Conocemos la Casa Ronco, sede de la mayor colección de obras del Quijote fuera de España.

En plena pampa de la Provincia de Buenos Aires, Azul es un lugar de profunda impronta cultural. Uno de los hitos que respalda esta afirmación es su declaración en 2007 de «Ciudad Cervantina de la Argentina» por parte de la UNESCO. Y hay un lugar en particular que puede decirse que es donde nace tal categoría. Como no podía ser de otro modo, Ahicito Nomás estuvo en aquél lugar.

La Casa Ronco es una especie de museo biblioteca que fuera legada a la Municipalidad de Azul por Santa, esposa y viuda de Ronco, luego de su muerte. En esa casa vivieron durante largos años ella y quién sería el alma de este lugar: Bartolomé José Ronco, abogado, porteño radicado en Azul tras su casamiento con Santa, carpintero, coleccionista y apasionado por los libros.

Ronco fue un tipo muy activo y todo un protagonista de la cultura de Azul. Fue presidente de la Biblioteca Popular de la ciudad, al tiempo que propulsó la creación de la Biblioteca Popular de Laprida. Además es fundador de la Universidad Popular José Hernández, y en 1945 logró inaugurar el Museo Etnográfico y Archivo Histórico Enrique Squirru, al que dotó de su colección personal de platería mapuche y gauchesca en calidad de donación.

Hubo dos figuras en torno a las cuales Ronco logró fusionar dos de sus pasiones: la literatura y el coleccionismo: El Quijote de la Mancha y El Martín Fierro. Su predilección por estas dos obras maestras, en combinación con su amor por coleccionar objetos, lo llevaron a buscar y adquirir las más diversas versiones de ambos libros, al punto de ser esta hoy en día la mayor colección de libros del Quijote fuera de España. Este hecho es el fundamento principal para que Azul ostente el título de «Ciudad Cervantina».

La casa puede ser visitada, allí uno conocerá un poco más de cómo vivía la familia Ronco en aquellos años, pudiendo visitarse el estudio, la sala de visitas, el comedor diario y hasta el patio de las camelias, llamado así por su centenaria planta.

También puede verse las obras de carpintería hechas por Ronco con sus propias manos, desde una locomotora de tren de tamaño nada despreciable (como muestra de los juguetes que él gustaba de construir en madera), como las mismas bibliotecas que albergan cientos de libros, tanto en el estudio como en la sala del Quijote y el Martín Fierro.

Pero por supuesto, lo más interesante de todo es internarse en esa enorme colección de las más raras versiones, que Chincho (quién ofició de guía con la mejor onda) se deleita en mostrar y explicar, con esmero y muchísimo cuidado (incluidos guantes para tocar las obras más importantes).

La colección cervantina, sin ir más lejos, cuenta con más de 350 ediciones, que corresponden a unos 1200 volúmenes. Entre ellos, uno se puede encontrar las más extrañas adquisiciones, como ser libros miniatura del Quijote, aptos para su lectura solo con lupa.

Aunque algunos apasionados por la obra de Cervantes intentarán leerlo sin más!

Y otras versiones curiosas como las traducciones a diversos idiomas, como el inglés, francés y alemán, pero que incluyen hasta japonés (certificado en una visita por un alumno de un colegio de Bella Vista con ascendencia japonesa, según nos contó Chincho), hebreo y gótico. Hay libros ilustrados por personajes como el mismísimo Salvador Dalí, de cuyos dibujos dejo registro en este post.

Y libros que pertenecieron a la Reina María Cristina de España, quien fuera la cuarta esposa de Fernando VII.

Pero quizá las piezas más valiosas sean las que se ven en el estudio, debajo de sendas vitrinas, apenas uno comienza la visita. Se trata de dos de las versiones más antiguas del mundo del Quijote de la Mancha, que hoy descansan en Azul. En primer lugar está la primera traducción al inglés, realizada por Thomas Shelton en 1645, y que llegó hasta estas lejanas latitudes como obsequio del escritor británico Julian Barnes en 2008, luego de haber visitado el lugar.

Y por otro lado está la versión editada por Enrico y Cornelio Verdussen, en Amberes, en el año 1697.

En la misma sala, denominada Del Quijote y el Martín Fierro, conviven también las obras gauchescas más variadas, que no se quedan atrás y le hacen competencia a las letras españolas. Entre ellas destaca la primera versión de la Primera Parte del Martín Fierro, de 1872, con correcciones de puño y letra del autor, entre otras como las que fueron encuadernados por las manos de la mismísima Santa, que de esta manera se acoplaba a los hobbies de su marido.

También del Martín Fierro hay ediciones en otros idiomas, versiones originales y hasta un vocabulario gauchesco. Pero quizá la versión más curiosa de la colección sea una del Quijote, la que lo traduce al lunfardo.

Para finalizar, Chincho nos habla de Santa, quién también era coleccionista como su marido, pero no de libros. Ella se dedicaba a los abanicos, las cajas de fósforos y las botellitas. Y a juzgar por el tesoro que apareció cuando Chincho abrió orgulloso el mueble donde las esconden, algunas botellitas eran más que intersantes!

Ubicada en San Martín al 362, en pleno centro de Azul, la Casa Ronco es un lugar que todo amante de las letras disfrutará conocer. Ya de sólo entrar y ver esas bibliotecas repletas de libros hace que a uno se le corte la respiración. Si a eso sumamos lo cordial y apasionado de los anfitriones, la atención que te brindan y el tiempo que dedican a explicarte cada detalle y a responderte cada pregunta, esta casa museo se convierte en un verdadero imperdible de Azul. En su web, todos los detalles, incluidos los datos para contactarse.

No hay otra; si pasás por al Ciudad Cervantina, tenés que pasar por Casa Ronco.

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