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De Aeroparque a Santa Fe con Austral: Reporte del Vuelo AR2712.

Hace unos días atrás madrugué fuerte, aunque  la emoción de tomar un vuelo a un destino que  hasta el momento no conocía amortiguó un poco el malhumor de escuchar el despertador tan temprano. Tenía que tomar el AR2712 que estaba programado para decolar de Aeroparque a las 7:20 de la mañana, así que ya a las 6:15 estaba en el aeropuerto metropolitano. Para mi sorpresa (bueno, no tanto en realidad) yo no era el único levantado a esas horas…

Si bien había recibido el boarding pass por mail y lo tenia en el celuar, como en general me gusta tenerlo en papel me dirigí a las máquinas de autoservicio para imprimirlo. Tipeando el código de la reserva, en un momento ya estaba listo para dirigirme al primer piso para pasar por el control de seguridad. Aunque a esa hora de la mañana lo único que quería era un café antes de abordar, y por lo tanto no me frené a mirar, en el pasillo hacia el preembarque de cabotaje me encontré con una buena iniciativa llamada «Muestrambiente» que resalta el patrimonio faunístico argentino en obras de arte.

Pasé por los scanners de la PSA sin demoras y me dirigí de inmediato hacia el Gate 2 por donde debía abordar. Tenía tiempo suficiente así que en el local frente a la puerta me compré un café con medialunas para desayunar, y aproveché a retratar al Embraer 190 que me llevaría a destino, porque aunque el número de vuelo lleva prefijo AR en realidad es operado por Austral.

El abordaje comenzó en horario y fue bastante ágil y por manga, así que en breves instantes estábamos acomodándonos en los confortables asientos del E-190. Bajo una llovizna persistente el Austral carreteó hasta la cabecera 13 y comenzó la carrera de despegue casi sin detenerse.

Levantamos vuelo hacia un cielo totalmente encapotado que presagiaba turbulencia, pero el aparato siguió ganando pies sin descanso hasta salir de las nubes y allí la noche se convirtió en día con un sol radiante brillando a lo lejos. Para quienes hayan visto la película The Flight, la sensación es justamente esa, aunque sin tanto dramatismo. Ya nivelado, el comandante aprovechó para presentarse y augurar un vuelo tranquilo, con excelentes condiciones climáticas en la ruta.

Y cumplió. Ahí sobre las nubes el vuelo fue muy agradable y el cielo despejado incluso nos permitió ver ese punto blanco que se ve en la cielo de la foto anterior: un tránsito que por unos minutos mantuvo el mismo rumbo que nosotros hasta que viró levemente hacia la izquierda y se perdió de vista. El vuelo no tuvo más novedades ya que al ser corto ni siquiera cuenta con servicio de refrigerio, razón por la cual me autofelicité por haber desayunado en el aeropuerto.

Algo que no dijo el capitán al presentarse fue que, si bien la ruta presentaba excelentes condiciones climáticas, las reinantes en el aeropuerto de destino eran un asco. La niebla, hipercerrada, no dejó ver absolutamente nada una vez que comenzamos el descenso y nos metimos en las nubes. En medio del manto blanco sin visibilidad alguna se escuchó claramente tomar potencia a los motores para hacer alguna corrección en la maniobra de aproximación, y así se mantuvo la niebla hasta que estuvimos a escasos metros de altura.

La magia del ILS (Sistema de Aterrizaje por Instrumentos, por sus siglas en inglés) con el que cuenta el aeropuerto de Santa Fe permitió que tocáramos el suelo sin dificultades, aunque los pilotos no vieran ni lo que tenían delante de sus narices por el parabrisas del avión. La foto cuando el E-190 despeja la pista principal (para lo cual tiene que hacer un giro en 180° y volver hasta prácticamente el centro de la misma) da una idea de lo que era la niebla ese día.

Habíamos llegado entonces a Santa Fe, a horario, sanos y salvos, donde nos esperaría una intensa jornada de trabajo. Todo hecho posible gracias a las obras que permite que Sauce Viejo pueda operar con seguridad en condiciones climáticas adversas. Y por supuesto, la pericia de los pilotos de Austral Líneas Aéreas que hicieron del vuelo una travesía más que agradable.

AR1455: Reporte de un polémico vuelo que despegó por conciliación obligatoria.

Por un momento, el regreso desde el Aeropuerto Internacional de Salta el pasado viernes 13 de julio peligró, ya que varios gremios aeronáuticos anunciaron un paro para ese mismo día, en reclamo por las políticas que está llevando adelante el gobierno nacional en materia de aviación, y puntualmente por el ingreso de las líneas low cost al mercado.

Como de costumbre, la medida de fuerza se disponía justo para el inicio de las vacaciones de invierno en gran parte del país, y por tanto, una vez más los gremialistas pretendían tomar de rehenes a la enorme masa de pasajeros que tenían reserva para volar ese día, haciendo gala de la actitud cuasi patotera que suele caracterizar a los sindicatos de nuestro país. Afortunadamente, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria, los gremios la acataron y nosotros volamos.

