En las últimas tres semanas estuvimos compartiendo posts sobre el museo de trenes de Miami. Tuvimos una vista general, y luego nos adentramos en los detalles del vagón presidencial Ferdinand Magellan US No. 1, y de las locomotoras 1 y 2 de la NASA, pero en realidad eso no es todo.
Como todo museo dedicado a los fierros, el GCRM es un lugar ideal para alzar la cámara y disparar sin descanso, buscando nuevos ángulos y perspectivas, y tratando de retratar en esas imágenes lo que sucedía en esas máquinas hace años atrás, cuando estaban en servicio.
En este post, todas las fotos ferroviarias que no fueron parte de los posts anteriores. Espero que las disfrutes.
Arrancamos como debe ser, con lo que les da vida a los trenes: las locomotoras del museo.
Como apenas un detalle, a un costado, casi marginal, hay también exhibidos algunos equipos especiales, como esta autobomba.
Pero sin perder más tiempo volvemos a lo que nos convoca, y comenzamos a recorrer los trenes y sus historias.
Pronto estamos en el otro extremo del museo, ya fuera del tinglado que simula la estación terminal, y metidos en el pasto entre los trenes vacíos.
No abundan, pero por allí hay algunos vagones de carga.
Y cuando podemos subimos al interior de los vagones de pasajeros. Algunos están viejos y abandonados.
Otros están restaurados como en sus mejores días, limpios y casi listos para salir a brindar el servicio que solían.
Algunos incluso tiene baño incluido.
Cuando podemos, no perdemos la oportunidad de jugar con la cámara.
Y de mostrarte el museo desde el interior de uno de sus trenes.
En algunos casos, nos encontramos con indicaciones de seguridad.
Y por supuesto, hay una zona que es «museo en sí».
Un caso especial es el del vagón hospital, preparado para trasladar a los heridos del ejército.
Y ahora sí, vamos cerrando la visita al museo, para lo cual es fundamental tener bien inspeccionados los frenos.
Este fue el paso por el Gold Coast Railroad Museum de Miami, un lugar que si te gustan los trenes, tenés que ir a visitar, y si tenés chicos, no podés dejar de llevarlos. Y por supuesto, no olvides mirar por dónde andás al bajar.