Sabiendo ya que durante mi viaje laboral a Miami iba a tener un fin de semana libre me puse a buscar cosas para hacer y lugares cercanos para visitar. En el transcurso de esta búsqueda previa por internet surgió el Museo Vizcaya, un palacio construido entre 1910 y 1922 por un excéntrico y adinerado empresario norteamericano que lo hizo ambientar como si estuviera en la Europa del siglo anterior. En definitiva, se trataba de algo absolutamente artificial que no me llamaba la atención, asi que descarté la opción.

El acceso desde el estacionamiento es a pie, aunque la rotonda indica que en su época los autos llegaban hasta acá.
Quizo el destino que el clima no acompañara y que entonces tuviera que cambiar la agenda para poder visitar los Everglades en un día sin lluvia. Ese cambio hizo que tuviera que reconsiderar el resto de la agenda y finalmente, dando un paseo por Coconut Grove, decidiera visitar el Vizcaya Museum, al que se ingresa atravesando un espeso bosque que esconde la monumental construcción hasta último momento. Y una vez que uno está ahí, no queda otra que pagar la entrada y ver qué hay allí adentro.

Vista panorámica de los jardines, muy cuidados para mantener el paisaje.
Lamentablemente las fotografías dentro del edificio están prohibidas así que no voy a poder mostrarte las habitaciones, pero tampoco hizo falta porque en el exterior me cansé de alzar la cámara y gatillar. Se trata de una enorme mansión cuyas más de 70 habitaciones están ambientadas y decoradas cada una con un estilo particular, con obras de arte especialmente seleccionadas y compradas tanto en los Estados Unidos como en Europa.

A lo largo del parque hay gran cantidad de fuentes, cada una con características diferentes.
James Deering, el creador del lugar, era un millonario que sufría de problemas de salud para los cuales los médicos le habían recomendado mudarse a un clima cálido. Así fue como se disparó la idea de construir una casa en Biscayne Bay, que finalmente terminó siendo una obra de arte en sí misma, que a su vez contiene otras en las habitaciones de sus dos pisos, distribuidas alrededor de un tremendo patio central. Uno se puede pasar realmente horas admirando lo que hay en aquellos cuartos interminables.

Vista de la Bahía de Biscayne, desde la explanada de acceso trasero de la casa, a la cual se tenía acceso desde el mar.
Pero claro, eso es sólo el comienzo, porque James se empecinó con que su mansión estuviera al lado del mar, desde el cual es incluso accesible, por lo que desde el patio central uno puede salir a una explanada desde la cual se tiene una vista increíble de la bahía, de cuyas aguas la construcción es protegida por un rompeolas diseñado como réplica de una carabela, y adornado con esculturas. Una impresionante obra de arte.

El rompeolas que protege la propiedad es la réplica de una carabela, cargada con esculturas como el resto del museo.
Desde esa explanada se tiene también acceso a las pasarelas que a cada lado se adentran hacia el mar (y que se utilizan normalmente para filmaciones y fotografías de casamientos y eventos), y por supuesto, a los increíbles jardines de la propiedad. Estos jardines son realmente enormes, cuentan con escalinatas y terrazas, y por supuesto están caracterizados por la gran cantidad de esculturas, fuentes y canales que le dan el mismo estilo recargado que uno pudo apreciar en el interior.

Los puentes se alzan sobre el agua del mar y sirven de escenario para las fotos y los videos de los novios.
La construcción de semejante palacio llevó 12 años, tanto tiempo que su ideólogo no vivió lo suficiente para ver terminada su obra. Sin embargo, esto no le impidió a James disfrutar de su propiedad, ya que desde el año 1916 en que la casa principal fue finalizada, vivía en la residencia desde fines de noviembre hasta abril. Por supuesto que no ocupaba semejante cantidad de metros cuadrados él sólo, sino que iba con su familia y amigos, e incluso solían sumarse figuras del momento, incluyendo al presidente norteamericano Warren Harding.

Una de las tantas esculturas diseminadas a lo largo de los jardines.
Hoy, Vizcaya es un museo que no sólo recibe visitas de celebridades, sino que vos también podés visitarlo. Finalmente valió la pena, y para los amantes del arte y el paisajismo y la arquitectura será seguramente un lugar fascinante en el que pasarán el día completo. Lo mismo vale para los amantes de la fotografía también.

Subiendo las escalinatas los jardines se extienden más allá, dando la sensación de que la propiedad no tiene fin.
Para revisar días, horarios y precios, nada mejor que ir a la web oficial.
Así pasó nuestra visita a este particular museo. Si te interesó y te gustaron las imágenes, no te podés perder en el post del próximo jueves, la galería de imágenes, con todas las fotos que quedaron fuera de este. ¡Allí te espero!