La semana pasada les conté sobre el Castillo de Montjuïc en el post que pueden ver haciendo click aquí, sobre su historia y cómo se utilizó la fortaleza durante años para reprimir salvajemente las protestas del pueblo de Barcelona. Hoy los invito a recorrer el castillo en fotos, conocer su interior y sus vistas, y así entender también la importancia estratégica del punto donde está emplazado.
Ya dando un rodeo por el exterior del castillo podremos notar el armamento con el que, en teoría, defendía la ciudad.
Hoy en día el castillo funciona como museo y es visitado por miles de turistas que pasean por Barcelona.
Desde el exterior se puede apreciar lo hermoso y cuidado de los jardines que se alzan en el foso que lo rodea.
Y lentamente vamos enfilando hacia el puente de ingreso para cruzar el foso perimetral.
Al entrar, el camino se bifurca y habrá que elegir hacia dónde ir.
En el patio central uno se siente seguro, rodeado por las murallas, y cuidado desde la torre del vigía que se alza en la terraza.
Desde allí se tiene acceso a las salas del museo donde se pueden observar muestras temporales, o cuestiones relacionadas con el castillo y su historia, como esta maqueta.
Subiendo por una especie de túnel se accede a la terraza.
Muy amplia, la terraza ofrece vistas hacia los cuatro flancos.
La vista de la ciudad de Barcelona desde el castillo es impresionante.
Desde allí incluso puede observarse claramente el símbolo por excelencia de la ciudad: la Sagrada Familia, que ya visitamos en este post que pueden ver haciendo click aquí.
Hacia el otro lado, la vista no es menos espectacular. En lugar de la ciudad, se divisa claramente el Mar Mediterráneo.
Por supuesto, importantísimo a nivel estratégico, desde el castillo se puede controlar perfectamente el movimiento del puerto.
O bombardearlo, de ser necesario…
La artillería está diseminada por toda la terraza del castillo.
Y sí, agachate que disparo!
Incluso hay cañones que son un poquito más grandes, aunque este está emplazado abajo, en el exterior.
Por suerte, hoy en día son puro adorno (creo) y aunque apunten hacia el puerto, los turistas que llegan en los cruceros no tienen por qué temer.
Tampoco los dueños de estos lujosos yates que pueden verse desde el castillo.
Pero la verdad que ya nos estamos dedicando demasiado al agua, cuando en realidad nuestra pasión está mirando hacia arriba, hacia el cielo.
Es habitual ver pasar aviones a baja altura muy cerca del castillo. Es que muy cerca del mismo se encuentra el Aeropuerto Internacional de Barcelona, y las aeronaves pasan por allí en final corta para aterrizar. Un poco de zoom, y así vemos las pistas desde la terraza del Montjuïc.
Claro que los pájaros de metal no son las únicas aves que pasan por allí…
Así como observa esta gaviota, en otras épocas el vigía controlaría todos los movimientos en los alrededores desde la torre del castillo.
La torre fue reconstruída según la nueva configuración del castillo durante la década de 1770, lo que provocò que dejara de ser ideal para el cálculo de la hora solar. Por eso se decidió dotarla de dos relojes solares: uno que daba la hora de la mañana, y otro de la tarde.
Un dato muy interesante es que esta torre fue utilizada por el astrónomo francés Pierre Méchain para marcar las coordenadas geográficas de Barcelona entre 1792 y 1793, y con esto ayudó a medir el arco del meridiano de Dunkerque, cuyas dimensiones servirían luego de base para calcular la medida del metro, sobre el que se basa el actual sistema métrico decimal.
Emprendiendo ya el regreso, luego de haber recorrido la fortaleza de Barcelona, vamos buscando el túnel de salida.
Nos disponemos a atravesar en enorme portón de acceso para volver al exterior.
Pero antes de hacerlo volvemos la mirada hacia atrás.
Ya afuera, recorremos los alrededores del castillo para ver de cerca la operación de carga y descarga del buque Ro-Ro de Grimaldi.
Y así, finalmente nos alejamos del castillo, como este buque que navega tranquilamente por el Mediterráneo.
El Castillo de Montjuïc es una excelente opción para visitar cuando estén por Barcelona. Plenamente recomendable. Espero que puedan ir en algún momento, y que les fascine tanto como a mi.