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Through Catamarca’s puna to Antofagasta de la Sierra.

This excursion through the puna to Antofasta de la Sierra (including a stop in the impressive Campo de Piedra Pómez) was, without a doubt, one of the highlights of my last vacations.

The first day of the excursion started early in the morning with a good breakfast in Posada Las Cardas, the excellent hotel where we spent the night in Belen. Sergio was our driver and our guide, and we brought mate, cookies, hat, sunglasses and, of course, our cameras with full batteries. We were ready for a 10 hours trip.

Blue sky and green vegetation at the beginning.

We left the town driving along the famous Route 40 to the North and made a stop in the Belen’s Ravine to take a few photos on the Belen River flowing between the mountains. After a few minutes we took the Provincial Route 36, and later, at Puerta del Corral Quemado, we took the Route 43. At this point, some huge and particular rocks along the street caught our attention. It was a geological formation called «Old Port» as the rocks looked like ships. Using your imagination you can «see» there a lot of moored vessels.

The geological formation called «Old Port».

After a brief stop at a city shop in Villa Vil we continued the journey. Sometimes the road was paved and sometimes it wasn’t, but as we advanced the landscapes were more and more incredible.

The non-paved road usually is traveled by mining trucks.

I have to say, Sergio was an excellent guide. While he was driving he explained to us all the details about what we were seeing. He made us notice how the landspace is constantly changing, and how sometimes we could see a mountain full of vegetation, which then, a few kilometers later and from a different angle, showed a completely bare rock wall. There you can see the marks of the water erosion.

Sergio’s hand on the wheel.

But the biggest change happens when you can see something yellow on the ground. After a few curves there are no more doubts: It’s sand. We are close to the Randolfo’s Slope and there are hugh sand dunes that cover most of the mountain. Due to the action of the wind these dunes are constantly changing position.

The amazing Randolfo’s dunes.

From this point, everything changes. There is less vegetation: no more trees, but just a few bushes. The weather becomes arid, in this area of the country it hardly rains. You can see how the mountains get farther and farther, until you finally see them on the horizon. Wellcome to the Atacama’s Puna, an amazing and beatiful place where there’s almost no vegetation and the ground is made of stone.

Some landscapes from the Catamarca’s pune.

There isn’t much life here, really. But sometimes you can see groups of vicunas which usually are near wetlands, as they need some water to live. While driving you have to be very carefull with the vicunas. They can suddenly cross the road and cause an accident.

Be carefull with the vicunas! They may cause and accident…

In the distance, everywhere, you can see now volcanoes. You can identify them by their dark colors. Around them you can see also little hills: they are secondary volcano’s mouths, which are sometimes more dangerous than the main one. Anyway, Sergio reassures us: The last eruption took place here 12 million years ago so, don’t worry. We can relax and enjoy.

Deviation to the Pumice Field.

We had lunch in El Peñon, a small town in the middle of the puna. There we enjoyed some regional food before continuing the journey. A few meters away some unbelievable colors made us stop. This is the view you can enjoy from there.

Amazing colores near the town El Peñon.

Now we could see lots of volcanic rocks, everywhere. Closer and closer. Two classes can be distinguished: solid stones on the left of the road, and much more porous on the right. Both of them, black stones. Some of them forming true black stone walls.

Vulcanos on the horizon, everywhere.

Once we leave behind those black rocks behind, it’s like magic. The landscape changes completely, again. Now we can see a colourful puna, with greens and yellows around the beatiful Antofagasta Lagoon.

Black volcanic rocks on both sides of the road.

It was late afternoon when we finally arrived to Antofagasta de la Sierra, a quiet and small town in the puna where we would spend the night. It was a very long day. We were tired, but happy. It was really worth it.

The Catamarca’s puna is not famous. Not even in Argentina. But it’s amazing, one of the most beatiful places in the country, I can say now. I really recommend it. And if you want to do this excursion, one of the alternatives is the Chaku Aventuras agency. You can contact them and check the available options. Just choose the one you like the most.

Por la puna catamarqueña hasta Antofagasta de la Sierra.

La excursión de 2 días y 1 noche para llegar hasta Antofagasta de la Sierra (el impresionante Campo de Piedra Pómez incluido) prometía ser uno de los puntos más altos de las vacaciones, y como era de esperar, no defraudó.

El primer día de aventura comenzó temprano con un buen desayuno en la Posada Las Cardas, el excelente alojamiento donde dormimos en Belén, y donde hicimos entrega de nuestra habitación para encaramarnos en la impecable 4×4 de Sergio, el guía con el que realizaríamos el viaje. Íbamos preparados con agua, mate, algunas galletitas, gorro y lentes de sol y, por supuesto, las cámaras fotográficas con baterías full para gatillar sin cesar durante las casi 10 horas que tardaríamos en cubrir la primer parte de la excursión, hasta llegar a Antofagasta de la Sierra donde pasaríamos la noche.

El azul del cielo y el verde de la vegetación son los colores que caracterizan la primer parte de la excursión.

El viaje comenzó tranquilamente, saliendo de la ciudad por la mítica Ruta 40 hacia el norte, y recorriendo la Quebrada de Belén donde hicimos un breve alto para sacar algunas fotos del río homónimo corriendo por entre las montañas en un entorno donde el verde de la vegetación se destaca. No nos detuvimos mucho tiempo, pues recién empezábamos y quedaba mucho por recorrer, y pronto nos estábamos desviando por la ruta provincial 36 para luego empalmar con la 43 en Puerta del Corral Quemado, punto en el que hacia la izquierda de la ruta unas enormes y particulares rocas nos llamaron la atención. Se trataba de la formación geológica llamada Puerto Viejo a causa de su forma de proa de barco, que trae a la mente la imagen de un sinfín de embarcaciones amarradas en un puerto.

