Un imperdible indiscutible cuando uno está de visita en la Ciudad de México es conocer la Ciudad Prehispánica de Teotihuacán, ubicada a unos 50 kilómetros de la capital, en lo que es el Estado de México.
El origen de esta sorprendente metrópoli es aún motivo de estudio por parte de los especialistas. Ya al momento en que llegaron los españoles «el lugar donde fueron hechos los dioses» (tal el significado del nombre) había sido abandonada por sus antiguos moradores hacia largo tiempo atrás. Tal es así que, si bien el vocablo Teotihuacán fue utilizado por los mexicas, no se sabe cómo denominaban a la ciudad los pueblos que en su momento la habitaron.
Lo que sí está claro es que con una población de unos 100.000 habitantes en su momento de mayor esplendor esta ciudad supo ser de las más grandes e importantes de la antigüedad. La evidencia encontrada en las excavaciones indican que este era un centro de poder político, económico y religioso, y que incluso realizaba actividades de comercio con puntos lejanos, como ser por ejemplo la Rivera Maya o mismo Tikal, en Guatemala.
Hoy en día los visitantes pueden recorrer las impresionantes estructuras de la ciudad, en las que resaltan la Pirámide del Sol y la de la Luna. Ingresando por La Ciudadela, en el extremo opuesto, se puede acceder a una plaza donde la protagonista es la Pirámide de la Serpiente Emplumada, figura realmente relevante en las culturas prehispánicas americanas como ya vimos en nuestra visita al Museo de Antropología de CDMX.
Luego se podrá transitar la famosa Calzada de los Muertos, la avenida principal de la ciudad que lleva desde un extremo hasta el otro, para desembocar en la Pirámide del Sol. A lo largo de este recorrido se pueden observar diferentes conjuntos de pequeñas construcciones, algunas exhibiendo diferentes pinturas murales en sus paredes. Si bien el gran atractivo está más adelante, es muy recomendable tomarse un momento para conocer un poco más en detalle el complejo de Edificios Superpuestos o la Plaza Oeste con sus piletones, a ambos lados de la calzada.
Finalmente se llega primero a la Pirámide del Sol, hacia la derecha de la Calzada de los Muertos. Se trata del edificio más imponente de la metrópoli y por supuesto el más alto, con sus 63 metros que la hacen identificable incluso a grandes distancias. Debajo de semejante estructura se ha descubierto una gruta que, se cree, podría haber sido una tumba real. Sin embargo, hasta el día de hoy los científicos no han podido dar con el verdadero significado de la pirámide más importante de Teotihuacán.
La Pirámide de la Luna por su parte fue construída en siete etapas y tiene una altura de 45 metros. Debe su nombre a la diosa del agua Chalchiutlicue, íntimamente ligada con la luna, cuya escultura fue hallada al pie de la construcción y a la que se dedicó el templo ubicado en lo alto. Si bien a simple vista parece más alta que su vecina, esto se debe únicamenta a que está construida en un terreno más elevado.
Los visitantes pueden subir a ambas estructuras, lo cual es casi una actividad obligada cuando un está allí. Algo clásico es llegar a la cima de la Pirámide del Sol y sacarse una foto con la de la Luna de fondo, y viceversa. Eso sí, habrá que tener cuidado ya que los escalones son altos y empinados. De gran ayuda será la soga que las autoridades dispusieron a lo largo de la escalinata, especialmente a la hora de bajar.
Finalmente, a un costado de la Plaza de la Luna y tras subir una escalinata uno ingresa en el Palacio de Quezalpapálotl, que se supone era la residencia de los sacerdotes de Teotihuacán. A diferencia del resto de la ciudad, esta construcción presenta vivos colores que llaman la atención, y columnas talladas con formas de plumas de Quetzal que le dan su nombre.
Un detalle con respecto a la visita es que dentro de la ciudad prehispánica, sin llegar a ser una presencia avasallante, hay varios vendedores ambulantes que ofrecen diferentes tipos de recuerdo. Bien vale la pena llevarse alguno de estos artículos de un lugar tan emblemático, pero hay que tener en cuenta que el precio que ofrecen al primer momento no es nunca el real. Es cuestión de negociar y contraofertar hasta llegar a un número definitivo en el arte del regateo.
Otros consejos importantes a tener en cuenta: la recorrida es larga, hay mucho para caminar, y una buena cantidad de escalinatas para subir y luego volver a bajar. Fundamental llevar calzado y ropa cómoda, apta para este tipo de actividad. Y por supuesto no hay que olvidarse de una gorra para cubrir la cabeza del sol y lentes oscuros.
Y mucha precaución al subir las pirámides.
Por último, para quienes están interesados es recomendable también realizar la visita con la ayuda de un guía del Instituto Nacional de Antropología e Historia que regentea el lugar. De esta forma podrán enterarse de detalles que no están incluidos en la cartelería (que por otro lado es muy poca) y consultar aquellas dudas que les surjan sobre la historia y la vida en esta ciudad de la antigüedad.