Archivo por meses: marzo 2020

La Travesía de las Cumbres hasta llegar al Mirador de La Punta.

Allí donde la calle Los Paraísos hace una curva pronunciada a la altura del Camping de Potrero de los Funes, apenas unos metros después nace un camino que, sin lugar a dudas, es la mejor forma de salir (o de llegar) hasta Potreros hacia el norte. No por la agilidad del camino o por los kilómetros que se recorren (los cuales, la verdad no los conté), sino por los paisajes que se atraviesan al transitar por la así llamada Travesía de las Cumbres.

El Camino al Mirador (nombre bien literal si los hay) arranca allí y se va metiendo entre las sierras con las características habituales de todo camino de montaña: curvas y contracurvas por doquier, traza más bien angosta, pared de un lado y precipicio del otro, y unas vistas espectaculares. Entre ellas, la que se obtiene en el Mirador de la Punta, una plataforma de asfalto emplazada a un costado de la ruta, desde la que se consigue una vista privilegiada de la ciudad de La Punta. Si uno presta atención, hasta se destaca claramente la ímponente réplica del Cabildo Histórico de 1810, a cuyo post accedés desde este link.

La explanada, de ripio y aspecto descuidado a pesar de estar señalizada con un cartel del gobierno puntano, permite estacionar el auto sin riesgo para tomarse un momento y apreciar el paisaje. Está resguardada con una pequeña pared de material que delimita el punto hasta el que está permitido asomarse, y cuenta con 3 mástiles que permiten pensar que el lugar puede utilizarse para alguna clase de acto oficial.

Siguiendo el camino durante unos 3 kilómetros más se llegará finalmente a una rotonda que empalma con la Ruta Provincial 3, casi a la altura de La Punta, y a través de la cual se puede tomar hacia el sur para llegar hasta San Luis capital, o hacia el norte donde pasa por algunos pueblos antes de unirse a la ruta nacional 146.

Un camino para hacerlo despacio, con cuidado, y disfrutando.

Poechenellekelder Bar: El sótano de las marionetas, en Bruselas.

En pleno centro de Bruselas y estratégicamente ubicado frente al famoso Manneken Pis, el Poechenenellekelder es tan impronunciable como recomendable a la hora de probar una buena cerveza belga.

Ubicarlo puede volverse un tanto complicado porque su fachada está dispuesta de costado y no mirando hacia el frente de la calle, justo en un lugar donde los turistas abundan y se amontonan para fotografiar al nene más famoso de Bélgica. Sin embargo la gran cantidad de mesas que tiene en la vereda le dará la pista al transeúnte de que allí algo hay. Y una vez que lo notes, no dudes en entrar, ya que se trata de uno de los bares más emblemáticos de una ciudad que se caracteriza por sus buenas cervezas.

El Poechenellekelder debe su nombre al destino original del local, que funcionaba como teatro de marionetas. Su nombre en nerlandés significa «sótano de marionetas» y la decoración le hace honor ya que está repleto de muñecos en las paredes, techos, e incluso algunos (de tamaño humano) están sentados a las mesas, como el policía que compartió la nuestra durante la cena.

El decorado lo completan réplicas del Manneken Pis en diferentes versiones, ropajes y tamaños; como es lógico por su ubicación. También hay cosas colgando del techo, como los cajones de cerveza dispuestos patas arriba y cuyas botellas por supuesto no obedecen a la ley de gravedad.

Pero no es por la ambientación que este bar céntrico de Bruselas es tan recomendable (o al menos no solamente por eso). A pesar de tener precios un poco más altos que la media, la amplia carta de cervezas de todos los estilos, cada una servida en su respectiva copa, bien hace que la visita valga la pena. Hay de todas las clases y por supuesto cuentan con gran variedad de cervezas trapenses, incluyendo una que no es belga y que, a modo de chiste, la camarera nos recomendó no elegir.

Para comer el Poechenellekelder es realmente una gran opción. La cocina está abierta hasta tarde (nosotros fuimos a las 23 horas, cuando ya el resto de los locales de la zona casi no servían comida) y nos pedimos una «tabla para marchar» y un plato de queso y salame para completar, pero que no habría sido necesario. La tabla incluye queso brie y una especie de salame con pimienta que estaba increíble. Todo con su respectivo cuchillo, ya que no es lo mismo cortar un queso blando que un salame. Y algo bien francés: pan con manteca para untar. Sin palabras, de sólo mirar la foto se me hace agua la boca…

Además de esta exquisitez, que por mi parte es EL recomendado para todo el que ande por la zona, también se pueden elegir sandwiches, snacks y hasta pastas. Todo en un excelente ambiente, donde los camareros son super amables y están atentos también para darte sus sugerencias.

Una excelente opción en Bruselas. Como está tan cerca del Manneken Pis, que es siempre un gentío, mi sugerencia es ir al Poechenellekelder por la noche, donde podremos encontrar algo más tranquila la calle. Créanme, no se van a arrepentir.