Fue en el Museo del Cablecarril donde una foto me llamó poderosamente la atención y me movió a consultar a la guía. La imagen parecía estar trucada, pero la guía me contestó que no, que ese paisaje no solo existía, sino que además estaba a pocos kilómetros de la ciudad y se podía visitar. Así que a partir de ese momento se me convirtió en uno de los puntos a conocer durante mi estadía en Chilecito, La Rioja.

La belleza del paisaje alrededor bien vale levantar la cámara para fotografiar las montañas en el horizonte.
La imagen es tan clara como simple. Se trata de dos cursos de agua distintos, uno de color amarillo y el otro azul oscuro, que en un punto se unen pero sus aguas no logran fusionarse, y corren varios metros separadas entre sí, cada una con el color que le es propio y que puede identificarse perfectamente un tiempo, antes de que el ocre gane la pulseada y torne todo el torrente del río en color amarillo.

Las aguas del Río Amarillo, con gran cantidad de metales pesados, no son aptas para el consumo.
Si bien no es algo que se pueda catalogar como «impresionante» ya que ninguno de los dos cursos de agua es muy caudaloso (aunque esto debe depender de la época en que vayas, a juzgar por el ancho del cauce que está mayormente seco), sí se trata de un extraño fenómeno lindo de ver, excelente para fotografiar, y difícil de encontrar ya que no se da en muchos lugares del mundo. Por eso, cuando visites Chilecito, es casi un paso obligado ya que, aunque viajes por todo el planeta son pocas las chances de ver algo así.

El cauce del río es ancho, pero en verano aparece mayormente seco y permite caminar por él hasta la confluencia.
Para llegar hasta este punto se puede ir en vehículo normal, aunque habrá que tener precaución al cruzar algunos badenes. Se debe salir de la ciudad por la Ruta 14 en dirección a la Fundición Santa Florentina, punto en el que hay que salirse de la ruta para pasar por detrás de las ruinas. Así se llegará a la Plaza del Minero a la que hay que rodear para tomar un camino de ripio que nos llevará a una zona de campings, siempre yendo en paralelo al río aunque no podamos verlo.

Mapa que muestra cómo llegar desde el centro de Chilecito hasta la Unión de los dos ríos.
Luego de varios minutos de conducir con precaución se llegará hasta una cartel azul que anuncia que estamos a 200 metros del objetivo. Más allá del cartel, el camino baja hasta un enorme badén que cruza el lecho del río y sigue más allá. Ya ese badén no me animaría a pasarlo en un vehículo común, ya que aunque esté mayormente seco el trecho es largo y muy pedregoso. Pero para ir a sacar la foto no hace falta cruzar, basta con dejar el auto a un costado, bien estacionado, y seguir por el lecho del río a pie algunos minutos más, en dirección hacia la derecha.

Más allá del badén que cruza el lecho, el camino sigue. De querer cruzar, recomiendo hacerlo en una 4×4.
El terreno es rocoso y habrá que caminar con precaución. Lo ideal será buscar el agua y seguirle el rastro, así será más fácil encontrar el punto en que ambos ríos se unen. Allí se ve perfectamente cómo el Río Amarillo, que nace en las inmediaciones de la Mina La Mejicana y desde allí arrastra dióxido ferroso, converge con el Río de la Quebrada del Agua Negra (o Río Negro como se lo conoce normalmente en Chilecito), cuyas aguas cristalinas logran avanzar varios metros antes de contaminarse con el ocre del otro.

Muy pedregoso. Así es el lecho del río por el que hay que caminar unos 200 metros. Habrá que hacerlo con cuidado.
Eso sí, si la idea es (como en nuestro caso) aprovechar la belleza del paisaje para tomar unos mates, lamento tirarla abajo, pero como se ve en las fotos no hay una gota de sombra. A lo sumo si te podés acurrucar contra alguna roca más grande, pero será igualmente tan incómodo que no lo recomiendo. Lo mejor es llevarse gorro, lentes de sol y protector, caminar hasta la confluencia para tomar las fotos, y luego de admirar esa maravilla de la naturaleza, volver al reparo de la sombra para, ahora sí, disfrutar de unos buenos amargos como corresponde.