Sin sorpresas pero con dramatismo. Así se lo podría describir al último informe de mercado aéreo de pasajeros que publicó IATA con respecto a lo sucedido en marzo pasado, ya con el Coronavirus afectando a casi todos los países del mundo.
Como era previsible por las medidas sanitarias adoptadas por gobiernos en todo el globo, los ingresos por kilómetros-pasajeros (RPK Revenue Passenger Kilometers), la unidad de medida con que IATA analiza el mercado de viajes aéreos, en marzo cayó estrepitosamente un 52.9% interanual, el mayor declive que se haya visto en la historia reciente. De hecho, desde que IATA comenzó a tomar estos registros el mayor descenso en la demanda de viajes se había dado luego de los atentados de las Torres Gemelas y tan sólo había llegado al 19% en octubre y al 16% en noviembre del 2001. Se nota a simple vista la magnitud de la crisis actual que enfrenta la industria aérea.
La perspectiva a futuro no es alentadora tampoco. Aún cuando las restricciones gubernamentales comiencen a levantarse en las próximas semanas (como ya se ve que está sucediendo en China) hay algo fundamental que no se recuperará rápidamente: nada más y nada menos que las intenciones de viajar por parte de la gente. A diferencia de la encuesta que se había llevado adelante en febrero, en el estudio realizado en abril al menos el 30% del público estimó que esperará 6 meses como mínimo para volver a viajar. Cada vez son menos los que quieren viajar de todas formas apenas puedan, y van en ascenso las barras que indican esperas, incluso la de los que van a esperar un año entero. Y como es obvio, sin viajeros que quieran volar, no tendrá sentido programar vuelo alguno.
En este contexto desafiante la oferta de vuelos también disminuyó. Gran parte de esta reducción tuvo que ver con decisiones gubernamentales de cierre de fronteras, pero también es cierto que las líneas aéreas han desprogramado vuelos por decisión propia en respuesta a la caída en picada en la que entró la demanda. Aún así, con una baja en la capacidad del 36.2%, los operadores no fueron capaces de ajustar lo suficiente, con lo cual el factor de ocupación cayó 22 puntos con respecto a marzo 2019. La mayoría de las regiones registraron records negativos en cuanto a su factor de ocupación.
Esto fue la clara consecuencia del desplome de la demanda de viajes en todo el mundo, circunstancia a la que ninguna región fue ajena. De hecho, mirar la performance regionalizada es casi como hacer un repaso por las noticias de cómo el virus se iba esparciendo por el mundo. La zona más impactada en marzo fue Asia, primer epicentro de la pandemia, y luego le siguen Europa y Norteamérica, las dos zonas más afectadas a medida que la enfermedad fue ganando terreno en el planisferio. Igualmente, como se aprecia en el gráfico, aún África que fue la menos afectada muestra cifras dramáticas, y Medio Oriente, la única región que había reportado números positivos en febrero, en marzo ha mostrado una caída devastadora.
Una actualidad compleja y un futuro incierto para una industria de vital importancia, pero que hoy en día clama por ayuda.