Cuando organicé el viaje por Europa me las ingenié para meter en un itinerario bastante acotado una ciudad que quería conocer: Bruselas. Un lugar con tanta historia, capital del país del chocolate y la cerveza, y que supo hacerse lugar como centro neurálgico de la Unión Europea, no podía quedarse afuera de la recorrida. Pero como ya conté en este post, mi estadía allí quedó corta, porque una vez arribado uno se encuentra con que no sólo Bruselas es fascinante, sino que sus alrededores también. Es por eso, por falta de tiempo, que este post muestra solamente las imágenes tomadas durante una tarde de caminata por el centro de la hermosa Gante. Es muchísimo menos de lo que me hubiera gustado conocer y mostrarles; y por eso mismo la próxima vez que cruce el Atlántico Bélgica será una parada obligada, para seguir descubriéndola.
Llegamos a esta parte de Bélgica luego de pasar gran parte del día en Brujas, otra fascinante ciudad por la que hay que pasar sin falta y que ya tuvo sus posts en el blog, y eso hizo que en Gante tuviéramos poco tiempo.
La estación de tren está bastante alejada del centro, por lo que habrá que tomar el trolebus o bien, caminar unas buenas cuadras bordeando los canales. Pero bien que tales esfuerzos valdrán la pena!
A medida que nos vamos acercando, la torre del reloj comienza a verse a través de los edificios.
Gante tiene una buena cantidad de canales navegables, por lo que se ve que trasladarse por agua es algo bastante habitual en esta ciudad.
Eso no quita por supuesto que la mayoría opten por la bicicleta (para lo cual tienen bien dispuestas las bicisendas y mejor que no te distraigas y camines por ellas sin darte cuenta porque no van a mostrar muchas intenciones de frenar), o bien por el auto.
¡Aunque algunas calles se compliquen!
La ciudad de Gante es la capital de la provincia de Flandes Oriental y fue hogar de Juana la Loca y su marido, Felipe el Hermoso. La construcción medieval lo retrotrae a uno a esas lejanas épocas, teniendo su punto cúlmine en el Castillo de los Condes, aún rodeado por un foso de agua considerado como uno de los más grandes del mundo.
Construido por Felipe de Alsacia sobre las bases de uno anterior, el Castillo de los Condes se encuentra en pleno centro de la ciudad y es uno de los principales atractivos turísticos ya que puede ser visitado. Pero claro, nosotros habíamos llegado a última hora de la tarde y para ese momento ya estaba cerrado, por lo cual me tuve que conformar con fotografiarlo desde afuera.
Imaginen la bronca que mastiqué cuando me enteré que en su interior uno puede acceder durante la visita a una sala donde se exponen armas e instrumentos de tortura, de uso tan común en aquellas remotas épocas… Volveré, en horario, eso es seguro. Y luego de la visita cruzaré la calle para tomarme una buena cerveza belga en los bares frente al castillo.
Igualmente, con estos paisajes urbanos cualquier malhumor dura poco.
Al costado de los canales, los jóvenes lugareños aprovechan la tarde veraniega para sentarse en la orilla a charlar y pasar el rato. Si fuera en Argentina, esta foto estaría plagada de termos y mates, como corresponde.
La tarde va cayendo, y algunos edificios de Gante comienzan a iluminarse.
En medio de la tranquilidad el sonido de un piano nos llama la atención. Nos acercamos al canal para descubrir un coro cantando en medio de la calle, como para cerrar nuestra recorrida belga de la forma más divertida.
Entre el canto de las chicas y la vista de la ciudad, uno queda hipnotizado y lo que menos quiere es subirse al tren para volver.
Pero cae el atardecer y se hace hora de volver. Habrá que decidir, una vez más, si caminar o subirnos al trole.
Así, muy a nuestro pesar, dejamos atrás el centro de Gante para volver a Bruselas.
Un lugar que hay que ir a conocer. Y cuando lo hagas, andá con tiempo!