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El Reloj Astronómico de Praga: Dando la hora desde el Siglo XV.

Desde su construcción, en el año 1410, la pared sur del ayuntamiento de la capital checa alberga uno de los símbolos más famosos de la ciudad. Ubicado en la Plaza de la Ciudad Vieja, el reloj astronómico de Praga es un complejo artefacto que data de la Edad Media y consta de 3 partes que le permiten medir el tiempo de 5 formas diferentes, en simultáneo.

En la parte central se ubica la así llamada esfera astronómica, que tiene la particularidad de mostrar la hora del día en 3 formas diferentes, además de indicar la posición del sol con respecto a los signos del zodiaco, y la posición de la luna.

El diseño del reloj emula a un astrolabio, antiguo instrumento de navegación.

Por un lado tenemos la mano dorada que marca las horas del día en números romanos, tal como la expresamos habitualmente. En segundo término está el anillo externo que expresa los números en tipografía Schwabacher y mide el tiempo según el sistema que se utilizaba antiguamente en la región de Bohemia. Por último, los números arábigos de la cara interna muestran el transcurso del día entre el amanecer y el atardecer en «horas desiguales», es decir que tiene en cuenta que los días son más largos en verano que en invierno.

La Plaza de la Ciudad Vieja, coronada por la torre del Ayuntamiento. En su cara sur se encuentra el reloj astronómico.

La parte inferior del reloj es más moderna y data del siglo XIX. Este anillo dorado es un calendario que muestra los meses y las estaciones, donde cada uno cuenta con una pintura de un artista checo. Por su parte, el extremo superior del reloj tiene dos ventanas que se abren cada vez que da una hora exacta, momento en que el reloj suena y por estas aberturas aparecen las figuras de los 12 apóstoles (6 de ellos en cada una), que bailan ante la vista del público que se concentra en la calle.

El panel principal con sus anillos superpuestos muestra la hora en 3 formas diferentes rodeado de figuras simbólicas.

Además de una maquinaria de relojería única, el reloj astronómico es una verdadera obra de arte cargada de simbolismo. A las de los apóstoles se agregan 4 figuras más que cobran vida a cada hora, mientras suenan las campanadas. Así encontramos en el flanco izquierdo del cuadrante astronómico una figura llevando una bolsa llena que representa a un comerciante, y a un hombre mirándose al espejo. Avaricia y vanidad son dos de los pecados en los que el reloj les recuerda a los habitantes de Praga que no deben caer. Misma suerte corre para el turco con la mandolina que, desde el lado derecho del reloj representa a la lujuria. Pero sin lugar a dudas la figura que más llama la atención es la más tenebrosa: al lado del turco un esqueleto toca la campana que marca el paso de las horas. El mensaje es evidente: cada serie de campanadas que escuchás es una hora más cerca que estás de lo inevitable: tu propia muerte.

Vista nocturna vertical del reloj astronómico de Praga, el más famoso de toda Europa.

Como no podía ser de otra manera, el reloj astronómico de Praga es un artefacto tan maravilloso y antiguo que cuenta con su propias leyendas. Así, a pesar de que ahora se sabe que no es cierto, por mucho tiempo se creyó que su inventor fue el maestro relojero Hanus, y que a fin de que no pudiera repetir una obra tan perfecta en otra ciudad del mundo, los consejales del ayuntamiento decidieron dejarlo ciego. Mientras que una creencia que sigue vigente hasta hoy en día es la que dice que, cada vez que el reloj sufre alguna avería y se para, la ciudad vive alguna desgracia.

Los turistas se agolpan a toda hora frente al reloj. La aglomeración crece a medida que se acerca cada hora exacta.

Así que ya sabés, si estás por Praga no podés dejar de pasar por la Plaza de la Ciudad Vieja para apreciar su magnífico reloj, que marca todas las horas entre las 9:00 y las 21:00. Además se puede visitar el ayuntamiento y subir a la torre del reloj para conocer su mecanismo por adentro, aunque en este caso hay que abonar la entrada y, al menos en el momento de nuestra visita, no contaba con guiadas en español. Sea como sea, tendrás que armarte de paciencia porque, no importa la hora a la que vayas, la calle frente al reloj está permanentemente abarrotada de turistas que esperan por ver el movimiento de las figuras. Y por supuesto, más que aconsejable mirar que el reloj esté funcionando, porque de lo contrario algo terrible podría estar por pasar en la ciudad.

Para que vayas tomando el ritmo de la fascinante Praga, dejo el video del reloj dando la hora, mientras los apóstoles bailan.

De Berlín a Praga en Primera Clase, por ferrocarril.

