Archivo por meses: diciembre 2019

Probamos cerveza belga en Bruselas: A la Mort Subite

Cuando uno viaja a Bélgica el probar una buena cerveza local es casi una obligación. Las cervezas belgas, y en especial las trapenses con su alta graduación alcohólica, son sin dudas las mejores del mundo, así que bien valdrá la pena buscar un buen lugar para degustarlas. Justamente frente a la Galería de la Reina se encuentra una de las más tradicionales cervecerías de Bruselas: A la Mort Subite.

Si bien A la Muerte Súbita (como se traduce literalmente su particular nombre al español) fue fundado en 1928 en el mismo lugar donde se encuentra hoy en día, su historia se remonta a 1910, época en la que su dueño Theophile Vossen tenía su establecimiento al que solían ir los empleados del Banco Nacional de Bélgica. Ellos jugaban siempre a un juego llamado 421, en cuya última ronda antes de volver al trabajo el que perdía recibía la denominación de «muerte súbita», algo así como el sistema de «gol gana» que se instauró en alguna época reciente para dirimir compentencias futbolísticas como la Copa Libertadores.

Así es como al mudarse Vossen decidió bautizar a su nuevo emprendimiento con el nombre de aquel último juego. Desde ese momento los herederos siguen la tradición, y llevan adelante el negocio familiar con la decoración original que tenía al momento de su apertura. Casi 100 años después aun podemos disfrutar de un ambiente relajado, excelentes cervezas (entre las que se cuenta la que lleva el mismo nombre que el establecimiento), y un snack o algo para acompañar.

Por supuesto que en A la Mort Subite se puede conseguir cervezas trapenses, pero también hay otras variedades. A sugerencia del mozo, nosotros optamos por probar las Chimay y Affligem, ambas plenamente recomendables. Como en realidad teníamos hambre, y la cena era una excusa para probar buena cerveza, también ordenamos un par de sandwiches, pero cuando nos los trajeron nos llevamos una sorpresa porque no era para nada lo que teníamos en mente.

Una suerte que el mozo nos haya advertido que el «cannival» se trataba de carne cruda, así pudimos por lo menos elegir la opción que era cocida. Igualmente la lámina de pan nos dejó con hambre, así que completamos con una degustación de queso gouda, un plato con una generosa cantidad de dados de queso que nos dejó muy satisfechos.

Además de los sandwiches y los snacks, la carta incluye ensaladas y omelettes. O sea nada de hamburguesas o comida chatarra, lo que hace también que el público sea de un promedio de edad más alto que el de la media. En cuanto a bebidas, no solo hay cervezas belgas sino que también hay importadas (claro que ninguna de Argentina), además de vinos, aperitivos, bebidas sin alcohol e incluso cafetería.

Una de las cervecerías más tradicionales de Bruselas. Vale la pena entrar, sentarse en una de sus pintorescas mesitas de madera y probar alguna de sus delicias.

Huacalera: Un alto con historia y tradiciones en la Quebrada de Humahuaca

Sobre la Ruta Nacional 9, entre los pueblos de Tilcara y Uquía, se ubica un pequeño caserío de gran importancia histórica. Se trata de Huacalera, una localidad que no alcanza a contabilizar 1000 habitantes, pero que aún así tiene particularidades que la hacen merecedora de un alto en el viaje por la Quebrada de Humahuaca.

Sin lugar a dudas (y sin necesidad de entrar el pueblo) lo que más llama la atención es el hotel homónimo, una majestuosa y soberbia construcción a la vera de la Ruta 9, que desde lejos se adivina extraordinariamente cara, pero que aún así se mantiene emplazada en medio de las montañas de forma casi desubicada.

Mucho más simple es la Capilla de la Inmaculada Concepción, que data del año 1657. Si bien está hacia adentro, con lo cual casi ni se la ve desde la ruta, una vez que el visitante la descubre puede apreciar su singular arquitectura colonial. Si uno tiene la suerte de encontrarla abierta podrá visitar el interior, en el que se exhiben importantes obras de la Escuela Cuzqueña, como ser el Casamiento y Bautismo de la Virgen; aunque la obra más valiosa es el retablo, construido por artistas del altiplano.

Pero también desde el punto de vista histórico, esta pequeña iglesia es por demás importante. Quien haya leído Sobre Héroes y Tumbas, la obra maestra del genial Ernesto Sábato, sabrá de lo que hablo ya que el novelista argentino le dedica varios pasajes de su obra a los acontecimientos acaecidos en este lugar. Es en el paraje Cerro Chico, en los alrededores de la capilla, donde fue descarnado el cadáver del general Juan Lavalle, luego de que fuera muerto en Jujuy y sus tropas comenzaran la huida hacia Bolivia con el cuerpo sin vida de su jefe a cuestas. Era preciso que el enemigo no lo capturara y lo utilizara como trofeo de guerra, pero en tan malas condiciones no iban a llegar lejos, por lo que la columna decidió hacer un alto en Huacalera para llevar a cabo la macabra (pero necesaria) tarea, hoy recordada mediante un monolito en homenaje al general argentino.

Otra particularidad del pueblo que lo hace merecedor de una parada es el reloj solar que marca el paso del Trópico de Capricornio por el territorio jujeño, con el cual está perfectamente alineado. Así es que, cada 21 de diciembre al mediodía, el reloj solar proyecta una sombra perpendicular sobre la pared del monolito que marca la trayectoria del trópico.

Este es un sitio importante para las comunidades aborígenes también, que cada 21 de junio festejan aquí el Inti Raymi, o Fiesta del Sol. La gente llega durante la madrugada para esperar los primeros rayos de luz y despedir así la noche más larga del año. Así se da comienzo al año nuevo solar según las tradiciones incas.

Huacalera es entonces un alto obligado, donde se conjugan historia, geografía, arte y cultura. Todo, en un mismo lugar, y en no más de un par de horas.