Llegamos hasta el Paraje Egaña, y conocemos su estación.

En la zona central de la Provincia de Buenos Aires, cerca de la localidad de Azul de la cual hablamos en el post al que podés acceder haciendo click aquí, y perteneciente al Partido de Rauch, hay una muy pequeña población llamada Egaña. Hasta allí llegamos durante el feriado de Semana Santa para conocer su castillo, y su estación de ferrocarril.

Sobre el castillo ya hablaremos más adelante, porque visitarlo fue uno de los motores del viaje a Azul y alrededores, y merece un post exclusivo. Pero cerca de él, aunque transitando por un camino de tierra, bastante abandonado a la vera de la vía del tren, se llega hasta este caserío donde el protagonismo se lo lleva el edificio de la estación.

Si bien en este momento no funciona, la Estación Egaña pertenece al Ferrocarril Roca y hasta hace algunos años atrás por su frente pasaba (aunque sin frenar según tengo entendido) el servicio que Ferrobaires tenía entre Constitución y la cercana y muy turística ciudad de Tandil.

Cruzando hacia el otro lado, frente a la estación hay un solitario vagón de madera, que por supuesto resulta muy fotogénico. El lugar está además acondicionado como un pequeño parque donde no falta alguna mesita, ideal para pasar una tarde de sol tomando mates al aire libre.

La familia Egaña, quienes eran dueños de los campos de la zona, fue la que cedió los terrenos para que se instalara la estación de ferrocarril que comenzó a funcionar en 1891. Como suele suceder, la llegada del tren transformó el paraje dándole un gran movimiento mientras funcionó. Luego, la suspensión de los servicios decretó prácticamente la desaparición del pueblo de Egaña.

Si bien no se veía un alma en la calle, tanto lo cuidada que están la estación y el parque de recreación que hay frenta a ella, como el perfecto estado en que se encuentra la pequeña capilla que se alza cruzando la calle, denotan que en Egaña hay habitantes, y que se ocupan del cuidado de su patrimonio.

No habrá mucho para hacer en este paraje, pero su estación de ferrocarril bien vale una visita para quién guste de la fotografía. Allí la visita se alargará un poco, en busca del encuadre correcto, mientras se juega con los elementos que hay a mano.

Y por supuesto si uno llega hasta allí, el Castillo de Egaña es una parada obligada. Pero eso es materia de otro post, así que te espero en Ahicito Nomás para descubrilo pronto.

¡Hasta entonces!

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