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El Faro de Key Biscayne: Un monumento histórico de Miami.

La mayor atracción del Bill Baggs Cape Florida State Park es el histórico faro que, tal como les conté en este otro post, en un principio no pude visitar porque la tormenta que se avecinaba había decretado su cierre temprano. Por eso mismo, cuando el anfitrión de la reunión regional me dijo de aprovechar que yo volaba a la tardecita para visitar el parque antes de volver a Buenos Aires, la idea me pareció inmejorable: el día estaba soleado y era seguro que podría subir al faro y tomar las fotos que me habían faltado. Así que, sin más, enfilamos hacia Key Biscane, aunque esta vez yo iba como pasajero.

Ingreso al faro

El ingreso al faro está rodeado de palmeras enormes que crean un paisaje muy especial.

El faro, hoy con 95 pies de altura (unos 29 metros aproximadamente), no siempre fue como se lo aprecia en la foto portada de este post, sino que tuvo una historia muy accidentada y fue escenario (sino protagonista) de fuertes momentos de la historia de Florida y de Estados Unidos.

Desde Abajo

Visto desde la base, la altura del faro impresiona.

Se lo construyó en 1825 ante la necesidad de evitar los frecuentes accidentes marítimos que había en la zona del Cayo Vizcaíno, proyecto para el cual se nominó a Samuel Lincoln de Boston, quién se embarcó con rumbo a Florida a fin de comenzar la obra para nunca más ser visto. Aparentemente el buque que lo transportaba había naufragado, y nunca más se lo encontró ni a él, ni a su tripulación. Lincoln fue la primer «víctima» del faro, pero no sería la única.

Casa del cuidador

Detrás del faro está la casa del cuidador, que hoy en día es una réplica de la original.

Una vez que Noah Humphreys terminó de construirlo (en reemplazo de Lincoln) con los originales 65 pies de altura y escaleras de madera en el interior, John Dubose fue nombrado como primer cuidador, tarea para la cual se mudó con toda su familia a un territorio en disputa con los indios Seminole, nativos de esa zona. Los Seminole, en resistencia a la invasión de sus tierras, atacaron frecuentemente el faro, y en 1936 lo incendiarion, con un esclavo y el asistente del cuidador refugiados adentro.

El faro

Subir hasta el balcón es «obligatorio» para todo aquél que no sufra de vértigo.

Aunque Thompson pudo ser rescatado por un navío de la Armada alertado por la explosión que se dio en el faro, la construcción fue abandonada por largo tiempo, más precisamente hasta el año 1847 en el que pudo ser reconstruído. Esta vez, las escaleras eran de hierro, tal como las que se ven en las fotos.

Interior del faro

La angosta escalera de caracol hoy es de hierro. La original era de madera y ayudó al incendio.

Recién en 1855 se remodeló el faro llevándolo a su altura actual, sin embargo fue poco lo que funcionó ya que seis años después Florida se separó de la Unión de estados, y las luces del faro fueron apagadas para que no sirvieran de ayuda a la marina de la Unión que tenía control sobre el mar en aquella zona.

Vista desde la ventana

Cada tanto el ascenso es iluminado por ventanas desde donde se puede intuir lo que será la vista.

Finalmente, en 1878 la luz del faro se extinguiría definitivamente al ser reemplazado por otro más adentrado en el océano, y la situación de abandono perduró por unos 100 años hasta que el Estado de Florida compró el área y creó el parque, reconstruyendo el faro una vez más. Lo que hoy se puede visitar, sin embargo, es una reconstrucción de 1996, necesaria luego del paso del Huracán Andrew, que en el ’92 volvió a destruir el faro.

Vista del mar

El Océano Atlántico, donde tantos accidentes marítimos había antes de la construcción del faro.

Luego de subir 109 escalones por la escalera de caracol metálica, uno llega al acceso al balcón que rodea el faro en su cima, desde el cual se tiene una vista inigualable de Key Biscayne, el océano, la playa, e incluso los edificios de Miami en el horizonte.

Vista de la ciudad

Los bosques aquí, y más allá, en el horizonte, los edificios de la Ciudad de Miami, vistos desde el faro.

Definitivamente, es una vista que valió la vuelta al parque y estar corriendo para no perder el vuelo de regreso.

Horarios Faro

El faro permanece abierto de 9 a 17 hs. En algunos horarios específicos hay también tours guiados.

El faro de Key Biscayne, junto con la réplica de la casa del cuidador, es un lugar lleno de historia que merece ser visitado cuando vayas a Miami. Y por supuesto, tenés que subir, porque la vista desde arriba es única, para lo cual tenés tiempo entre las 9 AM y las 5 PM. ¡No te vuelvas a tu casa sin esa postal!

Desde el cockpit: Subimos al C-17 Globemaster y al C-130.

La última edición de FIDAE tuvo muchos puntos altos, y uno de los más destacados fue poder subir a bordo de los aviones, y en algunos casos entrar al cockpit, ese lugar tan exclusivo y reservado sólo para los privilegiados. En esta oportunidad pudimos subir a dos de los aviones de carga de la US Air Force más emblemáticos.

