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¿Que Aerolíneas Argentinas vuele a China es la decisión correcta?

Esta mañana aterrizó en Ezeiza el AR1071, el primero de los vuelos especiales que Aerolíneas Argentinas organizó para ir a buscar insumos médicos a Shanghai en medio de la crisis mundial por el Coronavirus. Se trató de un avión de pasajeros A330 que viajó vacío, para volver con 13 toneladas de material sanitario tanto en sus bodegas como en la cabina de pasajeros, donde las cajas fueron dispuestas sobre los asientos y asegurada con redes.

A partir de que se conociera la noticia sobre los vuelos especiales (el segundo ya está en vuelo hacia China en estos momentos) comenzó también la polémica sobre el costo de la operación y la conveniencia (o no) de haberla realizado con un avión carguero en lugar de estos A330. La intención de este post es analizar el tema un poquito más en profundidad y tratar de entender mejor la decisión. Porque lo importante no es saber, sino entender.

La gran objeción fue, por supuesto, el costo económico de semejante operación que requiere recorrer 38200 km durante 52 horas. A través de mi trabajo diario en carga aérea tengo el privilegio de acceder de primera mano a las tarifas vigentes en el mercado y poder hacer un cálculo que, aunque aproximado, sirve para darse una mejor idea del tema.

En ese sentido les puedo decir que traer esa cantidad de carga utilizando servicios regulares la semana pasada hubiera costado al menos unos USD 260.000, y subrayo lo de la semana pasada porque el mercado está muy convulsionado y los precios cambian constantemente.

En cuanto a la operación llevada adelante por Aerolíneas Argentinas, si bien no soy un técnico en la materia, chequeando las especificaciones del A330-300 publicadas por Qantas y el precio del combustible publicado en marzo por la ANAC, este vuelo con carga comercial completa costaría unos USD 500.000. Caben unas aclaraciones al respecto: Los equipos de Aerolíneas son A330-200, con lo cual, aunque parecidos, tienen diferencias en las especificaciones sobre las que realicé este cálculo casero. En segundo lugar el avión va vacío, con lo cual gasta menos combustible, así que el gasto real debe ser menor al calculado. Y por último, a estos valores le faltan los gastos de operar en los aeropuertos de Nueva Zelanda y China, y de los servicios de rampa en Shanghai, pero que con respecto al vuelo en sí deben ser marginales. En definitiva, el costo de la operación sin duda es menor a los USD 500.000 pero seguro es más caro que contratar el flete a una agencia de cargas.

[Actualización 19/04/20] Según la información obtenida de fuentes cercanas a la operación (agradezco la ayuda de @GaboAir para conseguir este dato preciso) el total del combustible utilizado ida y vuelta fue de 278.800 kg. Según los precios del combustible de avión publicados en marzo por la ANAC, el gasto total por combustible debe haber rondado los USD 284.300, apenas unos USD 24.000 más que la importación por medio de vuelos regulares que les explicaba en el párrafo anterior. Para llegar al costo total de la operación hay que sumar a lo gastado en combustible el costo de la utilización de los aeropuertos de Nueva Zelanda y China, y los servicios de rampa en Shanghai para cargar el avión con los insumos; pero con respecto al vuelo en sí estos valores deberían ser marginales. 

Entonces a nivel económico la operación exclusiva de Aerolíneas no está justificada. Pero como en todo ámbito de la vida, el dinero no lo es todo, así que analicemos las otras opciones disponibles.

Chartear un avión carguero.

Leí mucho en Twitter que por qué no se utilizaba un avión de carga. Bueno, Aerolineas no cuenta con ninguno en su flota; y con respecto a chartear un carguero (es decir, alquilarlo exclusivamente para un vuelo particular) es una idea descabellada: El costo de un B777F charteado desde Asia hasta Argentina está muy por arriba del millón de dólares. Además son equipos muy demandados hoy en día y conseguir uno está complicado. Y por último, hay que juntar entre 90 y 100 toneladas listas para tomar el mismo vuelo, lo cual suele ser no tan simple. En definitiva, el charter no es una opción.

Contratar el flete en vuelos regulares.