Las formaciones geológicas Puerto Viejo sobresalen del terreno como si fueran embarcaciones amarradas.

Luego de una breve parada en un puesto municipal de Villa Vil en el que se exponen diferentes artesanías (y donde algún recuerdo te podés comprar), seguimos viaje por una ruta asfaltada por partes, sin dejar de mirar a un lado y el otro constantemente, ante los paisajes que íbamos descubriendo a medida que nos adentrábamos en la montaña.

La ruta por momentos es asfaltada, y por momentos de ripio. Suele estar transitada por los camiones de las mineras.

Además de buen conductor, Sergio resultó un guía excelente que en todo momento nos iba explicando lo que aparecía ante nuestros ojos. Así nos llamó la atención sobre cómo el paisaje va cambiando constantemente, y cómo en un momento se veían las laderas llenas de vegetación y luego, unos kilómetros más adelante, esa misma montaña vista desde la otra cara presentaba una pared de piedra desnuda donde se podían apreciar las marcas de la erosión hídrica en forma vertical (ya que el proceso es causado por la lluvia).

Con mano firme sobre el volante, Sergio de Chaku Aventuras nos guió y frenó cuantas veces quisimos para sacar fotos.

Pero con seguridad el cambio más rotundo se da cuando la camioneta avanza rápidamente y a los costados el suelo comienza a percibirse más amarillento. Luego de algunas curvas no quedan más dudas: se trata de arena y frente a nosotros tenemos la impresionante Cuesta de Randolfo donde las dunas cubren prácticamente la montaña. Un alto obligado en nuestro viaje para tomar fotos impensadas y volver a la niñez mientras trepamos esos inmensos médanos rodeados de roca viva, que además cambian de posición todo tiempo por efecto del viento.

Y en el medio de la montaña, de la nada, surgen estos enormes médanos. Son las impresionantes Dunas de Randolfo.

Ese es un punto de inflexión en el viaje, a partir de aquí el paisaje cambia: la vegetación se hace menos espesa y pierde altura casi totalmente hasta convertirse en unos arbustos que apenas sobresalen por encima del terreno. El clima se vuelve árido en una región del país donde casi no llueve, las paredes de las montañas se alejan y se las empieza a ver cada vez más en el horizonte. Entramos en la Puna de Atacama, un lugar increíblemente bello en el que por momentos no hay vegetación alguna y todo el suelo se vuelve de piedra.

La puna es una planicie a gran altura sobre el nivel del mar. Aquí las lluvias son muy escasas, y el clima muy árido.

La vida en esta zona a simple vista no abunda realmente, pero de tanto en tanto se pueden ver grupos de vicuñas cuya presencia delata la cercanía de algún humedal del que nutrirse de un bien tan preciado como escaso: el agua. Desconfiadas, las vicuñas nos observan atentamente mientras avanzamos con la 4×4, e incluso hay que tener mucho cuidado porque algunas son bien atrevidas y pueden cruzar la ruta sin ningún aviso previo. Tener un accidente en un lugar tan desolado no sería buena idea.

Las vicuñas se mantienen cerca de los humedales que les proveen el agua para vivir. Lo mismo hacen las poblaciones.

A lo lejos, y por todos lados, comienzan a verse volcanes, que se distinguen mayormente por su color oscuro. Alrededor suele haber elevaciones más pequeñas que son las bocas secundarias, más peligrosas a veces que la principal porque puede ser que la erupción explote por ellas. Igualmente, Sergio nos tranquiliza informándonos que han pasado unos 12 millones de años desde la última erupción, así que no tenemos de qué preocuparnos y podemos dedicarnos a contemplar las maravillas naturales que nos rodean y desprenden unos colores increíbles.

En un momento dado, luego de salir de El Peñón, se cruza el desvío al Campo de Piedra Pómez, que tendrá su post.

En el pequeño poblado El Peñón hacemos el alto más largo de la travesía para almorzar un menú regional en uno de los comedores del lugar, y con la panza llena ya estamos listos para seguir viaje, aunque los colores de otro mundo nos obligan a parar a unos pocos metros más allá, en el mirador de la virgen.

Los colores son intensos en toda la puna, pero en algunos puntos como el mirador de la virgen resaltan más.

Luego empezamos a descubrir las rocas volcánicas que, con su negro intenso, están cada vez más cercanas. Hay de dos tipos: al basalto, hacia la izquierda de la ruta, se lo ve bien sólido, mientras que hacia el otro lado se aprecian rocas mucho más porosas pero no por eso menos duras, que se extienden a lo largo de lo que alcanza la vista, e incluso forman enormes paredes de negrura.

Sobre el horizonte se alzan las siluetas de los volcanes, uno detrás del otro. Hacia donde mires, es una excelente foto.

Atravesándolas, casi por arte de magia, el escenario vuelve a cambiar abruptamente y delante de nuestros ojos se extiende una puna colorida, con verdes y amarillos que rodean la hermosa laguna de Antofagasta.

La roca volcánica se destaca por su color oscuro y llegando a Antofagasta se alza en verdaderos paredones negros.

Cae la tarde y el primer (y larguísimo) tramo de la excursión está a punto de llegar a su fin, cuando ingresamos lentamente en el pequeño y tranquilo pueblo de Antofagasta de la Sierra, del que ya hablaremos en otra ocasión.

Hay mucho más para compartir con todos ustedes de esta excursión alucinante que hicimos por la puna catamarqueña, pero no hay post, foto o video que pueda expresar tanta belleza natural. Lo mejor, y la única forma real de conocerlo, es vivirlo en carne propia. Para eso podés ponerte en contacto con Chaku Aventuras y dejá que la hermosa Catamarca te vuele la peluca.