Berlín es una ciudad maravillosa para visitar por varios motivos diferentes. Uno de ellos es su profunda conexión con la historia, no solo de Alemania, sino de la humanidad entera. Y uno de los puntos donde más claramente se respira esta conexión se ubica muy cerca de la Puerta de Brandenburgo, y adyacente al Tiergarten.

El Monumento a los Judíos Asesinados de Europa (como es su verdadero nombre a pesar de ser conocido como el Monumento al Holocausto), consta de 2711 bloques de cemento de diferentes tamaños y alturas, dispuestos en hileras una detrás de la otra, cuestión que uno pueda adentrarse por esos pasillos y «casi perderse» en este silencioso ambiente que inspira respeto y llama a la reflexión.

Su autor es el arquitecto Peter Eisenmann, quién pretendió reflejar en su obra la angustia que deben haber vivido los judíos en los campos de concentración nazis. A juzgar por cómo uno entra y sale de entre esos inmensos bloques de piedra, podríamos decir que logró su cometido.

Una particularidad que nos enteramos durante el free walking tour que hicimos por Berlín es que Eisenmann, al enterarse de que la empresa que proveía el líquido antigrafiti que se le aplicó a los bloques, era la misma que durante la guerra entregó a los nazis el gas Zyklon B utilizado para consumar el Holocausto, en un momento abandonó el proyecto. Finalmente fue su dentista quién lo hizo recapacitar, preguntándole qué opinaría si él se negara a arreglarle las caries porque el fabricante de la amalgama pertenecía a ese mismo grupo empresario.

Pero la reflexión no se da solo en la superficie. Debajo del monumento hay un Centro de Información al que se puede acceder para visitar una de las muestras más duras que puedas encontrar.

Comenzando con una cronología de lo que fue la persecución de los judíos por parte de los nazis, donde destacan 6 fotos de víctimas que representan a todo el resto, la exposición sigue con documentos testimoniales, historias familiares y detalles de los diferentes campos de concentración que funcionaron durante la época nazi. Pero, sin lugar a dudas, la sala más impactante es una que permanece a oscuras, y en la que solo se proyecta sobre la pared el nombre de una de las víctimas, junto con sus fechas de nacimiento y muerte. Por los parlantes se escucha un relato biográfico que ahonda en detalles de la vida de aquella persona. Así van pasando, una a otra, las historias de los judíos muertos por los nazis. A medida que las investigaciones completan la biografía de nuevas víctimas, más nombres se agregan constantemente a los proyectados.

El ingreso al Centro de Información es gratuito, ya que el gobierno alemán no quiere que los problemas económicos de los visitantes sean un escollo para enterarse de lo que en realidad pasó. Solamente se abona el uso de la audioguía, de requerirla, que en el caso del español es una simple traducción de los textos de la muestra.
El Monumento está ubicado en Cora-Berliner Strasse 1 y es accesible las 24 horas del día, mientras que el Centro de Información cierra los lunes y el horario de acceso depende de la época del año en que vayas. En la web oficial podés chequear los detalles para planificar la visita adecuadamente.

Visitar la muestra es fuerte, pero recomendable, aunque por supuesto, no deja de ser opcional. En cuando al monumento en sí, con sus enormes bloques grises, es un punto obligado de tu visita a Berlín.