«Embarcación de fondo plano fabricada con tablones e impermeabilizada con una goma de petróleo». Esa es la definición de «trajinera», y sinceramente yo la desconocía absolutamente antes de viajar a México, y puntualmente, antes de visitar la delegación de Xochimilco y sus coloridos embarcaderos, en la capital azteca.
El paseo en trajinera es una actividad bien tradicional de la Ciudad de México, así que habrá que reservarse un día para llegarse hasta la zona sur y disfrutar de esta particular experiencia.
El origen de esta tradición se remonta a la época prehispánica, tiempos en los que los indígenas construyeron en los lagos y canales del lugar porciones de tierra llamadas chinampas que utilizaban para cultivar y sembrar. Para moverse entre las chinampas y transportar los productos obtenidas en las mismas, se construían estas embarcaciones livianas que se movían impulsadas a través de una garrocha que se apoya en el fondo del canal y empuja; tal como se hace hoy en día.
Con el correr del tiempo y el avance de la economía este medio de transporte dejó de ser necesario, ya que en sí los canales comenzaron a desaparecer a medida que avanzaba la ciudad. Sin embargo en esta zona las trajineras permanecieron activas, e incluso se las potenció como atractivo turístico, para lo cual se las dotó de mesas, sillas y techos.
Actualmente se puede ir a alguno de los embarcaderos de la zona y contratar el viaje en trajinera para pasar un buen momento. El precio se negocia ahí mismo, por lo que hay que tener presente que debe ser por la trajinera entera y no por persona. Por supuesto que mientras mayor sea el grupo, más económico será el precio final per cápita, y más suculento debiera ser la propina para el timonel.
Lo que sí no está incluido en el precio son todos los adicionales que uno pueda contratar en el agua. Y es que en eso radica lo más interesante del paseo. Lejos de ser una navegación tranquila, el primer escollo será zarpar del muelle y sortear el tremendo tráfico de embarcarciones, proceso que en general incluye algún que otro choque (con los pertinentes ademanes y comentarios de los timoneles implicados).
Y en segundo lugar está la enorme y extremadamente variada oferta de servicios y productos. Lo primero es lo primero, e hidratarse es fundamental para la vida humana, así que una de las primeras trajineras proveedoras será la cervercera. El pedido se embarcará en un tacho con hielo lleno de la marca y tipo que uno haya pedido; y al volver se pagará lo efectivamente consumido.
Hay también oferta de comidas variadas, adornos, flores, entre otros. Pero quizá lo más llamativo sean las propuestas musicales, en particular la de los Mariachis, que viajan embarcados en su trajinera propia y ofrecen a los gritos tocarte una canción. En caso de aceptar y haber lugar, los músicos transbordarán a tu trajinera. Caso contrario adosarán la suya para que ambas vayan a la par, y te cantarán desde su embarcación. Un espectáculo digno de ver. Y de escuchar.
Además de lo que se puede comprar sin bajarse del bote están también las opciones en tierra. Hay por supuesto cantidad de restaurantes con terrazas que dan hacia el canal, pero también otro tipo de locales como los viveros donde se puede comprar alguna planta para el jardín de casa. Sólo es cuestión de avisarle al timonel para que estacione donde uno le pida.
Una particularidad de las trajineras son sus nombres, plasmados en vistosos e inconfundibles carteles instalados en las embarcaciones y adornados con flores y colores. Se dice que son personas a las que el dueño quería homenajear, pero la gran cantidad de nombres femeninos hace pensar que muchos tienen que ver con las chicas a las que los trajineros querían enamorar.
Al regresar a tierra firme uno tiene también la posibilidad de comprar alguna que otra artesanía en la feria del embarcadero.
Toda una aventura la navegación en Xochimilco, desde el momento en que se negocia el precio del paseo hasta que se vuelve a tierra. Allí uno se cruzará con cantidad de turistas extranjeros, pero también con familias enteras mexicanas que alquilan la embarcación completa para ellos, se llevan las viandas y las bebidas, y pasan el día disfrutando de una actividad diferente en su propia ciudad.
Hay mucho más CDMX para compartir aún, así que te invito a seguir visitando el blog para descubrirlo juntos.