Para viajar desde la capital alemana hasta Praga, el gran objetivo del último periplo europeo, elegí hacerlo en tren. Desde la tranquilidad de mi casa, meses antes de comenzar el viaje, no me di cuenta de tomar notas de las comparaciones y análisis que me hicieron tomar esa decisión, pero recuerdo haber comparado la duración de los vuelos con el tramo en tren, y considerar que este último sale y llega al centro de las ciudades y no necesita que uno llegue con tanta anticipación al andén.

Así emití el pasaje a través de la página web RailEurope que te permite comparar en el momento las diferentes opciones para viajar en ferrocarril por Europa, y ahí mismo elegí el upgrade a primera clase porque la diferencia en ese momento era de unos pocos euros y me intrigaba saber cómo era viajar en el vagón más exclusivo de la formación.

A diferencia de otras ocasiones (incluyendo otros tramos en ferrocarril que hice en este mismo viaje), el pasaje para abordar el tren hacia la República Checa no llegó por mail para imprimir en casa, sino que la única forma de retiro disponible era imprimirlo en la estación. Para eso llegué media hora antes de la salida, y me dirigí a una de las máquinas que tiene el DB distribuidas por todo el hall de la estación.

Se puede imprimir desde cualquiera de las máquinas, incluso las del S-Bahn (el tren metropolitano que también pertenece al Deutsche Bahn), en cuyo caso bastará marcar el logo del DB en la pantalla. Las instrucciones sobre cómo imprimir el ticket sí llegan por mail al momento de la compra, y en mi caso tomé la precaución de llevarlas impresas. Hay que tener en cuenta que, como en mi caso yo había reservado asientos al momento de comprar el pasaje, la máquina imprimirá 2 cosas: el pasaje en sí, y la reserva del asiento. Por supuesto, esta última no tiene validez sin el primero. Los tickets están disponibles desde que se confirma la compra hasta el momento de la partida del tren, y para imprimirlos hay que tipear el número de referencia de la transacción, tal como cuando tramitás el boarding pass para el aéreo, o incluso cuando imprimís en las máquinas de autoservicio tu entrada para el cine.

El siguiente paso será encontrar el tren correcto y abordarlo. Para ello me encontré con otra diferencia con otros viajes en tren por Europa: el pasaje no indica el número de andén, sino que solamente muestra el número del tren asignado. Con este dato habrá que chequear las pantallas de información para encontrar a qué andén debemos dirigirnos.

Identificar el tren no será nada problemático, su color azul lo diferencia claramente del resto. Además a simple vista se ve que se trata de un tren antiguo, que nada tiene que ver con las modernas máquinas de alta velocidad a las que Europa nos tiene acostumbrados. Resulta casi evidente que esta vez nuestro destino está detrás de lo que alguna vez fue la cortina de hierro del comunismo. Cuando se ponga en movimiento, el ruido del tren (comparado con el andar silencioso de los más modernos) nos dará esa misma sensación una vez más.

Por supuesto que una vez a bordo también hay grandes diferencias. La que más salta a la vista es que no hay espacios para dejar las valijas, sino que sobre los asientos están dispuestos unos enormes y muy incómodos portaequipajes. No será fácil levantar las maletas llenas y pesadas por sobre la cabeza para acomodarlas en aquél lugar, e incluso un matrimonio mayor que viajaba cerca nuestro, ante la imposibilidad subirlas, dejó sus valijas en el pasillo hasta que llegó el guarda y les indicó que aquello estaba prohibido.

La disposición de los asientos (que aunque son mullidos, no se reclinan, a pesar de estar en primera), es de 1-2, y todos cuentan con una mesa rígida de madera en la que hay empotrado un pequeño tacho de basura hábilmente disimulado. Además cada asiento tiene su luz de lectura individual y debajo de la mesa se encuentran los toma corrientes y conexiones USB para cargar baterías. Lo que resulta francamente incómodo es el perchero, ya que en caso de colgar algún abrigo allí la prenda cairá justamente sobre tu cara.

Otro punto importante será distinguir si el asiento que tenemos enfrente está reservado o no. En caso de haberlo contratado, el ticket de reserva indicará el vagón y el número de asiento, con lo cual podremos encontrar el correcto porque está claramente identificado, pero sobre el número en sí hay un pequeño acrílico que en algunos casos contiene un cartón con información y en otros está vacío. En estos últimos se trata de asientos sin reserva, mientras que en los otros el cartón indica la estación de partida y la de destino de la reserva: entre ellas ese lugar ya está ocupado.

El viaje en sí es largo, así que más que recomendado tener a mano un buen libro para matar el tiempo. De la sed no hace falta preocuparse porque avanzado el recorrido el personal entrega una botellita de agua mineral de cortesía.