Para visitar el Glaciar Perito Moreno hay muchas alternativas diferentes. La más común de todas es la de las pasarelas del Parque Nacional, desde las que se tiene la inmensa pared de hielo casi al alcance de la mano. Esta excursión la podés contratar en cualquier agencia de turismo, o incluso la podés hacer por tu cuenta, viajando desde El Calafate hasta el parque en transporte público.

Largas pasarelas te llevan hasta el Glaciar Perito Moreno.
En mi caso particular eso es exactamente lo que había hecho en el 2013, por lo que volver a repetir lo mismo no parecía atractivo. La intención este verano era hacer la caminata sobre el glaciar que, según nos habían comentado, por más que es cara, vale la pena. Sin embargo el tiempo no ayudaba, el único día que teníamos disponible en El Calafate estaba nublado y con amenaza de lluvia. Por suerte, el hostel Glaciar Libertador donde nos alojábamos cuenta también con agencia de turismo, y estaban ofreciendo una excursión alternativa.

El ripio de la RP 15, camino alternativo hacia el glaciar, y lleno de historia trágica.
El día comenzó muy temprano, tanto que nos habíamos preparado un desayuno para degustar en el viaje, además de la vianda, ya que el paseo es de todo el día pero no incluye almuerzo, con lo cual, o lo llevás vos, o lo compras en el parque a quién sabe qué precio. A bordo del micro salimos entonces de El Calafate con dirección al glaciar, pero transitando una ruta diferente a la habitual: íbamos por la RP 15, de ripio, y sobre la cual paramos un momento para hacer unas fotos del lago desde otra perspectiva.

A lo lejos, detrás de la estepa patagónica, el lago y las montañas vistos desde la ruta de ripio.
Este camino pasa también por la puerta de la Estancia Anita, inmortalizada en la película «La Patagonia Rebelde» basada en el libro de Osvaldo Bayer, y que fuera en la década del 20 escenario de la matanza de cientos de obreros rurales que se habían levantado en huelga. Los patrones de la estancia no estaban cumpliendo los convenios firmados y las tropas de Buenos Aires terminaron con la medida de fuerza de la forma más drástica: en el galpón de esquila que aún puede verse desde la ruta, fusilaron a los huelguistas. Frente a la estancia, un monumento recuerda los tristes sucesos.

«Memoria, Verdad y Justicia». Los tres monolitos te gritan frente a la entrada de la Estancia Anita.

En memoria a los mártires, el monumento con las banderas de las nacionalidades de los fusilados.
El micro sigue su camino sin inmutarse por la historia, pero Daniela, nuestra guía, se encarga de hacer un paréntesis en la explicación turística para recordar a los mártires y que cada viajero presente en esa excursión se entere de lo que alguna vez sucedió en ese lugar. Luego sí, volveremos al «modo turista on» bajo el cual pararemos en una granja donde se podrán aprovechar los baños, tomar un café, o simplemente compartir un momento con los animales que se mezclan entre nosotros.

El guanaco amistoso, lejos de escupirnos, se mezcla entre la gente en busca de comida.
Algunos incluso se ponen un poco melosos, como este guanaco domesticado que parece reconocer al chofer de nuestro micro.

Con el chofer de nuestro micro ya tiene una relación mucho más estrecha.
Lo más atractivo de la excursión alternativa era una caminata de alrededor de una hora por la orilla del lago, pero una vez más, el tiempo no ayudaría. Si bien ya no llovía, durante la madrugada la costa se había mojado mucho y estaba resbalosa, razón por la que Daniela prefirió no arriesgar la integridad de ningún pasajero y canceló la caminata. En lugar de eso, visitaríamos las pasarelas del glaciar, pero al revés. En lugar de ir al mirador habitual, nos dirigiríamos al estacionamiento «de abajo», y desde allí comenzaríamos a subir por las pasarelas, que son muchas y largas, hasta el lugar donde se arma el puente que cuando cede crea uno de los espectáculos más estremecedores de la naturaleza: la ruptura del Perito Moreno.

La lengua del Perito Moreno posada sobre la costa. Luego se formará el tunel y al final el puente cairá.
Claro que antes de eso, pagamos la entrada al parque, que para los argentinos es de $160, y paramos en el primer mirador, desde el que se ve la imponente pared de hielo desde lejos. En ese momento comenzaba a llover con fuerza y en esta foto, tomada desde ese mirador, se puede ver lo que fue el día que nos tocó.

El glaciar es una barrera de hielo en el lago. Vista desde el primer mirador en un día de lluvia.
El paseo por las pasarelas en sí comienza en la confitería, desde la cual se tiene una vista impactante del glaciar.

La confitería del «estacionamiento de abajo» ofrece una vista privilegiada del glaciar.
Luego comenzamos a caminar por las estructuras metálicas, parando a sacar fotos cada dos metros: todas las vistas del glaciar son fotos casi perfectas, y a medida que te vas acercando se hacen cada vez más imponentes.

Inicio de la caminata por las pasarelas. El cartel contiene indicaciones que hay que cumplir.
A modo de referencia de precios, la excursión alternativa salía $640 por persona, pero nosotros contratamos las últimas plazas disponibles con una modalidad «last minute» y logramos un descuento, por lo que terminamos abonando $590 cada uno. Estos precios no incluyen ni la entrada al parque, ni la comida, ni ninguna actividad extra que quieras hacer.

Durante la caminata al lado del glaciar se pueden observar (y oir) los desprendimientos de hielo.
En las próximas semanas, te invito a pasar por Ahicito Nomás y descubrir la alternativa de navegar frente al glaciar, y disfrutar de la galería de fotos completa del Perito Moreno. ¡No te la pierdas!