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Visitamos el Centro de Cooperación Española en Antigua Guatemala

Antigua es una fabulosa ciudad guatemalteca de la que ya hablaremos en profundidad en un próximo post. Entre las ruinas dispersas por toda la localidad se encuentra el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús que, fundado en 1582, hoy alberga las instalaciones del Centro de Formación de la Cooperación Española.

Dependiente de la Agencia Española de la Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Centro de Antigua Guatemala es uno de los cuatro que existen distribuidos en América Latina y se dedica a la organización de actividades relacionadas específicamente con la formación. Así es como la organización tiene una carga agenda de proyectos culturales, incluyendo talleres, muestras de cine y artes escénicas, y también exposiciones artísticas, entre otras.

Al momento de nuestra visita la que más llamaba la atención era una muestra fotográfica que mostraba crudas escenas de guerra contemporánea, y que realmente movía al expectador. El impacto de adolescentes armados, civiles mutilados y niños jugando entre las ruinas luego de la batalla es demoledor. Difícil articular palabra en esa sala…

Por suerte también hay otras muestras algo más coloridas!

Pero las muestras y actividades que allí se realizan no son el único motivo para darse una vuelta por la Cooperación Española. Con tantos años encima, el propio edificio donde se aloja bien merece una visita.

Desde su fundación en el Siglo XVI y hasta que los jesuitas fueran expulados de los territorios españoles, el Colegio mantuvo una dotación de aproximadamente doce clérigos que se dedicaban principalmente a la docencia. En aquella remota época, en la que  contaba incluso con biblioteca, el establecimiento se convirtió en un importante centro cultural de la ciudad.

Sin embargo a partir de 1767 el edificio quedó abandonado durante largo tiempo y fue parcialmente destruído por varios terremotos, a pesar de lo cual supo tener diversos usos, entre los que se cuentan haber sido la cede de una fábrica textil.

Fue en 1992 que los gobiernos de España y Guatemala firmaron un convenio que permitió restaurar el edificio, y finalmente cederlo a la AECID para montar lo que hoy en día puede visitarse. Igualmente, trabajos de restauración mediante, con buen tino los responsables del proyecto han dejado vestigios de lo que fuera la vieja estructura del edificio, como puede verse en los techos y las paredes.

Los patios son espacios verdes muy bien cuidados, que el visitante también puede disfrutar. Y sino pregúntenle a este muchachito.

Todas las actividades que organiza la Cooperación Española en su centro de Antigua son libres y gratuitas, así que para quienes estén interesados lo mejor será revisar la programación que publican en su página web, a la que acceden haciendo click aquí.

Una buena opción para cuando estés de visita por esta alucinante ciudad.

Visitamos el Palacio Nacional de Guatemala.

En pleno centro histórico de la ciudad, justo frente a la Plaza de la Constitución, se alza el imponente edificio del Palacio Nacional de la Cultura de Guatemala, antigua sede del gobierno del país centroamericano que funciona hoy como museo albergando en su interior distintas colecciones de artistas guatemaltecos que los visitantes pueden apreciar, además de ser utilizado para eventos protocolares por parte del Poder Ejecutivo, y ser el kilómetro 0 para todas las rutas que salen de la ciudad de Guatemala.

 

El ingreso al recinto cuesta Q40 (quetzales) para los extranjeros, mientras que para los nacionales guatemaltecos la entrada es libre y gratuita. El cronograma de la visita puede verse restringido en algunos días y horarios, de acuerdo a las actividades oficiales que se realicen en el Palacio. De hecho, durante nuestra visita se estaban desarrollando algunas reuniones, así que en principio no podríamos subir a la planta alta del edificio.

El edificio fue levantado por orden del general Jorge Ubico, en ese entonces presidente de Guatemala, e inaugurado el 10 de noviembre de 1943. Se trata de una construcción simétrica, con un cuerpo central y dos laterales exactamente iguales, tal como puede notarse fácilmente al contemplarlo desde la plaza. Además, fue el primer edificio de la ciudad en ser construido con técnicas antisísmicas. Un detalle interesante: para levantarlo se aplicó la ley de vagancia, que implicaba que quienes eran encontrados en los bares de la ciudad entre las 7 y las 16 hs. fueran detenidos y obligados a trabajar en la construcción. De hecho, así se desarrolló gran parte del urbanismo de la ciudad, y la sede gubernamental no fue una excepción.

Tal como nos indicó la guía que nos acompañó durante la visita, en su interior el palacio es ecléctico, ya que muestra una mezcla de estilos entre los que resalta el árabe ya que el general era un entusiasta de esta cultura. Esto se puede ver claramente en las fuentes del patio interior, las cuales, según se dice, debían funcionar constantemente mientras Ubico caminaba por aquellos pasillos a fin de que sus conversaciones no pudieran ser escuchadas por oídos indebidos.

Otro detalle que resalta casi permanentemente son los relojes. Hay una buena cantidad distribuidos por el edificio, todos ellos de marca Ericcson, y deben su presencia a que el general gustaba casi obsesivamente de la puntualidad.

En la planta baja del edificio puede apreciarse piezas de la arquitectura del edificio, como ser los contundentes faroles que, al estar apoyados sobre el suelo, se presentan en toda su dimensión, la cual es imposible de apreciar en los que están colgados del techo, por una cuestión de mera perspectiva. También hay una maqueta del edificio, y lo alto de las paredes se aprecian los coloridos vitrales, muchos de los cuales llevan aún las marcas de los daños producidos por el atentado de 1980, cuando el Ejército Guerrillero de los Pobres hizo explotar un auto-bomba para evitar la concentración popular en apoyo al entonces presidente Lucas García.

Asimismo, traspasando el patio con sus fuentes, el visitante llega a un ámbito separado. La Galería Kilómetro Cero cuenta con una exposición de pinturas y obras de artistas nacionales que el tour permite apreciar con tranquilidad.

Y básicamente allí se terminaba todo. Haciendo gala de la hospitalidad que caracteriza a los guatemaltecos, la guía se había realmente esmerado en las explicaciones y contestando las dudas que surgían, pero no había mucho más que mostrar y el acceso al resto del edificio estaba vedado. Pero para mi sorpresa, siendo que yo era extranjero, que probablemente no tendría otra oportunidad de hacer la visita y, por último, que había pagado 40 quetzales, la guía consiguió (sin que nadie se lo pidiera) que un colega de ella me acompañara por las escaleras para ver los murales del primer piso. Porque, además, esos murales son una de las joyas artísticas del Palacio y ninguna visita puede entenderse por «hecha» si no los incluyó.

Así fue como subimos, y acompañados de este otro funcionario traspasamos algunos salones cerrados para el resto del público, hasta llegar al descanso de las escaleras donde se podían ver tamañas obras de arte. Algunas representando la mitología maya (cultura muy presente en la vida guatemalteca), o incluso retratando al Quijote de la Mancha. El mural más impactante en mi inexperta opinión es el que representa la unión de las dos razas y el nacimiento de los mestizos, con una mano blanca que se entrelaza a una morena, protegiendo el casamiento de un soldado español con una princesa indígena.

Ahora sí, podíamos decir que la visita estaba completa. El Palacio Nacional de Cultura es un excelente lugar para adentrarse un poco más en la cultura de Guatemala, conociendo un poco de su historia y los personajes que la protagonizaron, y admirando la obra de sus artistas. Definitivamente, uno de los imperdibles cuando se visite este país centroamericano.