Así, con web checkin hecho previamente, llegamos a la terminal con las debidas dos horas de anticipación que siempre se aconsejan. La entrega de equipaje la realizamos muy tranquilamente, ya que en ese horario aún había poca gente para nuestro vuelo. En ese punto aproveché para comentarle al staff de Aerolíneas que llevaba algunas botellas de vino en el equipaje de mano, a lo cual me confirmaron lo que en principio yo ya tenía entendido: Salta, al ser considerara provincia vitivinícola, tiene una exención a la limitación de 100 ml para líquidos, y siempre y cuando se trate de vino cada pasajero puede embarcar hasta seis botellas en cabina.

Liberados ya de las valijas grandes, esperamos en el hall del aeropuerto a que anunciaran la llegada del avión desde Aeroparque, ya que hasta ese momento el ingreso a la zona de preembarque estaba cerrada. Una vez traspuesto el control de seguridad pasamos a la sala de embarque nacional, la cual es amplia y tiene asientos para atender al menos dos vuelos en simultáneo según mis cálculos, pero que a pesar de los anuncios de refacciones no tiene local gastronómico alguno, ni siquiera un pequeño kiosko. Quizá los anuncios hayan tenido que ver con los gates que sirven a vuelos internacionales, pero si volás en cabotaje tomá la precaución de comprar lo que necesites antes de pasar por los scanners de la PSA.

Como embarcamos por manga no pude sacar una foto limpia del Boeing 737 que nos esperaba. Se trataba del LV-CTB, de casi 17 años de antigüedad, y que no tiene instalado el sistema de entretenimiento por streaming, cosa que lamenté porque esta vez sí me había bajado la aplicación BRAVO al celular, y aún así no pude probarla.

Las refacciones que sí se habían terminado en el Aeropuerto de Salta eran las de las pistas. Durante las semanas que la terminal estuvo cerrada se hicieron trabajos de repavimentación de ambas pistas, y para el momento de este vuelo la principal hacía apenas 48 horas que había vuelto a entrar en servicio. La intersección entre ambas (ahora activas) se pude ver claramente durante la carrera de despegue.

Una vez en el aire, el comandante tomó la palabra por el altoparlante, que sonaba muy mal y prácticamente no se escuchaba nada. Sin embargo, el discurso era evidentemente más largo que lo habitual, y prestando un poco de atención llegaba a entenderse que estaba leyendo una declaración contra la política aerocomercial del gobierno. Con el correr de las horas habría de descubrir que el polémico discurso fue leído en varios vuelos de Aerolíneas Argentinas, como ya salió publicado en todos los medios de comunicación argentinos.

A esta altura seguramente todos los lectores sepan de qué estoy hablando, pero por si acaso les dejo acá el link a uno de los tantos medios de comunicación que difundieron el video y desataron la polémica.

No voy yo a opinar aquí sobre lo acertado o no de la política aerocomercial del gobierno actual, pues no tengo elementos ni conocimientos suficientes para hacer un análisis fehaciente y profundo. Sí voy a decir que, como pasajero, y luego de casi no poder volar por el paro con el que amenazaron los pilotos, este mensaje me cayó muy mal. Está perfecto que informen y opinen, siempre y cuando puedan sustentar las denuncias que hacen, pero la mitad de un vuelo no es la forma, ni el momento, ni el lugar para hacerlo. Incluso, al utilizar el altavoz del avión para hacer política, los pilotos están dejando mal parada a la compañía que dicen defender, ya que da la apariencia de un ataque de la empresa misma contra el ingreso de las líneas low cost que obviamente le van a hacer competencia, y por tanto van a ayudar a bajar los precios de los pasajes, lo cual es una ventaja más que importante para el consumidor. Aerolíneas dejó en claro que como empresa no tuvo nada que ver con el hecho, e incluso anunció medidas disciplinarias, pero el mal sabor ya quedó. Lamentable que ciertos pilotos hayan elegido molestar a los pasajeros (de quienes viven) primero con un paro y luego con estos mensajes, cuando existen medios más apropiados para plantear e incluso informar al público de temas tan delicados como la seguridad operacional y las regulaciones que en la industria de la aviación están para cumplirse, porque sino se paga muy caro. Ojalá recalculen y dejen de lado estas actitudes que indican un trasfondo político más que una verdadera intención de alertar y garantizar que se cumplan las reglas.

Ahora bien, dicho esto, volvemos al servicio a bordo en sí, que en esta ocasión fue similar al vuelo de ida (cuyo post podés leer en este link), salvo que el alfajor fue negro en lugar de blanco.

Ingresamos a Buenos Aires por la zona norte y encaramos ya desde temprano la pista 13 de Aeroparque, en la que tocamos suelo de forma muy suave. Luego de liberarla, el morro del B737 apuntó hacia la plataforma en cuyo ingreso hizo un alto. Como era de esperar, esto solo fue suficiente para que medio avión saliera despedido de sus asientos a buscar sus pertenencias en los portaequipajes; y por supuesto el reto de la tripulación no se hizo esperar: el capitán no había apagado la señal de cinturones, y de hecho restaba un trecho por transitar hasta llegar.

Lo inusual: Aeroparque estaba realmente tranquilo. Llegamos hasta el área de las cintas de equipaje y estaba vacía. Ningún otro vuelo estaba entregando valijas, e incluso tuvimos que esperar unos minutos hasta que el equipaje llegó desde el avión.

Así finalizó nuestro vuelo de regreso. Hubo mucho recorrido por el NOA, con mucha historia, novedades, fotos, lugares y hospedajes por mostrar. Todo eso, en los próximos posts!