En el análisis anterior ya vimos que esta opción es la mejor económicamente hablando. Pero hay otros aspectos a tener en cuenta. En principio el tiempo de tránsito, que habitualmente ronda los 8 días, hoy puede verse extendido, principalmente porque los vuelos regulares (sean de pasajeros o cargueros) se llenan con anticipación y suele haber demoras en poder subir. En segundo lugar, la cantidad de carga. Por más que se contrate servicios cargueros en todos los tramos, es probable que 13 toneladas deban parcializarse en al menos 2 o 3 vuelos, ya que las compañías aéreas y forwarders ya tienen compromisos y contratos previos con otros clientes que no pueden dejar de lado. Por último, esta opción requiere de transbordos.

El riesgo de confiscación en un aeropuerto de transbordo.

Un transbordo significa que la carga será bajada del avión en al menos un aeropuerto intermedio y será cargada en otro avión para realizar el siguiente tramo del transporte aéreo. Desde China no hay servicios directos, así que para traer carga a Argentina no queda otra que transbordar en algún tercer país, ya sea en Estados Unidos, Europa o Medio Oriente. Esto implica siempre un riesgo, por la manipulación extra que se le da a la mercadería, pero hoy en día existe también un riesgo político: con la desesperación que hay por los respiradores e insumos médicos en todo el mundo, recientemente hubo varias noticias de confiscaciones de cargas aéreas en tránsito por parte de los gobiernos del punto de transbordo de turno. Lisa y llanamente un robo, pero si te pasa andá a cantarle a Gardel….

La conclusión

Está claro que la opción elegida no es la más barata, pero tal como están dadas las cosas,  sin lugar a dudas es la más rápida y la más segura, que en este contexto no me parece algo menor. En ese sentido no veo mal que se despachen aviones de bandera para evitar cualquier intento de quedarse con lo ajeno. Pero en definitiva cada uno puede tener su opinión al respecto, y dependerá de lo que se quiera priorizar.

[Actualización 19/04/20] Está claro que la opción elegida no es la más barata, pero tal como están dadas las cosas, sin lugar a dudas es la más rápida y la más segura, que en este contexto no me parece algo menor. En ese sentido no veo mal que se despachen aviones de bandera para evitar cualquier intento de quedarse con lo ajeno por parte de un tercer país, más considerando que la diferencia de dinero entre enviar un avión de Aerolíneas y contratar el flete más barato en el mercado, es realmente poca y que este vuelo especial permitió contar con los insumos en el país en menos de 72 horas, un tiempo de tránsito imposible utilizando los servicios cargueros regulares.

 

Vuelos de ida y vuelta a San Luis: Reportes de los AR2482 y AR1487

Mis últimas vacaciones transcurrieron en la provincia de San Luis y para llegar hasta allí hubo que madrugar de verdad. Al menos en ese momento (marzo pasado) el único vuelo que llegaba por la mañana era el AR2484 que despegaba de Aeroparque a las 5:25 am. Lo se, es un horario horrible, que prácticamente no te deja dormir, pero a la vez tiene la ventaja de llegar temprano a destino, donde al menos se podrá aprovechar algo del día hasta que el sueño finalmente nos venza.

Normalmente si tengo que despachar equipaje trato de estar en el aeropuerto con la anticipación que corresponde, para el caso de vuelos de cabotaje como este, 2 horas antes del despegue. Pero claro, las partidas de madrugada siempre trastocan un poco los horarios, y más cuando el remisero se queda dormido y te pasa a buscar casi media hora más tarde de lo pactado…

Llegamos a Aeroparque a las 4:25, que es casi el tiempo con el que suelo llegar cuando no viajo por el día, sin equipaje. En el check in de «Destinos Norte» había bastante gente, pero por suerte corría bien, y estuvimos a tiempo.

Luego de pasar por los controles de seguridad sin demora, embarcamos por la puerta 11 desde donde los clásicos colectivos nos llevaron hasta la posición remota donde nos esperaba el Embraer 190 de Austral.

