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Regreso desde Córdoba con tormenta: Crónica del turbulento vuelo AR1571

Mi último viaje a Córdoba fue un tanto «accidentado» en cuanto a materia de vuelos se refiere. Como ya les conté en la crónica del AR1510 (link al post) el vuelo de ida me lo cancelaron. Y ahora para la vuelta la hora de presentarme en el aeropuerto me agarró finalizando una reunión a varias decenas de kilómetros de la capital cordobesa.

Ese día el viento estaba particularmente fuerte, al punto que los objetos livianos volaban por la calle, y ya en la ruta el polvo que se levantaba complicaba mucho el manejo ya que obstruía considerablemente la visibilidad. Si bien esto obligaba a ser muy cuidadoso al manejar por la posibilidad de un accidente (de hecho nos cruzamos con uno), por otro lado el mal tiempo era mi esperanza de que el vuelo se demorara. Sin embargo al chequear el status en el celular el AR1571 figuraba «on time» así que apretamos los dientes y le pusimos la mejor onda para llegar lo antes posible.

Finalmente llegamos al Taravella a las 19:25 para abordar un vuelo que estaba programado para despegar a las 20:20. En condiciones normales ya tendría prácticamente un pie afuera del avión. Sin embargo respiré cuando al acercarme a los mostradores un empleado de Aerolíneas me pregunta si estoy para el 1571, y me indica que pase: aún estaba a tiempo.

En realidad luego me enteraría de que por la tormenta (que no solo estuvo en Córdoba sino que fue muy fuerte en Buenos Aires) el vuelo se había atrasado en su salida desde Aeroparque, y por lo tanto el avión ni siquiera estaba en plataforma cuando yo llegué al aeropuerto. Sin embargo al momento del check in el personal de Aerolíneas no me aclaró nada de esto, así que hice seguridad e ingresé al área de preembarque apurado.

Con las demoras en los vuelos esa zona del aeropuerto quedó bastante justa. Eran pocos los asientos libres y las colas pagofacileras de quienes querían abordar antes de que el avión atracara en la manga dificultaban el paso de quienes querían ir al baño, en la punta del salón. Por otro lado un único local expende comidas rápidas y bebidas; y no hay siquiera un kiosko. Si uno quiere una golosina tendrá que caer en la muy escueta oferta del free shop. Por mi lado me compré una gaseosa y me senté a dejar pasar el tiempo mirando cómo los vuelos que arribaban a Buenos Aires daban varias vueltas antes de aterrizar. Así hacía espera el vuelo anterior al mio.

Finalmente, con más de una hora de retraso, abordamos el B737-800 a las 21:35, mientras el personal de tierra hacía el reabastecimiento de combustible. Por supuesto, las TCP anunciaron la maniobra e instruyeron a los pasajeros a mantenerse sentados con los cinturones desabrochados y a no utilizar equipos electrónicos, indicación esta última a la que nadie le hizo caso.

El servicio de abordo dejó bastante que desear. No porque sólo sirvieran bebidas (algo ya sabido y aceptado) sino por la calidad de la atención por parte del personal de la aerolínea. La jefa de abordo hacía los anuncios por parlante como si estuviera corriendo una carrera: hablando a mil por hora, se trababa, se equivocaba y corregía sobre la marcha, con el resultado de que se entendía poco y nada. Si no hablabas castellano y tenías que esperar el anuncio en inglés, te la regalo! ¡No tengo idea de dónde aprendió inglés esa chica!

Otro punto que me llamó la atención, y hasta me preocupó un poco, es que nunca pasaron a asegurar la cabina para el aterrizaje. Que no retiraran los vasitos luego del servicio en definitiva termina siendo un detalle menor del servicio, pero habitualmente los TCP hacen el anuncio de que comienza la aproximación al aeropuerto de destino y pasan controlando que los asientos estén en vertical y las mesas rebatidas. Nada de eso pasó en este caso y casa pasajero tocó tierra dispuesto como mejor le vino la gana. Algún lector experto en la materia podrá quizá comentar qué tan importante es asegurar la cabina para el aterrizaje y por tanto, qué tan o poco grave fue esta falta de los TCP del 1571.

