Archivo por meses: abril 2017

Regreso desde Puerto Madryn en un vuelo de Andes.

Fiel a mi sana costumbre de estar con anticipación suficiente en los aeropuertos llegamos a «El Tehuelche» en las afueras de la ciudad de Puerto Madryn dos horas antes del vuelo, a bordo del auto alquilado sobre el que ya hablaré más adelante en otro post. Dato #avgeek de interés para los #spotters es que cuando uno sale de la ciudad por el Acceso sur, la RN 3 pasa a escasos metros de la cabecera 05, convirtiéndose en un punto spotter ideal. Claro, el problema es enganchar algo, ya que las frecuencias en PMY son realmente escasas.

Ahora sí, volviendo al tema que nos compete, a esa hora pudimos despachar el equipaje sin mayores inconvenientes pues no había prácticamente nadie. Con intención de aprovechar el tiempo y tratar de spottear la llegada del MD-80 de Andes (y cualquier otra cosa que volara por ahí) intentamos pasar a la zona de embarque para hacer seguridad. Pero en ese punto un oficial de la PSA apostado en la puerta nos hizo esperar y consultó adentro con un colega: aún no podíamos pasar; había que esperar a que anunciaran el vuelo, para lo cual faltaba algo más de una hora.

No sin cierta frustración y malhumor de mi parte nos acomodamos en los asientos que hay en el hall de la terminal hacia la zona de arribos, y allí esperamos a que Andes anunciara el vuelo. Lo que anunciaron, en realidad, fue la llegada del vuelo desde Buenos Aires, y en ese momento la zona donde estábamos empezó a llenarse con gente que, evidentemente, venía a esperar a los pasajeros que llegaban desde capital. Decidimos entonces acercarnos a la zona donde está el ingreso a «preembarque» y allí nos quedamos haciendo cola, cual pagofacilero barato, porque no había dónde sentarse.

La espera en esa cola fue larga y la verdad que no había nada mejor que hacer ni tampoco mucho espacio a dónde ir, así que ahí estábamos todos, uno detrás del otro, los últimos ya mezclados con los que hacían cola para realizar el check in, o directamente con los que esperaban a la gente que había llegado en el vuelo recién aterrizado.

Finalmente cuando pudimos pasar entendí el por qué de aquella fila que en un principio parecía sin sentido, y el por qué de semejante demora. En realidad al pasar por la puerta no se está ingresando a «una zona de preembarque» sino que uno se encuentra enseguida con el scanner, y con un oficial de PSA sentado a un costado para controlar el boarding pass. Por lo tanto, la fila para entrar a «preembarque» es también a la vez la fila para hacer seguridad. Y es única, ya que hay un sólo scanner.

En ese mismo ámbito físico está la sala de embarque, que es diminuta, al punto de que a medida que la gente pasaba el scanner nos íbamos amontonando todos, bien juntitos unos con los otros. Fue una situación que me hizo acordar el subte en horario pico. De no creer en un aeropuerto como el de Puerto Madryn que es una ciudad tan turística.

Finalmente se liberó el embarque y salimos caminando hacia la plataforma, de la cual se tiene esta impresionante vista desde la sala de embarque, porque claro, está pegada.

Abordamos el viejo MD por puerta delantera y nos acomodamos en la ventanilla izquierda, como corresponde. Desde allí fui testigo de otra falta de infraestructura de un aeropuerto al que evidentemente le falta mucha inversión: dos empleados de Andes subiendo por la escalerilla a una persona en silla de ruedas. Por suerte la aventura terminó bien y la señora pudo abordar el avión sin mayor novedad (y ninguno de los dos empleados tuvo necesidad de llamar a la ART).

Pronto estuvimos en el aire, luego de un despegue a todo sonido como corresponde al volar en un MD. Me llamó la atención que, aquí también, igual que como había hecho en Aeroparque, el comandante clavó los frenos mientras le daba plena potencia al motor, y sólo a último momento los soltó para que saliéramos disparados hacia adelante.

El vuelo fue muy tranquilo y el servicio fue similar al que recibimos en el de ida, con las variantes de las galletitas snack, que eran sabor a pizza; y la de limón, que muy a mi pesar había sido reemplazado por un simple caramelo. Un detalle en que reparé y me llamó la atención fue el cinturón de seguridad con hebilla de Aerolíneas, porque claro, ese avión había volado antes para Austral y se ve que el logo del cinturón nunca fue actualizado.

