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La cancelación de vuelos impacta el comercio exterior argentino.

-Hola, necesito enviar una mercadería urgente a España. Tuve un retraso en la producción y si el lunes no está en Madrid se me cae un contrato.

-Ok, no te hagas problema. La podemos embarcar en el Iberia del viernes y el lunes tu cliente la retira de Barajas.

Esta es una conversación telefónica habitual en cualquier forwarder. Y normalmente es el tipo de soluciones que le damos a los clientes en la oficina. Pero para aquellos que hayan tenido esta charla la semana pasada más que solución lo que estaban comprando era un problema. Porque el IB6856 del Jueves Santo, inesperadamente, no operó. Ni tampoco el del viernes. Ni el del sábado…

Estado de la programación de Iberia. Flightradar24

Recién el lunes 5 de abril Iberia pudo unir Madrid con Buenos Aires. Y el próximo vuelo después de aquél está autorizado para el sábado 10.

Tomo el caso de la aerolínea de bandera española para ejemplificar porque, con semejante reducción de frecuencias es, sin duda, el más emblemático. Pero esta situación se replicó en todo el mercado aéreo argentino, con todas las líneas. El caso más conocido es el de American Airlines, que salió en los diarios, pero todos los operadores se vieron afectados. En aquellos con más frecuencias programadas, por supuesto, el impacto es mayor.

El motivo de estas cancelaciones de último momento es, simplemente, que ANAC desprogramó todos los vuelos internacionales para autorizar uno a uno a fin de asegurar el distanciamiento social de los pasajeros, espaciando los vuelos. Pero esas autorizaciones individuales están llegando en cuentagotas, y están lejos de mantener las frecuencias que se venían manejando. Sin ir más lejos, de los 7 originalmente programados en la semana, Iberia apenas pudo operar 2. Y lo que es peor, nadie tiene idea aún de qué pasará después del fin de semana.

Mucho se habla del tema por los problemas que genera a los pasajeros, especialmente con las cancelaciones de Semana Santa, uno de los picos de demanda. Pero lo que normalmente no se advierte es que esos vuelos cancelados también transportaban carga. Y si bien las decisiones de ANAC pueden llegar a entenderse desde el punto de vista sanitario, lo que resulta inentendible es la poca previsiblidad que el organismo de control ofrece al mercado, y la miopía de las autoridades para ver el escenario completo. Sin ir más lejos, y sin salirnos del tema sanitario, esos vuelos de llegada (en mi rubro los llamamos «de importación») traen insumos médicos esenciales y urgentes para combatir la pandemia, incluyendo tests de Covid-19. Con estas cancelaciones ( o falta de autorizaciones de ANAC que, para el caso, vienen a ser lo mismo), esos materiales críticos se atrasaron, y hay casos en los que la mercadería aún sigue varada en algún aeropuerto del mundo esperando que se autorice un vuelo donde pueda embarcar hacia Buenos Aires. Mientras, los casos en AMBA siguen aumentando…

Y cuando se ven estas cosas, uno ya no entiende nada.

Hablemos ahora un poco de la situación económica de nuestro país, que hace rato es mala y con la pandemia se convirtió en agobiante. Las reservas del BCRA bajo presión desde hace años, y una única salida: generar divisas genuinas a través de la exportación. De hecho, las autoridades nacionales en más de una ocasión dijeron tener el crecimiento de las exportaciones como objetivo. Sin embargo, de un día para el otro, se prohibieron los medios de transporte para ejecutarlas. Y si bien habrá quienes defienden la medida por la urgencia de la escalada de los casos, el punto está en que una semana después no hay ningún plan claro, ninguna comunicación que indique qué vuelos van a poder operarse en las próximas semanas y cuales no. Y así, sin información certera, sin precisión alguna, la logística aérea se hace muy difícil. O mejor dicho, muy cara.

