Dentro de la excursión que hicimos a las ruinas de Chichén Itzá se incluía la propuesta de conocer esta ciudad de estilo colonial, en la cual nos detendríamos para almorzar y disfrutar de algo de tiempo libre para conocerla. Sin embargo, momentos después de terminar de comer, el clima no nos permitió recorrerla como hubiésemos querido: la lluvia se volvió intensa y nos obligó a refugiarnos, al mismo tiempo que el micro organizó el regreso antes del horario planeado, pero con todos los pasajeros bajo techo.
Sin embargo, el aguacero no evitó que pudiéramos admirar un poco de esta muy bonita ciudad con claros rasgos coloniales, tanto desde arriba del micro como con lo poco que pudimos caminar hasta el Parque Francisco Cantón Rosado, que oficia de plaza principal y cuyos árboles (sumados a los paraguas que nos compartió un grupo de turistas europeos cuando la cosa se puso difícil), nos sirvieron de refugio momentáneo hasta la llegada del micro.
Si bien está entre rejas desde el año 1900 (algo extraño ya que no lo vi como usual en México), el parque es muy lindo y está presidido por la fuente «La Mestiza» que es un homenaje a la mujer yucateca, producto de la fusión de las culturas maya y española.
Frente al parque se encuentra la Iglesia de San Gervasio que construida en marzo de 1545 cuenta con tanta historia como la ciudad misma. Es que el edificio que se puede contemplar hoy en día no es el mismo que se levantó en el siglo XVI, el cual fue prácticamente destruido en 1705 por orden del obispo Don Pedro de los Reyes Rios en respuesta a la profanación del templo por parte de las autoridades civiles en el hecho conocido como «El crimen de los alcaldes». En aquellos días el ex alcalde Osorno, que había fugado de la prisión en la que estaba detenido para acoger asilo en la iglesia, fue apresado dentro del templo sin autorización eclesiástica y posteriormente golpeado hasta morir.
Pero quizá lo más interesante de la visita a Valladolid (luego de haber conocido el Cenote Zaci que por supuesto tendrá su post exclusivo) haya sido almorzar en la Casona de Valladolid, antigua residencia colonial que alguna vez fuera propiedad del gobernador de Yucatán José Iturraldo y Traconis.
El almuerzo buffet aquí es recomendable, pero no me voy a detener en eso, sino más bien en la arquitectura antigua, los pisos de las diferentes salas y el decorado, con máscaras adornando las paredes. Y por supuesto, en la fuente retablo ubicada en el patio posterior en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, que es una enorme y hermosa pieza de arte surgida de la fusión de una fuente de cantera y talavera con los retablos que acompañan los altares de las iglesias católicas.
La obra de diez metros de altura fue producto del trabajo de diversos artistas que durante dos años la llevaron adelante en los talleres del parque Xcaret, y luego fue trasladada hasta este lugar en el año 2012.
Así finalizó nuestro muy rápido paso por Valladolid, ciudad que merece la pena ser visitada tanto por lo bonito de su estilo colonial, como por la historia que tiene detrás, siendo el lugar en el que se generó el movimiento conocido como «La Primera Chispa de la Revolución», y que culminara con la caída del gobierno del general Porfirio Díaz.
Claro que queda pendiente contante sobre el maravilloso cenote que se encuentra en esta ciudad, pero eso será tema de otro post, así que te espero aquí para compartirlo juntos!