Almorzando en El Náutico de Puerto Madryn

Salir a comer afuera es toda una ceremonia, esté donde se esté, pero cuando uno está de vacaciones se convierte en un gusto que siempre hay que darse. Durante mi estadía en Puerto Madryn me encontré que resultó ser un gusto difícil de satisfacer: en general encontré que los precios son altos, o al menos demasiado caros para lo que en servicio y comida se ofrece.

Uno de los pocos lugares que se salieron de esta regla nefasta fue El Náutico, Bistró de Mar. Ubicado sobre la playa, se trata de uno de los paradores más céntricos, y a mi gusto y ojo poco profesional culinariamente hablando, al menos, uno de los mejor puestos.

Los sillones en el lobby al aire libre parecen cómodos, pero el ambiente no lo es tanto al meterse en el interior del local: como suele suceder en estos casos, si bien el lugar es amplio y parece físicamente cómodo, es muy ruidoso, con un murmullo constante que, a mi en particular, me saca. Así que optamos por salir y aprovechar el día soleado en la galería cubierta que tiene detrás, con vista a la playa aunque aislada de la arena por un muy acertado cerramiento de vidrio. Además, el lugar está semi techado así que el sol no molesta demasiado y permite disfrutar del almuerzo.

Si bien alguien que sabe del tema me indicó que la característica de un bistró es su carta acotada, El Naútico destaca por una buena gama de variedades en cuanto a platos se refiere. Por supuesto, los pescados y mariscos son protagonistas y se convierten en muy buenas opciones a degustar. Nuestra elección fue cornalitos de entrada, y pejerrey a la romana de principal.

Los cornalitos nunca los había probado, y puedo decir que estaban exquisitos.

Y el principal tampoco defraudó.

 

Sin sobresalir demasiado el servicio del mozo fue aceptable y se ganó la propina correspondiente. Y ahora vamos a lo que nos interesa: buen servicio, excelente mercadería y a orillas del mar: entonces te sacan la cabeza. No, no es el caso. El almuerzo nos salió en marzo 2017 a razón de $200 por persona, sin vino ni postre, lo cual me parece un precio razonable, y resulta mucho más económico que otros lugares de esta ciudad patagónica.

Una buena alternativa para comer bien y relajado, mirando el mar.

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