Este blog está dedicado principalmente a retratar momentos y lugares fuera de la ciudad, pero para la primer entrada voy a hacer un giro y desviarme un poquito del objetivo. «Este pibe está loco», dirán ustedes, pero es que no puedo dejar de dedicarle las primeras líneas a la ciudad que me vio crecer, y donde aún hoy vivo. Así es que hoy vamos a hablar de:
El día que quieras venir a ver el mejor polo del mundo, el clásico local de rugby entre Curupa y Hurling, hacerte unos hoyos en alguno de los tres campos de golf de la ciudad, o simplemente comerte un asadito rodeado de algo de verde, no vas a tener problemas porque tanto por Acceso Oeste como por Panamericana (empalmando con Buen Ayre) los accesos son bastante ágiles (no hablo de días de semana en hora pico, por supuesto). Eso sí, tené cuidado con los baches, especialmente si entrás por la 201 desde El Palomar o por Av. Vergada atravesando Tesei, porque sino corrés el riesgo de venir en auto, y volverte a pata… Y si crees que exagero podés preguntarle a los pasajeros de este colectivo, que fue fotografiado en pleno centro.
Lo mismo si estás circulando por Av. Roca, la principal, porque frente a la plaza los animales (perdón, los muchachos, que seguramente vestían remeras de A.N.I.M.A.L. y no porque les guste la banda), les decía, los muchachos de las cloacas dejaron una zanja que la atraviesa de lado a lado y si no estás atento te comés al de adelante cuando clava las guampas…
Si en cambio viajás en tren, es todo un lujo, tenés dos opciones para elegir: el renovado (y ahora un poquito más caro) San Martín desde Retiro, con sus andenes provisorios de madera, o el siempre impecable Urquiza desde Chacarita, que medianamente respeta horarios, va limpio, con asientos sanos, y donde la gente que espera en el anden suele aguantar a que los que llegan bajen del tren sin atropellarlos en un torbellino humano, haciendo gala de un concepto cada vez más raro: RESPETO. Y ojo, no hablo de Hurlingham en particular, ni de su gente, ni nada por el estilo, sino de una característica casi histórica de esta línea de tren, en comparación de otras donde pasar del tren al anden en hora pico parece casi una misión imposible. ¡Ojalá que esto perdure en el tiempo!
La verdad es que Hurlingham no es una localidad turística, pero a pesar de que últimamente se está haciendo cada vez más tristemente conocida por salir en la sección policiales de los noticieros, aún sigue siendo un buen lugar para vivir. Lo que sí tiene, es historia. A diferencia de la mayoría de las ciudades, nadie tuvo nunca la intención de «fundar» la ciudad de Hurlingham, sino que fue algo que «se fue dando». Allá por el 1800, esta zona era muy transitada porque por aquí se podía badear el Río de las Conchas (hoy Reconquista), y en honor al dueño de las tierras, a este camino se lo conocía como Paso Morales. Así que cuando Mollo te grita desde el escenario «Paso Morales fue…», ya sabés de qué te está hablando.
Como para darte una mejor idea, te comento que San Martín pasó por acá en 1813 con sus granaderos a caballo rumbo a San Lorenzo, donde obtuvo uno de los triunfos más elocuentes de nuestra independencia. Pero hasta entonces, un lugar de paso. Recién para 1863 se construyó un molino harinero cerca del Paso Morales, que dio paso al almacén de ramos generales de Nicolás Machiavello y a lo que comenzaría a ser un poblado sin nombre. Tendrían que pasar algunos años más, para que en 1888 John Ravenscroft y un par de amigos de origen inglés fundaran el Hurlingham Club, basándose en un club homónimo de Inglaterra, que a su vez, no se sabe de dónde sacó su nombre. Junto al club, se hallaba la Estación Pereyra del tranvía rural Lacroze, una diligencia tirada a caballos que llegaba hasta Pilar. Hoy en día, «la diligencia está electrificada» y es el actual ramal Urquiza administrado por Metrovías; y Pereyra pasó a llamarse Rubén Darío.
