El nombre hace honor y referencia a su singular fachada: una réplica de vagón de tren hecha en madera y bajo un tinglado que recuerda la vieja arquitectura de las estaciones terminales ferroviarias marca inequívocamente que llegaste a Estación Potreros, el complejo de cabañas donde pasamos una semana en Potrero de los Funes, San Luis.
Las cabañas son muy lindas, con una amplia cocina comedor que cuenta con un living incorporado. La cocina está bien equipada con implementos y utensillos para cuatro personas, con la salvedad de que la mayoría de los vasos, tazas y platos son de plástico.
Las habitaciones, por el contrario, son bastante pequeñas y terminan resultando ajustadas. En la matrimonial apenas entran la cama de dos plazas y un pequeño ropero; y no hay espacio suficiente para dejar las valijas, por lo que en nuestro caso utilizamos la segunda habitación como guardarropa. Ese segundo cuarto tiene tres camas marineras, por lo que en sí la cabaña está prearada para alojar a cinco personas, pero sinceramente creo que en ese caso resultará chica, y por tanto algo incómoda.
Lo que sí está muy bien pensando son las mesitas de luz, que no son más que una tabla adosada a la pared, a cada lado de la cama, sobre la cual están las lámparas y que, en la cara de abajo cuenta con un toma corriente, ideal para cargar el celular durante la noche. Eso sí, los tomas son un tema. La verdad es que escasean en toda la cabaña, especialmente para la cantidad de artefactos electrónicos que un viajero acarrea hoy en día (y más si la que viaja es la familia completa), así que será importante no olvidarse de poner en la valija al menos una zapatilla, para poder distribuir mejor la carga de baterías.
El baño sí es de tamaño aceptable y permitirá moverse con comodidad. La ducha es un espectáculo, y te proveen jabón en pan, adicional al jabón líquido que está dispuesto para el lavabo. En cuanto a las toallas, el punto fuerte es que se renuevan día por medio, algo poco común en el servicio de cabañas, y más habitual en un hotel propiamente dicho.
Un punto fuerte, al menos de la cabaña que alquilamos nosotros, es la parrilla de uso exclusivo. La intensa lluvia que nos acompañó durante toda la semana nos dejó con las ganas de probarla, pero está ahí a disposición, en la cochera techada que hay al lado de la cabaña. La cochera en sí es pequeña, y se ingresa por un pasillo angosto que obliga a maniobrar con mucho cuidado (un vehículo grande, de hecho, no podrá estacionar en este lugar).
El parque, compartido por todas las cabañas, está muy bien mantenido y si hubiéramos tenido días de sol habría sido ideal para tomar un mate con facturas o leer un buen libro. Ovbiamente no pudimos aprovecharla tampoco, pero la piscina se veía muy linda. De seguro en verano es tentadora.
En cuanto a comodidades adicionales las cabañas cuentan con servicio de televisión por satélite y wifi, aunque este último anda de forma intermitente. Para calefaccionar hay estufa a gas, mientras que para el verano el living tiene aire acondicionado fijado en modo frío. Los cuartos de por sí son bastante calurosos, pero equipados con ventiladores para pasar la noche, aunque sea en el mes de marzo, estuvo más que bien.
Ubicada en una calle cortada, pero a metros nomás del Circuito de Potreros de los Funes, Estación Potreros es una buena opción en caso de querer pasar una pequeña estadía conociendo esta ciudad puntana.