Volvamos al ejemplo del comienzo. Esa charla pudo haber tenido lugar el martes 30 de marzo. Esa mercadería habrá entonces ingresado a la terminal de cargas de Ezeiza el miércoles 31, último día hábil. Junto con ese embarque, siendo vísperas de un fin de semana largo, ingresaron también muchas otras cargas para ser exportadas. Pero los vuelos se cancelaron y cuando llegó el lunes, había un solo avión para exportar lo que se había programado en 3. Evidentemente todo no entra, así que parte queda para el próximo vuelo, que es recién el sábado próximo. Es decir que un embarque que tenía previsto estar en Ezeiza 2 días (ingresó el miércoles para volar el viernes), ahora resulta que tuvo que pagar almacenaje aeroportuario por 10 días. Ya la rentabilidad de la operación, claramente, no es la misma. Pero lo más grave es que el exportador argentino le incumplió al cliente español: la carga no estuvo el lunes en Madrid y el cliente habrá decidido rescindir el contrato. Lo que se perdió, entonces, son las exportaciones para el resto del año. Y sus divisas.

Con la situación actual, donde no sabemos con certeza qué aviones van a operar la semana que viene, es imposible comprometerse con nada. ¿Cómo asegurarle a un cliente que voy a entregarle a tiempo, si el gobierno no me garantiza que el avión donde tengo la reserva va a ser autorizado? Y en el extranjero entienden perfectamente que pueda haber retrasos por la pandemia, en sus países pasa exactamente lo mismo, pero lo que no entienden es que no le podamos decir qué vuelos van a tener dentro de 15 días. Y cuando eso pasa, al tipo le resulta más eficiente comprar sus insumos en otro lugar del mundo. En cualquier empresa del mundo se sabe que, una vez que se perdió un cliente, es muy difícil recuperarlo. Y también es difícil conseguir uno nuevo que lo remplace. Entonces, el daño potencial que este tipo de política sin rumbo claro hace al país, puede ser enorme. No ahora, sino en el futuro cercano. Porque sí, fue un problema ajeno al exportador argentino. Pero la verdad es que los argentinos desde siempre tenemos problemas. Y en el exterior me imagino que ya están cansados de nuestras excusas. O quizá, simplemente, les sea menos riesgoso comprar en otro lado.

Como podrán apreciar, no se trata de un problema de un privado argentino como exportador. Se trata de un problema de Argentina como país exportador. Y por tanto son las autoridades las que tiene que establecer los lineamientos para resolverlo.

¿Estoy pidiendo que se autoricen todos los vuelos que estaban programados? No.

Lo que estoy diciendo es que, tan solo con dar certeza sobre qué vuelo va a poder operar cada aerolínea en las próximas semanas o (preferentemente) meses, tan solo con eso las aerolíneas pueden planificar. Pueden decidir traer un carguero si la demanda lo amerita. O cada tanto programar un avión de pasajeros para que opere «only cargo». O quedarse como están, pero tener claridad sobre qué cantidad de carga podrán mover semanalmente. Pero lo peor que puede pasar es la situación actual, donde se planifican exportaciones sin saber si el avión va a estar o no, y sin poder darle definiciones ni garantías a nadie. Porque eso, además de gastos extra, perjudica la confianza que cualquier comprador del mundo pueda tener en nuestro país como proveedor. Y eso, en definitiva, nos perjudica a todos los argentinos.

Pero por ahora la pandemia tapa todo y nuestras autoridades no lo ven. Esperemos que pronto se consigan unos buenos anteojos.

El Año Nuevo más esperado: Bienvenido 2021!

Casi 365 después, no recuerdo qué fue lo que me impulsó a elegir la imagen de portada para el post de balance del año pasado. Seguramente me pareció original el 2020 formado por líneas que se asemejaban a un electrocardiograma, una buena alternativa para evadirme de la tradicional (y aburrida) imagen con adornos navideños y fuegos artificiales en el fondo. No me había percatado hasta ahora, que me siento a escribir el post de fin de año, de lo significativo de esa imagen, y lo adecuada que resultó ser finalmente para un período en el que, sin lugar a dudas, todo giró en torno a la salud.

¡Qué año!

Podría enumerar lo duro que fue, todas las complicaciones que trajo, cómo trastornó mi vida y la de quienes me rodean, cómo me quitó de un tirón la motivación que tenía para llevar adelante este blog, y todo lo malo que trajo este 2020 consigo. Pero eso seguramente no se aleje mucho de lo que cada uno de ustedes experimentó en carne propia en estos 12 meses que nos cambiaron la vida a todos los que habitamos este planeta, y por tanto, poco podría sumar a la ecuación final.