C17 primer plano

La primer visita fue al C-17 Globemaster, famoso en estas latitudes desde hace unas semanas atrás, cuando la visita del presidente Obama a la Argentina hizo que una importante cantidad de estas bestias llegaran a distinos aeropuertos del país, trayendo el equipamiento de custodia y movilización del presidente. Así se los pudo ver principalmente en Ezeiza, El Palomar y Bariloche, descargando desde vehículos oficiales y de escolta hasta helicópteros, de los cuales, entran cuatro unidades en su interior.

C17 Ventana

Ingresamos entonces por la compuerta trasera e hicimos la cola para poder subir a la cabina de mandos, que como se puede ver aquí, era bastante importante. Finalmente llegó nuestro turno, y subimos por la angosta escalerilla que une el enorme compartimiento de carga con el área de la tripulación. Allí mismo, una especie de claraboya permite ver la bodega sin necesidad de bajar, y a nosotros nos sirvió para constatar que cada vez era más la gente que se juntaba para entrar al cockpit.

C17 Asientos

En ese mismo pequeño compartimiento, donde nos tocó esperar que el grupo anterior terminara la visita, dos butacas que miran hacia atrás sirven para llevar pasajeros en los vuelos del Globemaster. Pero eso era de poco interés; finalmente la espera terminó y pudimos entrar al ansiado cockpit.

C17 Cockpit

La cantidad de perillas y botones es, por supuesto, apabullante. Pero no terminan en lo que ves aquí, sino que si levantás la cabeza hacia arriba…

C17 techo

En el cockpit estaba Johnny, el efectivo de la Fuerza Aérea Norteamericana a cargo en ese momento del avión, quién nos recibió con una sonrisa y la mejor de las ondas. Era ya pasado el mediodía y al ver la cantidad de gente que se había juntado abajo para subir, fueron obligados los chistes sobre el almuerzo, y sobre cómo podía ser que ninguna famosa cadena de hamburguesas hubiera puesto un delivery en el predio.

C17 piloto

Johnny nos contó sobre el itinerario que habían seguido para llegar hasta FIDAE, y le pregunté específicamente si había estado en Buenos Aires con la visita de Obama, pero no, él no fue de la partida que vino desde la Argentina. Luego de la charla, y de esperar que nuestros dos compañeros (éramos cuatro) terminaran de sacarse las ganas sentados a los mandos, fue nuestro turno. En mi caso me tocó el asiento del copilto, que tiene esta vista de los controles.

C17 desde copiloto

Por el contrario, si mirabas hacia afuera por el parabrisas desde el puesto del piloto, esta era la vista que tenías de FIDAE.

Vista FIDAE desde C17

Luego de un momento, pasada la emoción de estar sentado allí, dejamos a Johnny para que pudiera seguir mostrando el avión y, eventualmente, pudiera salir a comer la merecida hamburguesa, y nos bajamos del C-17 Globemaster, para encontrarnos frente al más que conocido C-130.

C130 bodega

Una vez más, subimos al mítico «Hércules» por la compuerta trasera y accedimos al compartimiento de cargas, por supuesto, mucho más chico que el que habíamos visitado recientemente, pero no por eso menos emocionante. Las diferencias entre los dos aviones se dan no sólo en tamaño, sino también en el equipamiento, como ser los asientos dispuestos a los costados de las bodegas, donde en el C-130 son de tela, mientras que en el C-17 tenían mucha más estructura y, por lo tanto, comodidad para sus ocupantes.

C130 asientos

La cola en el C-130 era mucho más chica, por lo que enseguida pudimos acceder a la cabina, que luce de esta forma:

C130 cockpit

Nuevamente dejamos las mochilas a un lado y nos encaramamos en los asientos del cockpit. Esta vez me tocó el lado izquierdo: el asiento del comandante, cuyo puesto es este que se ve acá:

C130 piloto

Una mirada a los comandos centrales, desde el puesto del piloto.

C130 mandos centrales

Sobre el parabrisas, a la altura de la visión de los pilotos, se pueden ver los visores. Mirar hacia afuera por las ventanas es una cosa, pero si lo hacés a través de esos visores te encontrás con esta sorpresa de lineas verdes.

C130 visor piloto 2

Los piltos estaban charlando animadamente atrás con alguien más, asi que no tuvimos oportunidad de preguntar qué era lo que veíamos en el visor. Por las dudas, no me gustaría estar en el punto señalado por la flechita…

Felices

Así pasó entonces la visita a estos dos cockpits, uno de los momentos más emocionantes de la Feria, ya que no hay muchas chances de sentarse en el asiento del piloto de uno de estos aviones. Por supuesto, al bajar estábamos felices y radiantes. Y como Johnny, con hambre, así de ahí nos fuimos a buscar las hamburguesas.

No te pierdas los próximos posts,  hay mucho más de FIDAE para compartir lunes a lunes!