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Cititour Querétaro, Parada II: El Templo de Santa Rosa de Viterbo.

Como ya hemos contado en posts anteriores, México es un país que está lleno de iglesias. Hay ciudades donde uno no puede caminar dos cuadras sin toparse con una. Querétaro, en particuar, cuanta con un templo que resalta sobre el resto: el de Santa Rosa de Viterbo.

Ya la fachada llama la atención desde afuera por sus formas poco habituales en una iglesia católica. De influencias árabes en el exterior, las formas redondeadas de las que sobresalen extrañas caras que adoptan gestos como burlándose de quién camina por la calle hacen que uno se fije en estos detalles arquitectónicos con atención. Según nos cuenta el guía, la iglesia fue levantada en su momento por un joven de 18 años al que nadie le tenía fé de que iba a finalizar la obra, y estas figuras son su respuesta a todos ellos que no creyeron en él.

Otro detalle de importancia es el reloj ubicado en lo alto de la torre del campanario. Si bien no se nota nada puntual a simple vista, se trata del primer reloj a repetición que llegara a América, así que es toda una reliquia.

El interior de la iglesia también es impresionante, con sus enormes retablos recubiertos de oro. En otras épocas esto era algo normal y Querétaro tenía seis iglesias con este tipo de retablos, pero eso es algo que se acabó luego de las Leyes de Reforma dictadas por Benito Juarez con las cuales el flamante presidente pretendía quitarle poder a la iglesia católica. Hoy, en la ciudad apenas quedan 2 iglesias donde aún puede verse oro genuino en las paredes.

Por momentos uno creería ver telas en las paredes, con sus correspondientes pliegues al colgar prolijamente. Sin embargo es tan solo una ilusión óptica creada con técnicas de hiperrealismo utilizadas para tallar la madera. Allí mismo, debajo de una de esas telas de madera, hay una especie de ventana con un vidrio oscuro que parece una figura espectral. Si uno mira con atención puede descubrir los rasgos de Jesús en esa imagen fantasmal.

Y en la parte de atrás del templo hay otra ventana, pero aunque hoy en día podría considerársela absolutamente desubicada, no tiene nada misterioso. Resulta que contiguo al templo está el convento, y desde allí atrás las beatas (ya que aquí no había monjas) podían presenciar la misa. Por esa ventana tomaban la comunión, siempre cubiertas por un velo negro para evitar mirar al sacerdote a los ojos, ya que eso hubiera sido una herejía.

Y hablando de diferencias entre hombres y mujeres, nos enteramos aquí de un detalle interesante en cuanto a la construcción de las iglesias católicas. No tenía yo la más remota idea de que hubiera templos para cada sexo, pero resulta que así es. Los que tienen forma de cruz, con una nave central flanqueada por dos alas, son iglesias construidas para los hombres, donde uno ingresa en dirección al altar. En cambio los templos con forma de caja (sin alas laterales) están dedicados a las mujeres, y en estos casos uno entra de costado, sin poder ver el altar al primer momento, ya que Eva sale justamente de la costilla de Adán.

La curiosa historia del Templo de Santa Rosa de Viterbo comenzó en 1670 de la mano de tres hermanas que decidieron convertirse en monjas, para lo cual construyeron celdas en su propia casa a fin de comenzar a dedicarse a la oración y a ayudar a los niños del lugar. Casi 30 años después lograrían que se construyera una capilla, que sería el primer paso definitivo para llegar, en el año 1752, a terminar la obra que hoy todos podemos visitar.

Eso sí, mejor visitarlo siempre en horas de día, porque según la leyenda por los pasillos de la iglesia y el convento suele caminar el fantasma de la monja blanca, que se baja del cuadro colgado en una de las paredes del convento y puede aparecerse en cualquier momento, justo al lado tuyo.

Por las dudas, luego de contemplar todo con atención, nosotros seguimos viaje hacia la siguiente parada del cititour. Si querés acompañarnos, te esperamos en los próximos posts!

El autor de la foto de portada es AlejandroPZ

Cititour Querétaro, Parada I: El histórico Cerro de las Campanas.