Aunque supongo que esto es una falla en la seguridad del vuelo (en cuanto a la integridad física de los pasajeros) no pasó a mayores porque el que sí se lució fue el comandante. El tipo no habló en todo el viaje, que fue bastante movido tanto en el ascenso como en la aproximación, donde se puso realmente difícil con las turbulencias. Los movimientos bruscos del 737 tenía a gran parte del pasaje en estado de tensión (ni les cuento la chica que viajaba al lado mio agarrada al asiento de adelante con las dos manos) y yo de hecho pensé que lo iba a abortar, porque por la ventanilla se notaba cómo el avión se balanceaba de un lado a otro muy cerca del suelo. Pero a pesar del fuerte viento cruzado el comandante lo estabilizó y lo apoyó (no lo tiró , lo apoyó) sobre la pista con una suavidad increíble. Por tema de convicción propia no fui de los que aplaudió, pero bien que si los pilotos salían del cockpit para despedir a los pasajeros iba a buscar felicitarlo.

Para no desentonar, el vuelo finalizó con una importante demora de parte de Aerohandling, la empresa de rampa del Grupo Aerolíneas, que tardó una media hora en acercar la escalerilla hasta el avión, acentuando aún más el atraso que habíamos tenido por la cuestión climática. Igualmente nadie se quejó: todos estaban contentos de haber tocado tierra sanos y salvos.

Navegando el Elba en el ferry de Hamburgo para volver de Airbus.

Como cualquier otra urbe del mundo, Hamburgo ofrece una serie de opciones para trasladarse de un punto al otro a través de la ciudad. Quizá para los argentinos que visitamos Alemania lo primero que nos llame la atención sea el funcionamiento del transporte, justamente por eso: funciona. Y no sólo pasa a horario, sino que además es previsible porque los carteles indicadores te dicen cuánto tenés que esperar. Y podés planificar, porque la ruta y tiempo que te indica el Google Maps es certera. Pero hay otras nacionalidades que también seguramente se sientan asombrados en Hamburgo…

La ciudad no sólo tiene un sistema de transporte público efectivo, sino que además ofrece una amplia gama de opciones. Uno puede elegir viajar en tren, en subte (que paradógicamente corre por rieles aéreos sobre tu cabeza), en bus, o hasta en bicicleta (con un sistema similar al que tenemos en capital federal, aunque en Europa está disponible desde mucho antes). Hasta aquí todo medianamente normal y conocido, pero a todo esto hay que agregarle una alternativa más: el ferry.

Cuando fui a visitar la fábrica de Airbus en esta ciudad alemana (excursión de la cual podés ver el post haciendo click aquí) viajé con una combinación de tren y colectivo. Pero para la vuelta opté por tomar el ferry y vivir la experiencia de navegar el Elba hasta el centro de la ciudad.

Se trata de una embarcación bastante grande, con espacio dentro para llevar una buena cantidad de personas sentadas, y que te permite también acceder a la cubierta para ir al aire libre y disfrutar mejor de la navegación. Aunque era de noche, así lo hice yo porque disfrutar de las luces de la ciudad al atardecer es todo un espectáculo.

Desde el puerto hay siete líneas de ferries que navegan por el Elba transportando pasajeros, identíficándose cada una con un número, a partir del 61. En mi caso, yo me tomé la línea 62 en Finderwerken para viajar hasta Ladungsbrücken en el centro de la ciudad, la estación posterior a Altona donde se realiza la Fischmarkt sobre la que te conté en un post anterior.

En el siguiente mapa se pueden ver las diferentes líneas de ferry y sus recorridos, incluyendo la que tomé yo, muy fácilmente identificable ya que es la cercana al aeropuerto de Airbus.

Como si fuera un tren, el ferry tiene sus estaciones con andenes (o para ser técnicamente correctos, con muelles). Todos perfectamente identificados con el nombre de la estación.

Llegando a destino, los puente grúa del puerto de Hamburgo se ven imponentes a lo lejos.

Una excelente opción para viajar por Hamburgo escapándole al tránsito. Para tenerla en cuenta cuando estés por aquellos pagos, y especialmente, si vas de visita a la planta de Airbus.

Te espero en el próximo post para seguir recorriendo lugares, aunque ya en tierra firme!