Por eso elijo encarar este post desde otra perspectiva, porque cuando me senté frente a la computadora pensé que este año que nos deja fue para el olvido, y ahora mientras reflexiono sobre todo lo que pasó, me digo a mi mismo que quizá no tanto.

En resumen, de tan complejo que fue, el 2020 terminó siendo un año con muchísimas enseñanzas. Fue un año en el que tuvimos que aprender nuevas conductas e incorporarlas, en todos los ámbitos de la vida.

En lo laboral, no hubo tiempo para frenarse a pensar demasiado. El comercio exterior fue un rubro esencial desde el primer momento, y en particular la carga aérea resultó fundamental para equipar al sistema de salud y a la industria alimenticia de insumos, y para hacer llegar al país los test del COVID-19 lo más pronto posible. De un día para el otro hubo que adaptarse y pasar a trabajar remotamente desde la casa, pero con una parte del equipo aún en el aeropuerto, ya que hay tareas que sí o sí son presenciales. Todo un desafío, en el que fui aprendiendo día a día, y que con errores y aciertos se pudo superar. Creo que lo más rico de este año, estuvo en esos errores: haberlos identificado y comenzar a buscar alternativas para enmendarlos.

En cuanto al blog, también hubo que reinventarse. Con cuarentena, museos cerrados y viajes suspendidos (tanto personales como laborales), buscar nuevo material se volvió complicado. Al mismo tiempo, en ese contexto a nadie le interesaba leer sobre viajes y lugares para visitar, así que las visitas al blog se caían en picada. No había presión económica de por medio, ya que esta web es mi cable a tierra y no una fuente de ingresos, pero aún así,  veía cómo el proyecto personal en el que tanto venía trabajando de buenas a primeras se desmoronaba.

Sin embargo, dentro de todo ese mal panorama, el cierre de fronteras disparó el interés de la gente por la aviación, la conversión de aviones de pasajeros a cargueros, y a lo relativo al transporte de insumos médicos y vacunas. Temas en los que me podía explayar, y así, fusionando un poco mi mundo laboral con el blog, las publicaciones sobre carga aérea y aviación se hicieron más frecuentes, y fueron el puntapié inicial para volver a crecer.

Sin embargo el giro en la temática de las publicaciones no fue suficiente, también hubo que buscar nuevas formas de difusión. Y en esto no estuve solo: mi mujer, quién apoya desde siempre este proyecto y en cada vacación que planificamos piensa qué lugares visitar para luego tener un post al respecto, fue la impulsora de estas innovaciones y la artífice de que, finalmente en octubre, el blog volviera a tener niveles de visita pre-pandemia.

Mucho esfuerzo y empeño se vieron recompensados. Hoy termino el 2020 con algunas visitas más que en 2018. Lejos del récord alcanzado en 2019, lo sé, pero con una tendencia muy clara, ya que desde ese punto de quiebre en octubre, Ahicito Nomás crece sostenidamente, y actualmente tiene el promedio de visitas diarias más alto en la historia del blog. Un logro que habrá que trabajar para mantener, pero que augura un 2021 de crecimiento.

Esos momentos duros quedaron atrás, y ahora puedo decir que con el apoyo de muchos, hemos salido de la tormenta fortalecidos. No me queda más que agradecerles por haberlo hecho posible. A mi mujer, que está detrás de cada línea que escribo, a toda mi familia que también me da su apoyo, a mis amigos, muchos de los cuales son fieles seguidores del blog, y por supuesto a todos y cada uno de ustedes, los lectores, porque sin ustedes de aquél lado, nada de esto tendría sentido.

Mañana comienza un nuevo año. Es un camino con muchas incertidumbres aún, que no sabemos bien a dónde nos llevará. Se ve allá a lo lejos la ciudad que nos espera, pero no tenemos idea de qué nos espera en ella. Sin embargo, ya aprendimos muchas cosas, y hay algo que el 2020 nos dejó claro. Tenemos la capacidad de reinventarnos y seguir adelante, por más dificultades que se nos presenten.

Con seguridad, el 2021 será también un año lleno de nuevas enseñanzas, aunque espero que asimilarlas no sea tan difícil como lo fue en el 2020. También llega repleto de expectativas. Somos únicamente nosotros los que podemos hacerlas realidad.

¡Feliz 2021! ¡Y manos a la obra!