Apenas uno llega a la ciudad de Chilecito una enorme estructura metálica montada en sólidas columnas que avanzan rectas hacia la montaña es lo primero que llama la atención. Imposible pasar por esta localidad riojana y no notar los vestigios del impresionante cablecarril, del cual ya hablamos un poco es este otro post al que accedés desde acá.

Hoy en día semejante obra de ingeniería no funciona más como brazo ejecutor de las actividades mineras de la zona, pero es parte importante de su historia y por tanto, un atractivo turístico que no podía prescindir de su propio museo.

El Museo del Cablecarril está ubicado en la Estación 1, esa estructura gigante que se ve elevada hacia la derecha de la Ruta 40 cuando uno ingresa a la ciudad. Al costado de la estación, casi escondido por las frondosas parras de que hace gala, el museo guarda testimonios de lo que fue tanto la construcción del cablecarril como su funcionamiento.

La visita es guiada y para el verano del 2020 costaba $60 por persona. Eso te da derecho a recorrer las diferentes salas acompañado de un guía, cosa recomendable para poder entender bien qué es lo que se está viendo.

La primer sala muestra por ejemplo cómo eran las comunicaciones de la época, entre ellas los teléfonos portátiles con sus respectivas baterías, que se utilizaban en las diferentes estaciones a lo largo del recorrido. También resulta interesante ver los registros de la época, en mi caso particularmente los referentes a la carga que iban descendiendo con las vagonetas todos los días.

El guía también explicará el funcionamiento del cablecarril y la función de las diferentes tipo de estaciones, ya que no todas eran iguales. Un punto interesante es la sala donde se exhibe el motor que servía para hacer funcionar todo ese impresionante mecanismo.

Y el entender que se ensambló todo a base de remaches. No se utilizaban tuercas, sino que los enormes tornillos eran introducidos en las vigas al rojo vivo y luego se los enfriaba precipitadamente, cuestión que quedaran firmemente soldados.

Las fotos, en particular la secuencia que muestran en el exterior del museo contando cómo fue el paso a paso de la construcción, no tienen desperdicio. La recorrida finalizará en la última sala donde hay un par de álbumes de fotos para hojear. Y el paseo luego sigue, ya que si llegaste hasta Chilecito, al menos tenés que ir a visitar la Estación 2. Pero eso, será cuestión de otro post.