Volando a Amsterdam en el B777 de KLM.

Mis últimas vacaciones comenzaron a bordo del vuelo KL702 que, operado por el B777-300 matrícula PH-BVP, me hizo cruzar el Atlántico hasta el viejo continente. Con apenas 6 meses de antigüedad, este avión es de los más nuevos de la flota y eso se nota porque el interior está impecable.

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Llegué a Ezeiza con tiempo y me acerqué a las terminales de autoservicio de la Termical C donde opera KLM para imprimir mi boarding pass. Ya había hecho el check in online en casa, pero me había quedado pendiente el vuelo de conexión a Madrid, que era operado por Air Europa. Desde la máquina pude imprimir ambos boardings, y enseguida me dirigí hacia los mostradores para despachar el equipaje, donde el personal de la aerolínea me confirmó la buena noticia de que mi valija la retiraba en Madrid directamente.

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Antes de entrar al área de embarque pasé por el mostrador de aduana para declarar la cámara réflex y el lente que me estaba llevando al viaje. Esta declaración es necesaria para no tener problemas luego al regreso, comprobando así que nos la llevamos desde Argentina y que no es un artículo nuevo por el que debamos pagar el arancel de importación al regreso. Normalmente adelanto el trámite por internet, pero esta vez la web de AFIP no estaba funcionando así que el guarda de aduana tuvo que hacer todo a mano.

El abordaje fue por el gate «antispotter» 18, donde el avión queda estacionado detrás del free shop por lo que conseguir una foto potable de su fuselaje completo resulta prácticamente imposible. Igualmente no tuve mucho tiempo para quejarme porque siendo que volaba en uno de los últimos asientos del avión, fui uno de los primeros en subir.

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El B777-300 PH-BVP de KLM en el Gate 18, ubicado atrás del free shop.

El vuelo iba lleno, pero eso no impidió que disfrutara de volar en ventanilla con el asiento del medio vacío. Mi vecino de asiento aparentemente era muy amigo del jefe de abordo y pasaron buena parte del embarque charlando en un idioma que no reconocí. Una vez que el abordaje finalizó, el TCP lo hizo cambiar de asiento a uno libre que había en la fila central sobre el pasillo, y en consecuencia me di el lujo de volar mucho más cómodo.

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Los hangares de Aerolíneas Argentinas y el sector de Chivatos, vistos desde el aire.

Minutos después despegamos por pista 35, lo que me permitió tener algunas vistas privilegiadas de la Autopista Ricchieri, el aeropuerto y los hangares de Aerolíneas y Chivatos desde el aire.

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Barrio Uno y Autopista Ricchieri, vistos desde el aire. Más atrás, el Aeropuerto de Ezeiza con sus dos pistas.

Durante los primeros minutos del vuelo me dediqué a disfrutar de la vista, y luego comencé a explorar el sistema de entretenimiento, donde me encontré con una serie de videos «desde el cockpit». Los mismos pilotos de KLM te muestran allí diferentes cuestiones relativas al vuelo, como ser el funcionamiento del piloto automático, o un aterrizaje en el inmenso Jumbo B747 en el pequeño y famoso aeropuerto de Saint Martin. Obviamente me los devoré uno atrás de otro hasta terminarlos.

cockpit-videosComo siempre, el menú de KLM vino super completo. Para la cena pedí la opción de carne, que venía con puré y una ensalada de aceitunas a modo de entrada.

comidaLuego de la cena, y teniendo en mente este post de Floxie sobre el síndrome de la clase turista (que recomiendo leer atentamente), le pedí permiso a mi compañero de fila y salí a estirar las piernas caminando un poco por la cabina del avión. En el galley del medio, donde ya estaba todo listo para que uno se sirviera algo dulce o para tomar, me crucé con los TCP que iban ofreciendo el duty free en vuelo, y que por supuesto con el muy buen humor que caracteriza a la gente de KLM quisieron venderme algo; lo que fuera. Quedé en que si estaban en mi vuelo de regreso a Buenos Aires les compraba algo, pero ellos estimaron que volver a Argentina tan pronto era bastante improbable.

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Durante la noche, en el galley la tripulación deja listos dulces y bebidas para que los pasajeros se sirvan.

En el galley trasero del B777, al final del avión, hay un buen espacio donde uno puede quedarse estirando las piernas sin molestar. Eran varios los que estábamos allí, incluyendo una pareja de alemanes que hablaban con los tripulantes, charla a la que no tardé en sumarme. La conversación se extendió bastante, hasta que las luces de la cabina se setearon en modo nocturno, momento de volver a los asientos para dormir un poco.

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Llegando a Ámsterdam.

Durante la noche la tripulación pasó ofreciendo un sándwich de jamón y queso y la tradicional galletita holandesa; y luego de eso el siguiente servicio sería el del desayuno: huevos revueltos con papas y tocino y una ensalada de frutas. Estaba claro: en ese vuelo, hambre no íbamos a pasar.

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La sombra del B777-300 de KLM sobre el campo holandés, mientras aproxima hacia el aeropuerto para aterrizar.

Llegando ya a Amsterdam KLM ofrece un servicio a los pasajeros que realizan conexión a través del sistema de entretenmimento, donde se puede acceder a la información del gate de conexión. Revisé mi caso y allí encontré que el vuelo UX1098 que debía tomar yo partía de la puerta C24.

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Antes de llegar uno accede a la información sobre puertas de conexión a través del sistema de entretenimiento.

El aterrizaje fue muy suave y tuvimos un buen rato de carreteo hasta la posición asignada. Así finalizó un excelente vuelo con KLM. A partir de allí debería correr para llegar a mi vuelo de conexión, pero eso es tema de otro post.

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