Aunque aterrizamos en horario en Aeroparque nos encontramos con que sólo había una cinta de equipajes para los dos vuelos de Andes: el nuestro y el proveniente de Mar del Plata que había llegado momentos antes que nosotros. La demora fue más que importante, como mínimo media hora de espera para que la cinta comenzara a traer el equipaje de nuestro vuelo.

Más allá de las deficiencias aeroportuarias, sobre las que Aeropuertos Argentina 2000 esperemos empiece a trabajar pronto, volar con Andes ha sido una excelente experiencia. Y como ya les comenté en el post de ida, me saqué las ganas de volar en uno de esos hermosos MD-80. ¡Espero que no sea la última vez!

Caminata en el Cerro Aconcagua.

Cuando uno visita la ciudad de Mendoza tiene muchas actividades para hacer, pero hay una que es LA imperdible. Por supuesto, estoy hablando de conocer el Cerro Aconcagua, el más alto del continente americano con sus 6962 m.s.n.m., y el segundo pico del mundo, luego del Monte Everest.

El Parque Provincial Aconcagua, donde se encuentra la montaña que le da nombre, es un área natural protegida a la cual se accede pagando una entrada, dependiendo de la actividad que uno quiera realizar. La más común y apta para todo público es la caminata de la Laguna de Horcones, que se realiza en poco tiempo y sin ninguna dificultad. Para ello la entrada a abonar será de ARS 20 por persona.

En cambio, si uno pretende hacer un trekking más intenso, o incluso llegar a la cima del monte, habrá que pagar el permiso de trekking correspondiente y registrarse. En nuestro caso nos decidimos por hacer la caminata hasta Confluencia, que se realiza en el día sin tener que acampar. El valor actual de esta es de ARS 100 para argentinos, y ARS 300 para extranjeros, y el permiso se adquiere directamente en el Centro de Visitantes que se encuenta a la entrada del parque. Será obligatorio llevar agua (mínimos dos litros por persona, si mal no recuerdo); de lo contrario no se otorgará el permiso. Algo a tener en cuenta es que en el Parque no hay dónde comprar, por lo que hay que llevar la bebida (y comida) adquirida afuera.

En cambio si lo que se quiere hacer son los trekking de tres o siete días, o el ascenso a la cumbre, ya habrá que registrarse en la web del Parque Provincial Aconcagua y abonar los permisos correspondientes, cuyos valores e información actulizada se pueden encontrar en esa web también.

El Parque se encuentra sobre la RN7, camino hacia el cruce fronterizo con Chile, por lo que para llegar será necesario ir en auto, o bien tomar el colectivo de la empresa Buttini. Los horarios de los colectivos se pueden encontrar en la web del parque, pero algo a tener en cuenta para quienes vayan a viajar de esta forma es que el traslado desde la terminal de Mendoza hasta el Parque Aconcagua es de aproximadamente 4 horas. Sin embargo, ojo los que vayan con idea de hacer el trekking de un día, porque el colectivo va parando en el camino, y a mi en particular me pasó que de tanto subir y bajar gente el viaje tardó una hora y media más de lo planeado, lo que resultó ser un problema porque, para evitar la zona de la terminal entrada la noche, el ticket de vuelta lo había comprado para el anteúltimo micro. En definitiva, el tiempo para la caminata me quedó corto y no pude llegar a Confluencia como tenía previsto. Así que mi recomendación es tomar el primer micro de ida, y sacar el regreso para el último (aunque este no para el la puerta del parque, sino que hay que caminar unos kilómetros hasta Puente del Inca).

Si las caminatas por la montaña no son lo tuyo, el viaje hasta el Aconcagua bien vale la pena igual, ya que los paisajes son maravillosos y el cerro en sí, imponente. Siempre puede optarse por admirarlo desde afuera, sin entrar al parque, como hacen las excursiones de Alta Montaña que tienen una parada obligada allí, pero si estás con tiempo y podés, la verdad entrar y caminar un poco aunque sea hasta la Laguna de Horcones es un lindo paseo, y no cuesta prácticamente nada.