Una de las actividades que se pueden hacer en la Estancia Harberton (de la que ya te hablé en este otro post), es visitar el Museo de Aves y Mamíferos Australes Acatushun, que está dentro de las instalaciones de la propia estancia, incluso antes de llegar al casco principal.
El museo debe su nombre al vocablo indígena con que los yámanas nativos se referían a la bahía Harberton, y funciona desde marzo de 2001 promoviendo la investigación biológica y patológica de mamíferos marinos de la zona.
Hasta el momento de su muerte, en tiempos recientes, la institución estaba dirigida por Natalie Goodall, una norteamericana de Ohio que se convertiría en la esposa del administrador de la estancia. Resulta ser que seducida por lo leido en «El Último Confín del Mundo», el libro donde su fundador cuenta la historia de la Estancia Harberton, Natalie llegó como turista y convivió con la familia por tres meses. Tiempo suficiente para enamorarse del hijo del dueño y decidir quedarse para siempre.
Biologa de profesión, Natalie comenzó a coleccionar esqueletos de animales muertos, hasta que unos visitantes llegados de Londres le hicieron ver que de uno de los especímenes del que ella tenía unos 30 ejemplares, sólo había dos en Londres y otro más en Buenos Aires. Con esto Natalie se decidió a comenzar la colección, en un lugar propicio para tal fin, ya que Tierra del Fuego tiene una corriente alrededor que gira y trae los animales muertos a la costa; además de presentar mareas con cambios repentinos que pueden llegar a dejar al descubierto hasta 9 kilómetros de costa mar adentro, sorprendiendo a los animales y dejándolos varados. Ni hablar del frío que ayuda a su conservación como en ningún otro lugar.
Hoy en día en el museo se exhiben principalmente esqueletos de pequeños cetáceos, entre la que destaca la «falsa orca» con sus dientes afilados, lobos marinos, focas, y algunas aves. Algunos de ellos están colocados sobre las paredes, como si estuvieran nadando, y contra la silueta del animal dibujada en la pared para que uno se de una mejor idea; mientras que los esqueletos más grandes están colocados en el exterior, sobre el suelo a la intemperie, a un costado del edificio del museo.
Además del museo en sí, en las instalaciones funciona un laboratorio dedicado especialmente al Proyecto AMMA (Aves y Mamímeros Marinos Australes), el cual se basa en el estudio de los animales muertos encontrados en las playas, y ocasionalmente en el avistamiento de animales vivos.
El museo es realmente pequeño, y la visita cuenta con un guía que te explica y se hace muy rápido. En sí, si fuera exclusivamente para visitar el museo en una zona tan alejada de la ciudad se complicaría un poco, pero siendo un anexo a la visita a la estancia está bueno conocerlo y enterarse un poco en qué se trabaja allí.
Según la información publicada en la web, el museo puede visitarse de octubre a abril, entre las 10 y las 19 horas. Se puede ir en auto como hicimos nosotros, o sino contratar alguna de las excursiones, como la navegación que incluye la estancia y, por supuesto, el museo.
Espero que cuando andes por el fin del mundo puedas aprovecharlo!