La gran virtud del E-190, a mi entender, es la comodidad para el pasajero. Con sus asientos anchos y mullidos en configuración 2-2 se convierte en un avión realmente confortable, y el pasajero no se siente tan apretado como normalmente pasa en la clase turista de los fuselajes angostos. A pesar de haber elegido otro asiento, en esta ocasión nos asignaron las salidas de emergencia, así que dispusimos de algo de espacio extra para las piernas, y por supuesto recibimos la charla de la TCA con instrucciones específicas, las cuales igualmente están convenientemente pegadas en la mesa rebatible.

El viaje es corto y a esa hora de la mañana cai rendido apenas nos despegamos del piso. Cuando aterrizamos en San Luis el día aún peleaba por ganarle a la noche. El aeropuerto puntano es muy pequeño y no cuenta con mangas. Descendimos por plataforma y retiramos los equipajes en una sala muy pequeña que sólo es apta para atender un vuelo a la vez.

Dos semanas después estábamos de vuelta en LUQ para abordar el vuelo de regreso a Buenos Aires. Ahora sí llegamos con tiempo de sobra, tanto que nos encontramos que en el stand de la rentadora aún no había nadie para devolver el auto alquilado. Esto es algo bastante común en los aeropuertos del interior, donde el personal trabaja en la ciudad y viene hasta aquí únicamente cuando llegan los vuelos. Por supuesto el muchacho llegó a tiempo e hicimos los papeles de devolución sin inconvenientes.

En esta ocasión el equipo asignado era un B737, con mayor capacidad que el E-190. Era domingo, y ese era el único vuelo del día, por lo que era mandatorio poner un avión más grande para atender el total de la demanda. De hecho, a diferencia del E-190 que nos trajo, el Boeing de vuelta voló casi full de pasajeros.

Un detalle importante a mencionar salió a relucir cuando hacíamos la entrega del equipaje en los mostradores de checkin. Allí resultó que la pareja que estaba delante nuestro se encontró con la sorpresa de que su pasaje no incluía el equipaje, por lo que debían pagar con recargo allí mismo, o bien rearmar todo a fin de poder llevarlo en cabina como equipaje acompañado, para lo cual existen restricciones en cuanto a dimensión y peso de los bultos. A pesar de que ya hace un tiempo que Aerolíneas Argentinas adoptó esta modalidad a fin de adaptarse a la nueva realidad del mercado, es evidente que hay gente que aún no tomó nota. Por eso vale la pena recordarlo en este párrafo: al emitir el pasaje revisen con atención las condiciones de equipaje incluidas en la tarifa. Es probable que se deba abonar aparte y en ese caso siempre es mejor hacerlo anticipadamente por internet, tanto porque es más barato como para evitarse dolores de cabeza al momento del embarque.

Como ya dijimos anteriormente, el Aeropuerto de San Luis es muy pequeño. Eso se ve en su hall y en la diversidad de servicios que tiene para el pasajero: apenas un bar en la punta que sólo está abierto algunas horas antes de la llegada de los vuelos. Una vez pasados los controles de seguridad no hay más nada, con excepción de los baños, así que si quieren comprar algo deben tenerlo en cuenta. (También tienen que recordar que no pueden pasar por los scanners con líquidos, así que lo que compren para tomar en el bar lo tienen que consumir antes de pasar por PSA). En cuanto a comodidad, si bien es pequeña la sala de embarque cuenta con asientos para casi la totalidad de los pasajeros de un B737, así que para el movimiento que tiene el aeropuerto está muy bien.

En el vuelo de regreso no me dormí, así que en la hora y media que dura pude disfrutar del servicio de abordo que es únicamente de bebidas. Recuerden que desde hace bastante Aerolíneas eliminó el serivicio de comidas a bordo para vuelos cortos. Al llegar a Aeroparque desembarcamos por manga, lo que hizo que nos mezcláramos con los pasajeros que aguardaban para abordar su vuelos en la sala de embarque. Siguiendo la cartelería de «Reclamo de Equipajes» se llega hasta las cintas y la salida.

Asi finalizaron las vacaciones en San Luis. Hay mucho material para compartir con todos ustedes sobre Merlo y Potrero de los Funes, las dos localidades en las que hicimos base durante 15 días. Estén atentos, que ya vendrán los posts!