No solo de vidas humanas se nutre el terrible COVID-19 al que apenas algunas semanas le fueron suficientes para cambiar radicalmente el mundo, sino que también mata empresas. La crisis sin precedentes desatada en la industria de la aviación abrió un nuevo capítulo la semana pasada cuando la alemana Lufthansa confirmó el cese definitivo de las operaciones de su subsidiaria Germanwings, dedicada al mercado de las low cost, quizá el área del negocio más impactada hasta ahora.

A320 de Germanwings. Sus colores ya no se verán en los aeropuertos europeos.
La situación de la industria no es fácil en estos días, y el conglomerado germano no es excepción. De hecho, en conversaciones con su división de cargas, se supo que ya han recurrido por ayuda al gobierno alemán, planteando un panorama desolador: Así como vienen las cosas, no habrá compañía aérea que sobreviva sin ayuda del estado. Si bien la canciller Merkel no solo escuchó, sino que incluso prometió ayuda gubernamental, Lufthansa ya ha puesto en marcha un plan para reducir costos e intentar sobrevivir.

La subisidiaria Eurowings seguirá operando, pero ya no realizará vuelos long haul.
Dentro del marco de este plan se encuadra el cierre de Germanwings, una empresa que ya venía golpeada en cuanto a reputación desde 2015 cuando un primer oficial suicida decidió estrellar el A320 que piloteaba contra los Alpes franceses, matando así a 150 personas. Con esta drástica medida al menos unos 1400 trabajadores (entre pilotos y auxiliares de vuelo) perderán su trabajo; motivo por el que Markus Wahl, presidente del sindicato que los nuclea, describió la decisión como «repulsiva y de sangre fría», entendiendo que a esta altura se trata de algo desmedido.

A380 de Lufthansa en Miami. El avión de pasajeros más grande del mundo será una de las bajas en la flota.
Sin embargo los directivos de la empresa ven la presente situación con verdadero pesimismo. Según sus cálculos pasarán meses antes de que las restricciones para viajes se levanten en su totalidad, y esto provocará que los niveles pre-crisis tarden años enteros en volver. En este contexto, Lufthansa no sólo le puso punto final a Germanwings, sino que también recortará las operaciones de largo alcance de su otra marca menor: Eurowings. Además acelerará el proceso de reducción de su flota, con lo cual en el futuro inmediato saldrán de la flota de Lufthansa 6 A380, 7 A340-600 y 5 B747-400, mientras que Lufthansa Cityline desafectará 3 A340-300. Claramente, los viejos cuatrimotores (que consumen grandes cantidades de combustible y por tanto son caros de operar) son los primeros en caer en desgracia.

Un A340-300 de Lufthansa en aproximación final al aeropuerto de Hamburgo. Otro de los que se quedan afuera.
Claro que el resto de las áreas del grupo no son ajenas a todo esto. Austrian y Brussels Airlines han comenzado también programas de reestructuración, mientras que Swiss demorará la entrega de nuevos aviones por parte de sus fabricantes.

Austrian Airlines también sufrirá una reestructuración próximamente.
Si bien estas noticias parecen lejanas aún, no podemos descartar que tengan un impacto en el mercado argentino. Antes del cierre de fronteras, Lufthansa volaba a Argentina una frecuencia diaria de pasajeros con sus flamantes B747-8i. Evidentemente cuando el mercado comience a reactivarse la aerolínea deberá reorganizar su flota y rutas, y por supuesto que eso dependerá de la evolución de la demanda. Habrá que ver si Ezeiza sigue siendo un punto tan atractivo para seguir viniendo de forma diaria, o si deberá ceder alguno de sus vuelos a otra ruta que esté performando mejor.

El B747-8i en su versión livery retro despegando de Ezeiza. Seguirá llegando a Argentina todos los días?
Lo que sí está descontado es que la recuperación de los vuelos en todo el mundo será lenta y dolorosa. Y que en el proceso, habrá liveries, colores y nombres que dejarán de existir.