Muy cercano al microcentro rosarino, en la intersección de las calles Laprida y Mendoza se levanta un monumental edificio que merece la admiración del mundo entero. Se trata del Teatro El Círculo, una sala de ópera que nada tiene que envidiarle al mítico y famoso recinto porteño, el Teatro Colón; ni a otros alrededor del globo.

Por supuesto que hay que vivir la experiencia de ver un espectáculo en ese escenario centenario, pero también es muy recomendable realizar la visita guiada, que por apenas $125 por persona permite conocer los detalles del «otro lado» del teatro (incluyendo ingreso a los camarines y al escenario), a la vez que ayuda a la autofinanciación de la institución que lucha, año a año, por mantener sus libros de balance con un asombroso y admirable déficit cero.

La interesantísima historia del teatro comienza allá por el año 1888, dentro de un contexto histórico – social caracterizado por inmigrantes europeos que veían prosperar la ciudad y añoraban las operas que solían escuchar en sus patrias del viejo continente. La alta sociedad de Rosario necesitaba entonces un lugar donde disfrutar de la buena música y así fue que la Sociedad Anónima Teatro La Ópera se embarcó en la construcción de este edificio.

Sin embargo los problemas económicos se hicieron presentes y determinaron que la obra quedara abandonada, convirtiéndose el edificio a medio construir en un lugar peligroso, conocido por los rosarinos de la época como la «Cueva de los Ladrones», por lo que hubo intensas presiones sobre el municipio para que se diera una solución definitiva. Imposibilitada de seguir adelante, la Socidad Anónima vende el proyecto al empresario alemán Emilio Schiffner, quién lo retomaría con algunas importantes modificaciones, hasta llevarlo a buen puerto inaugurándolo el 4 de julio de 1904 con una capacidad para 1500 expectadores.

El mayor reconocimiento al trabajo de Schiffner y Goldammer, tal como se apellidaba el experto en acústica contratdo por el alemán, llegaría de las manos del famoso tenor italiano Enrico Caruso, quién luego de actuar en aquél escenario dejó una nota felicitando a las autoridades del teatro, e indicando que la acústica era formidable y no tenía nada que envidiarle a los mejores coliseos del mundo, pareciéndose a la del Metropolitan de New York.

Las escaleras del teatro son de mármol de carrara y, por supuesto, cien años después, siguen intactas. Sin embargo hay otros materiales que lógicamente se van desgastando con el tiempo, y en esos casos (como ser las alfombras) al administración cuida que en la restauración se mantengan la imagen y conceptos originales.

Una nota de color es la de las arañas, sin tulipas y con las bombitas al descubierto. Según nos explicó nuestra excelente guía, en la época en que se inauguró el teatro la luz eléctrica recién llegaba a la ciudad, y ese era el único edificio de Rosario que gozaba de este servicio. Por lo tanto las arañas fueron diseñadas para mostrar esto y ostentar la última tecnología de la que gozaba el lugar.

Si bien todo en el teatro es simétrico de izquierda a derecha (cuestión especialmente ideada para mejorar la acústica), uno no puede dejar de notar la diferencia de tamaños entre la sala y la recepción. Esto se debe a que el terreno originalmente adquirido respondía al primer proyecto, el cual fue modificado luego por Schiffner. Por lo tanto, para albergar durante las pausas a la cantidad de gente que entraba en la sala principal, debieron construirse salas adicionales en el primer piso.

Hoy en día, sabiendo que no toda la gente que presencia el espectáculo sale afuera durante el intervalo, y con los fumadores obligados por ley a despuntar el vicio en la calle, esas salas quedaron en desuso en lo que a público se refiere, y entonces se las aprovecha alquilándolas a una escuela de ballet ruso y a una de comedia musical, ayudando con estos ingresos extras a la recaudación de los fondos necesarios para asegurar el funcionamiento. Claro que para un sano balance es necesario un férreo control de gastos, que se logra con una planta permanente de apenas una docena de empleados, y contratando externamente los profesionales necesarios cuando sea requerido. Optimizando tanto ingresos como egresos, El Círculo logra año a año presentar un balance contable con déficit cero.

Pero por supuesto estas salas de nada servirían sin la principal, llamada La Ópera en conmemoración del primer nombre del teatro, si bien luego de la Segunda Guerra Mundial la institución entró en crisis y fue la Asociación El Círculo la que decidió salir en su rescate, trasladando su sede permanente allí e imponiéndole el nombre que lleva hoy en la actualidad.

El teatro entero, pero la sala en particular, se diseñó en virtud de la acústica, en pos de la cual los sótanos funcionan como cajas acústicas que amplifican los sonidos de manera formidable. Bajo el escenario (al cual se puede subir durante la visita guiada) un espacio de 11 metros de altura garantiza que el sonido sea óptimo.

Además de la Sala La Ópera, el foyer, y las salas de ensayo, durante la recorrida se visitan también los camarines, desde los cuales se accede al escenario tal como harían los artistas para iniciar una función. Incluso con el precio del abono se ingresa a los sótanos del teatro, donde funciona el Museo de Arte Sacro Barnes, pero eso es materia de otro post.

Lo que sí corresponde a este post es destacar el nivel de arte que hay en la ornamentación del teatro, incluída la increíble cúpula y la particularidad de las pinturas que figuran en el arco del escenario y en otras salas del edificio, donde si bien son solamente dibujos, están hechos con una técnica especial que engaña al ojo y simula relieve.

En este primer plano se ve mejor. Si bien parece haber relieve, las figuras solo están pintadas.

El Teatro El Círculo ha de ser realmente un orgullo para la ciudad de Rosario. Y para cualquier turista que la visite, es una parada obligada, aunque para muchos desconocida. Así que ahora que ya leíste el post, no tenés más excusa. En tu próxima estadía en la ciudad de la bandera chequeá los horarios en la pagína web y date una vuelta por El Círculo.