A unos 240 kilómetros al noroeste de la capital mexicana, la ciudad de Santiago de Querétaro es un importante polo industrial plagado de historia que además atrae muchísimo turismo. Cuando uno la visita es casi obligatorio realizar el cititour para conocerla un poco más profundamente, y en nuestro caso lo contratamos en el mismo hotel donde nos alojábamos, con un excelente resultado. La excursión, a cargo del extraordinario guía Luis Molina no tiene desperdicio alguno y consta de tres paradas.

Hacia el oeste de la ciudad se encuentra el Cerro de las Campanas, primera parada del paseo que como su nombre lo indica se trata de una pequeña colina en la que pasaron grandes cosas. Prolijamente parquizado, a la cumbre del cerro se accede a través de una serie de escalinatas que hacen el ascenso un poco más fácil. La denominación del lugar proviene de las piedras diseminadas por el parque, que tienen la particularidad de emitir sonidos metálicos similares al de una campana, al ser golpeadas con otras rocas. Escucharlo es realmente sorprendente.

Cuando uno camina por los senderos del parque poco puede imaginarse de los hechos que se dieron en aquél lugar hace siglos atrás. Por suerte allí está con nosotros Luis para contarnos con detalle cómo es que Querétaro concentra una parte importante de historia mexicana y cómo el cerro en sí es el epicentro de tal concentración. Y es que en ese momento estamos pisando el punto exacto donde cae definitivamente el absolutismo en México y nace la Segunda República, hechos históricos que marcaron al país entero.

Acorralado por las fuerzas comandadas por el general Mariano Escobedo (cuya estatua ecuestre se levanta frente a la entrada del parque), y luego de perder el apoyo militar de Napoleón que de repente se vio envuelto en una guerra europea, el Emperador Maximiliano de Absburgo se rindió en este mismo cerro luego de haber soportado el intenso sitio a la ciudad que habían impuesto las tropas republicanas. Tanto él como sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron puestos prisioneros y juzgados en el Teatro de la República, donde fueron condenados a muerte por fusilamiento.

La sentencia se concretó el 19 de junio de 1867, también en el Cerro de las Campanas, más puntualmente en donde hoy en día se levanta una capilla. En aquella época había allí un paredón de fusilamiento donde estas tres figuras históricas fueron ejecutadas por un pelotón de 18 soldados, y el punto exacto donde estuvo parado cada uno de los sentenciados al momento de morir fue marcado con una cruz, que luego fue remplazada por una pequeña columna rectangular. Es por eso que antiguamente el lugar era conocido como «El Cerro de las Tres Cruces».

Una vez restablecidas las relaciones con Austria luego del conflicto bélico, el país europeo pidió permiso para construir la capilla que hoy en día se levanta allí en honor a Maximiliano. Al fondo, en el retablo, se puede apreciar una réplica de «La Piedad», donde según se dice, la figura de Jesús ha sido reemplazada por la del emperador ejecutado, estando aquí esta obra de arte por donación de su madre, la Archiduquesa Sofía. Por otro lado la cruz en lo alto es la misma que tenía la fragata en la que Maximiliano y su esposa llegaron a tierras mexicanas, que sería luego el mismo navío que transportaría su cuerpo ya sin vida de vuelta a Europa.

Cien años después del fusilamiento el Cerro de las Campanas fue coronado con una gigantesca estatua del presidente Benito Juarez, gran ganador de la gesta acaecida en el siglo anterior. Como para que no queden dudas de quién fue el vencedor, la mole de piedra está varios metros por encima de la capilla en honor a Maximiliano.  Si uno logra quitarle la vista de encima podrá tener una hermosa panorámica de la ciudad de Querétaro desde la cima del cerro.

Aquí se encuentra también el Museo del Cerro de las Campanas, antiguamente llamado «Museo de la Magia del Pasado», pero como nosotros fuimos un lunes (único día de la semana que permanece cerrado) no pudimos visitarlo. Sin embargo, la temática del museo es básicamente la historia, y a juzgar por el tenor de los acontecimientos que tuvieron lugar en esta colina, supongo que bien vale la pena visitarlo.

Como bien vale la pena el esfuerzo de subir las escalinatas para descubrir este hermoso lugar. Sin dudas, uno de los imperdibles de Santiago de Querétaro.