En marzo pasado me tocó volar a Chile por trabajo, y una vez que me confirmaron las fechas del viaje pude revisar los vuelos disponibles y elegir el más acorde. Si bien podría haber elegido uno más temprano para no llegar tan tarde, eso hubiera supuesto cortar el día por la mitad y no aprovechar gran cosa ni en Buenos Aires ni en Santiago, pero por sobre todas las cosas, significaba también perderme la oportunidad de subir nuevamente al Boeing 787. No lo dudé y opté por la salida de las 18:30 horas desde Ezeiza. En mi anterior viaje laboral a Miami con escala en Santiago había tenido la suerte de conocer la Business Class tal como te mostré en este post. Ahora era el momento de descubrir la parte trasera de este hermoso avión.
Hacer el reporte del vuelo en sí y la revisión de la cabina Economy en un mismo post hubiera sido demasiado, por la cantidad de cosas a contar y fotos a mostrar. Así que en este post hablamos del vuelo y el servicio a bordo; y mañana sale un post especial con los detalles del avión.

Mientras nuestro B878 Dreamliner levanta vuelo por RWY11, el sol se esconde en el horizonte.
Llegué al aeropuerto con las tres horas reglamentarias de anticipación e hice el check in de forma muy rápida. En el mostrador me consultaron si tenía vuelo de conexión, y siendo que así era pero no me acordaba el número del vuelo, el muchacho lo buscó en el sistema y finalmente me dió los boarding pass para ambos tramos. Todo esto a pesar de que yo pasaba la noche en Santiago y conectaba recién al día siguiente.

Uno de los que pasaron por Ezeiza mientras yo esperaba: el B737 «Banana Podrida» de Gol.
Hice migraciones y seguridad sin demoras ni inconvenientes y enseguida me encontré en el área de pre-embarque. Habiendo hecho la parte burocrática tán rápidamente, y en pleno horario laboral, me senté en uno de los bares y adelanté varias cosas laborales. Con el celular a full, luego de una extensa demora se dignaron atenderme y me trajeron una Coca… caliente. Quizá el mozo habrá notado mi cara, pero enseguida me trajo la cuenta y un vaso con hielo, sin que yo le dijera nada.

Las mesas para cargar celulares no estaban funcionando en la Terminal A de EZE. Tenés estos tomas contra el vidrio.
En poco tiempo la batería del celular bajó lo suficiente como para empezar a buscar dónde cargarlo. Antes de sentarme en el bar había recorrido casi toda la terminal en busca de los puntos de carga de baterías, encontrando que cada tanto hay dispuestas unas mesas con enchufes, pero que todas estaban inhabilitadas. Por suerte, descubrí una chica que tenía mi mismo problema y lo resolvió con unos tomas que están cada tanto sobre el ventanal que da a la pista. Ahí cargué el celular lo suficiente como para luego aprovechar el poco tiempo que restaba para spottear un poco y encontrarme con el «Banana Podrida» de Gol, y con la elegante Reina de los Cielos de Lufthansa.

La Reina de Lufthansa, cargando la comida para los pasajeros que cruzaban hasta Frankfurt, también presente.
Finalmente vi carretear por plataforma la inconfundible silueta del B787 con los colores de Lan que para mi sorpresa giró hacia la terminal y estacionó a metros de donde yo estaba. Como había hecho el check in tan temprano mi boarding no indicaba puerta alguna, ya que aún no estaba asignada. La aparición del Dreamliner me ahorró el trabajo de tener que buscar el gate correcto por las pantallas de información.

Hace su aparición la estrella del post: El Boeing 787 Dreamliner de Lan, que resultaría ser el BGH, el último entregado.
Estaba guardando el celular después de la sesión de fotos obligadas al avión que me llevaría, cuando vi algo que hizo que «no me alcanzaran las manos» para volver a sacarlo, setear la cámara y disparar. Muy tranquilamente, por detrás del B787 estacionado en el gate, taxeaba un C-17 Globemaster de la Fuerza Aérea de Estados Unidos; uno de los cinco que habían quedado en el país a la espera de la visita del presidente Obama.

El 787 pierde protagonismo cuando, por detrás de él, pasa taxeando uno de los C-17 Globemaster que trajo Obama.
Feliz con esa captura, abordé el avión y me senté en el asiento asignado, que por supuesto era ventanilla. Desde allí pude disfrutar el despegue, y grabar este video que tiene su instante de emoción adicional cuando, en plena carrera de despegue, cruzamos la ex pista 05-23 donde estaban estacionados todos los C-17 Globemaster.
El despegue se dió con media hora de demora por la pista 11, lo que me permitió unas buenas vistas de la Autopista Ezeza – Cañuelas y la zona de Canning.

En el aire. Cruzamos la autopista y viramos levemente a la derecha con dirección a El Patio de Canning.
Y a @PabloK75, que estaba enterado de mi partida, le permitió ver cómo lo saludaba desde la ventanilla al pasar sobre El Patio.
El servicio abordo de la gente de Lan fue, como de costumbre, excelente. El snack no tenía opciones y contaba de un sandwich de jamón y queso y un Bon o Bon de postre, que es todo un detalle, pero en definitiva, habiendo conocido lo que se sirve en Business, el sandwichito tiene gusto a poco. Para acompañar me pedí un café con crema y un jugo de naranja.

El servicio de Economy es apenas un snack, incomparable con la cena que se sirve en Business de ese mismo vuelo.
El vuelo hasta Santiago es muy corto, por lo que jugué un poco con el sistema de entretenimiento como para conocerlo un poco más, pero sin elegir al principio nada en particular. Finalmente opté por escuchar algo de música, mientras aprovechaba el tiempo para leer un libro que me había llevado.
Avanzado el vuelo, el comandante anunció que estábamos próximos al cruce de coordillera, por lo que las TCP se apresuraron a ordenar la cabina y guardar los carritos del servicio. Por el horario, la ventanilla lo único que mostraba era oscuridad, y momentos después ya estábamos aproximando al aeropuerto para un muy suave aterrizaje.
En migraciones hice los trámites muy rápidamente presentando únicamente el DNI tarjeta que venía con la versión DNI librito celeste (o sea no el último). La agente de la PDI me consultó si era la primera vez que entraba a Chile, lo que me sorprendió porque pasé varias vacaciones en el país trasandino. Luego de buscar un momento encontró mis entradas anteriores en el sistema, y me autorizó ésta entregándome una boleta de migraciones que luego debería presentar al salir.

La cabina Economy del B787, en plena operación de desembarque de los pasajeros, como adelanto del próximo post.
Luego de migraciones se recolecta el equipaje despachado y se pasa por los scanners, donde hay personal tanto de aduana como de sanidad. Allí se entrega obligatoriamente el formulario de aduanas que te dan para llenar en el avión. Por mi parte, sin mayores novedades ni contratiempos, seguí mi caminata hasta la salida a la zona pública, donde el transporte contratado por la empresa me esperaba con un cartelito para llevarme hasta el hotel.
Del tremendo hotel en que pasé la noche en Santiago hablaremos próximamente. Lo mismo que de los detalles del B787, que salen en el post de mañana. ¡No te lo pierdas!