Hurlingham Club a la vera de la Estación Rubén Darío
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Dos años después, en 1890, y a petición de Ravenscroft y cía, el Ferrocarril al Pacífico montaría una estación muy cercana al club que sería identificada con su propio nombre. A partir de allí se comienza a conocer a aquel poblado como Hurlingham. Y de ese puñado de casas ayer, a cabecera de partido hoy.
Igualmente, en el medio pasaron muchas cosas en esta localidad del oeste, y en general, con buen ritmo. En 1981 un joven italiano adicto a la heroína se contactó con un viejo amigo argentino con quién había compartido el colegio y se mudó con este y su familia a Córdoba para poder rehabilitarse. Este muchacho no tardaría en invitar a una amiga inglesa a venirse a Argentina para formar parte de una banda de rock. Luego de algunos ensayos, en el año nuevo 1981-82 la banda daría su primer concierto para los íntimos en la casa que el anfitrión argentino tenía en Hurlingham. El italiano se llamaba Luca Prodan, la banda, Sumo, y un par de años le serían suficientes a ambos para convertirse en íconos del rock nacional. Si en este punto no saben de qué les estoy hablando, es mejor que se compren el Obras Cumbres y lo escuchen antes de seguir leyendo ni una sola línea más de este blog. (Y nada de bajárselo de internet, no sean truchos! Hay discos que tienen que estar en original!). Con la muerte de Luca en diciembre del ’87 los integrantes de Sumo se separan y pasan a formar las otras dos bandas que juegan de local por estos pagos: Divididos y Las Pelotas. Así que historia musical no nos falta, pero a pesar de esto siempre está ese que pasa con los vidrios bajos y el volumen a full derrochando cumbia a los cuatro vientos. Tolerancia y diversidad cultural que le dicen…. ¡Y Bueh! Mientras no le ponga neón fluorescente al auto…
Como ya dije, acá te encontrás con el mejor polo del mundo, pero también con el más añejo, ya que el Abierto de Hurlingham es el más antiguo del mundo, y se juega desde 1893. Además de ese récord, es considerado el más importante del globo, después del «Argentino de Polo». Eso sí, si pensás que te bajás en Rubén Darío y empezás a charlar de la nueva yegua de Adolfito con el primero que se te cruza, te equivocás, mejor probá con algunos comentarios sobre la última fecha del Clausura. La mayoría no tenemos mucha idea de polo, aunque sin entender demasiado a algunos nos guste lo vistoso del juego y apreciar las maniobras impensadas que hacen esos tipos arriba de los caballos. Me queda pendiente investigar un poco más de este deporte para apreciarlo mejor. ¿Subirme a un caballo y ponerme a jugar? Interesante, pero mejor lo dejamos para otra vida…
Para compensar que no tenemos un club de fútbol popular, tenemos dos de rugby. Para los entendidos de este deporte los clásicos Curupayti – Hurling son como un River – Boca. Y sin hacer hincapié en algún deporte en especial, también existe la rivalidad entre los dos clubes sociales más importantes: El Retiro y «El Defe». Tenés que estar de uno de los dos lados, es un poco como Soda y Los Redondos…
Lo que sí falta en la vida social de Hurlingham, es noche. Los más jóvenes tienen algunas opciones, pero si estás promediando los 30 no vas a encontrar prácticamente nada, excepción hecha de Continuum (bar con buena música rock donde probé por primera vez el gin & tonic con pepino, trago muy recomendable del que soy casi fan después del Campari con naranja), y del ya clásico Yucatán (donde te podés jugar unas fichas de pool). Pero si esta noche querés variar sin alejarte demasiado, no te va a quedar otra que escaparte para Ramos o Castelar.
Podría pasarme horas hablándote de mi ciudad, pero con esto te das una buena idea. Quedará para más adelante otro post donde quiero mostrarte un poco el Hurlingham que ya no es, como fue cambiando la ciudad. Así que ahora empezaremos a viajar, pero ya sabés que al «no tan lejano oeste» pronto volveremos.