Paradógicamente uno de los imperdibles para hacer en Merlo no está en la provincia de San Luis (como la localidad en sí), sino en la vecina Córdoba. Bien asesorados por los colaboradores de la Reserva Rincón del Este nos enteramos de que la llegada del atardecer es la mejor hora para seguir cuesta arriba por la ruta 5, cruzar la frontera interprovincial y llegar hasta el Mirador de los Cóndores.
Ya de por sí el camino es super interesante. Se van atravesando con el auto las Sierras de los Comechingones en un camino de cornisa lleno de curvas y contracurvas que obligan a ir despacio y con cuidado, pero que a la vez generan tentanción de apreciar el paisaje que nos rodea.
Para ceder a esa tentanción hay varios puntos en la ruta que nos permitirán estacionar el auto y tener un momento de contemplación. El primero está allí mismo, frente a la salida de la reserva, y es el Mirador de las Águilas, aunque ese día y en ese momento entre la bruma y el sol de frente no era mucho lo que se podía apreciar.
El siguiente punto es el Mirador del Sol, una curva cerrada en la ruta que desemboca en una pequeña plataforma donde se puede estacionar el auto (si encontrás lugar, claro), rodeada de puestos donde se venden desde refrigerios hasta artesanías. A partir de allí la ruta sube de forma más agresiva y luego de recorrer 9 kilómetros más, el asfalto da lugar al ripio y se llega hasta la confitería Mirador de los Cóndores.
El acceso del auto se cobra $50, monto que se descuenta luego del total de la consumisión siempre que se gasten más de $100 (precios relevados en abril 2019), con lo cual en definitiva el estacionamiento termina saliendo gratis. Y la vista, especialmente al atardecer, no tiene precio.
Obviamente somos muchos los que llegamos hasta ahí para sacarle foto a la puesta del sol (tan obvio como que este muchacho sacó fotos mil veces mejores que yo!)
Pero mientras esperamos que el sol baje hay que matar el tiempo (y llenar la panza). Para ello la confitería Mirador de los Cóndores es una excelente opción. La tarta de frutos secos (al menos para mi gusto) es hiper recomendable, y si la acompañás con un licuado de banana con leche ni te cuento (la dieta? Momentáneamente suspendida).
Los precios son más que aceptables, más si consideramos que estamos en el medio de la nada, y que las porciones son abundantes. El salón, donde predomina la madera, tiene un ambiente relajado y agradable; y los ventanales de vidrio permiten disfrutar de una vista panorámica de lujo mientras degustás las delicias culinarias que te sirven.
Y también permite jugar con la cámara del celular…
Lo que sí no funciona bien es el wifi (pero bueno, a quién le interesa estar conectado en ese lugar remoto de las sierras). Y el detalle a tener en cuenta: al menos en ese momento sólo cobraban en efectivo, a pesar de tener los stickers de diferentes tarjetas de crédito pegados en las ventanas. Si algún lector fue y pudo pagar con tarjeta, avise en los comentarios!!
Obviamente, si uno va a disfrutar del atardecer, el regreso se emprenderá ya de noche, con lo cual habrá que redoblar las precauciones al manejar en bajada, con curvas cerradas que terminan en un precipicio. A no desesperar, que siendo precavido y con cuidado no hay ningún problema; es cuestión de ir lento, manejar en 2° y pisar el freno lo menos posible para evitar recalentarlos. Y siempre se puede hacer alguna pausa en el camino para descansar y tener una vista aérea nocturna de la Villa de Merlo.
Realmente, ir a Merlo amerita hacerse una escapada hasta el Mirador de los Cóndores para mirar el atardecer. No se van a arrepentir.