bajó la cruz para realizar la procesión. Con la insignia paseando por las calles un joven se aventuró en la peña y encontró la muerte luego de caer desde lo alto. Hoy en día los lugareños siguen yendo a buscar la cruz para bajarla durante las fechas clave, pero como consecuencia de lo sucedido se ha emplazado a su lado un monolito con una cruz más pequeña. Esta es la que resguarda a la gente mientras la cruz principal está abajo.

Y como siempre que hay piedras, además de treparla se puede jugar a buscar formas en ellas. Así es como están, dependiendo de la hora del día y el lugar desde el que se mire, los que ven a la tortuga o algún otro animal, aunque yo me quedo con el elefante que me parece la geoforma más clara, al menos en el momento de nuestra visita.

Bernal, además de ser un Pueblo Mágico, es extremadamente tranquilo y tamaña piedra levantándose sobre sus techos no le quita serenidad. De tan pequeño se lo puede recorrer fácilmente a pie en un par de horas.

Uno de los puntos que se deben visitar en su centro es el templo de San Sebastián Bernal, ubicado en la plaza principal y construido entre el 1700 y 1725. Las iniciales «TA» en el arco de su puerta remiten a Tiburcio Angeles, quién se convirtiera en su benefactor al cambiarle el techo, entre otras mejoras.

Otra iglesia que se puede visitar es el Templo de la Santa Cruz, de gran importancia ya que es el punto de reunión que convoca a los habitantes de la villa cada 3 de mayo para partir desde allí hasta la pequeña capilla que se encuentra en lo alto de la peña. Pero la más misteriosa sin dudas es la Capilla de las Ánimas, a la que nosotros no pudimos llegar, pero afortunadamente ese no fue el caso de un comerciante que vivió en este lugar en el siglo XVII o el XVIII, quién perseguido por unos ladrones llegó hasta el lugar y se escondió en los arbustos, en una época en la que no había más que eso, y al encomendarse a las almas del purgatorio logró evadir a sus perseguidores. En agradecimiento, luego del evento, este comerciante volvió y levantó la capilla que aún hoy en día se puede visitar.

Por supuesto que siendo el gran atractivo del lugar, la misma peña convoca a gente de otras regiones de México y del mundo entero, en especial a aquellos que gustan de practicar la escalada en roca. Los que quieran subir hasta la cima deben tener en cuenta, por supuesto, llevar calzado cómodo y apto para la actividad, y en segundo lugar que si pretenden llegar a la cima, los últimos metros son de ascenso vertical siendo necesario el equipo y el conocimiento para hacerlo, o bien ir acompañados de un guía.

No estarán demás un par de recomendaciones a la hora de llegar hasta Bernal. Hay que tener en mente que en el pueblo no hay bancos, apenas un sólo cajero automático que probablemente agote su stock de forma rápida. Como no son muchos los comercios que aceptan tarjeta de crédito, esto puede convertirse en un problema. En segundo lugar algo importantísimo: un postre muy tradicional en esta zona es el helado de cactus, así que seguramente esté quién te recomiende la experiencia. Mi opinión, estrictamente personal, es que no es «intomable» pero mejor gastá tus pesos en otro gusto menos autóctono quizá pero con más sabor.

Por último hay que mencionar que hasta este lugar llegamos con la excursión de la Ruta del Vino y del Queso, desde Querétaro. Por ende es una zona de viñedos que por supuesto pueden ser visitados, como es el caso de la Finca Sala Vivé. Es un detalle que los que gusten de los vinos y en particular de degustar nuevas variedades y sabores, no deben perder de vista.

Todo, por supuesto, bajo la celosa mirada de la imponente Peña de Bernal.

Visitamos la Finca Sala Vive para probar sus espumosos.

La excursión en sí se llama «La Ruta del Vino y del Queso» así que si había algo que estaba claro era que íbamos a probar algo de todo eso. Así salimos a la ruta desde la ciudad de Querétaro para llegarnos hasta la Finca Sala Vive, famosa en todo el mundo por sus espumosos.

De propiedad de la familia Freixenet, esta bodega cercana a San Sebastián Bernal cuenta con 50 hectáreas plantadas en su Viña Doña Dolores donde producen la uva tanto para las variedades blancas como para las tintas. Además cuenta con una enorme cava a 25 metros de profundidad que mantiene las condiciones ideales de temperatura y humedad.

Se trata de una empresa familiar de origen catalán que nació a fines del Siglo XIX por la unión de dos familias íntimamente ligadas a la industria vitivinícola. El casamiento de Pere Ferrer y Dolores Sala marcó el inicio de este emprendimiento que hoy tiene reconocimiento mundial, especialmente por sus espumosos elaborados bajo el método tradicional de la champaña francesa.

La bodega que pudimos visitar en México es una de las 18 que la familia tiene distribuida en 7 países diferentes, y aquí además de los espumantes se producen variedades de vino tinto y blanco.

El establecimiento maneja también diferentes tipos de vinos, como ser los más jóvenes, los que se añejan en barricas y, por supuesto, los espumosos. Lo que se llama la «crianza» de estos vinos se da en la cava subterránea a la que se tiene acceso por una larga y delicadamente iluminada escalera.

Allí abajo, en un ambiente especialmente cuidado, se podrán encontrar tanto barricas como botellas cuidadosamente dispuestas en posición horizontal y alejadas de la cualquier fuente de luz que pudiera influenciarlas nocivamente.

Bajo tierra también se ubica la cava privada de la familia Ferrer que contiene botellas de vinos seleccionados guardadas desde 1996, una por cada año de cosecha. Así como se los ven, cubiertos de polvo y casi abandonados, estos recipientes contienen litros del mejor líquido que la finca haya producido, esperando quizá para ser abiertos en alguna ocasión más que especial.

Vedado tras las rejas, el recinto puede utilizarse también para algún evento de gran importancia.

Pero como decíamos antes, la estrella del lugar es el vino espumoso, elaborado bajo los más estrictos y tradicionales estándares. En realidad no se trata ni más ni menos que de un vino común al que, una vez embotellado, se le agregan levadura y azúcar para lograr una segunda fermentación y la producción de las tan ansiadas burbujas.

Quienes gusten de este tipo de bebidas tendrán que pasar por la Finca Sale Vive casi obligadamente. Si van por su cuenta las visitas pueden agendarse a través de la página web de la bodega, e incluso hay varias opciones de tours para realizar, según el gusto e interés de cada uno, que hasta incluyen la posibilidad de pasear en carruaje por los viñedos.

Y claro que si sólo quieren probar, pueden optar por una degustación. Eso sí, tengan en cuenta que el precio de la visita guiada ya la incluye, y que además te llevás la copa de recuerdo.

Así que, sin mucho más que agregar, ¡Salud!