Alojarse durante una semana completa en un hostel es algo poco usual ya que en general este estilo de viajes se trata de pasar un par de días en cada punto del itinerario y seguir viaje, pero en esta visita a Ushuaia, conociendo ya sus atractivos, la idea era hacer los pendientes que me habían quedado del viaje anterior y aprovechar al máximo todo lo que la ciudad más austral del mundo tiene para ofrecer, descanso vacacional incluído. Así fue como pasé siete noches alojado en el Hostel Yakush. Considerando que el excelente hostel donde me había alojado anteriormente no existe más, la nueva elección era toda una incertidumbre, pero luego de semejante estadía puedo decir que no defraudó para nada.

La puerta de entrada al hostel, cuando comenzaba a nevar.
En la esquina de Piedrabuena y Av. San martín, la ubicicación es realmente inmejorable. Está en pleno centro, donde la avenida es la calle principal, y tiene cerca todo lo que puedas necesitar: restuarantes, bares, supermercados y locales para comprar lo que necesites. Caminar por Ushuaia, como en otras ciudades coordilleranas, es un desafío por las importantes pendientes, pero llegar hasta el Yakush desde el puerto, por ejemplo, no será tan grave. La única contra que puede llegar a tener la ubicación es que el Museo del Presidio de Ushuaia (de paso casi obligado) está en la otra punta de la avenida, pero aunque algo largo, sigue siendo una distancia que se puede recorrer a pie perfectamente.

El hall de recepción, con sillones, computadora y por si alguno se anima, un piano.
Lo primordial a buscar en un hostel (como en cualquier alojamiento) es la limpieza, especialmente de los baños, y en esto el Yakush se lleva una nota excelente, a pesar de tener baños compartidos donde seguramente esta tarea se haga más difícil por el flujo de gente permanente. En Ushuaia, además, hay que pensar también en que haya buena calefacción, aún cuando te estés alojando en pleno verano. Aunque de alguna habitación recibimos comentarios de que se había apagado la estufa durante la noche, en la nuestra funcionaba tan bien que teníamos que abrir la ventana para evitar el embotamiento. La única vez que otra huesped de nuestro cuarto había apagado la estufa y al llegar era una heladera, el personal del hostel enseguida la volvió a prender y hasta nos indicaron cómo funcionaban los radiadores para que pudiéramos regularlo nosotros mismos.

El living de entrada está alejado de los cuartos y se puede utilizar para reuniones nocturnas.
Otro punto interesante es el desayuno, que en los hostels suele ser medio pelo. En Yakush no es el caso. Durante el horario de desayuno tenés disponibles café, leche, agua caliente con saquitos de té y mate cocido. Para comer hay una enorme canasta con tostadas a las que les podés untar manteca, dulce de leche o mermeladas, y además, cereales y budines, que hacen la gran diferencia al estar incluidos en la tarifa. El punto flojo del desayuno es el jugo de naranja que se siente muy artificial, pero dejando de lado este detalle, uno de los mejores desayunos que yo haya probado en un hostel.

El comedor es un lugar de encuentro desde cuyas ventanas se puede apreciar el Canal de Beagle.
Si uno quiere prepararse la comida uno mismo, la cocina está muy bien equipada y permanece abierta hasta las 23 horas. Habrá que estar atentos a esto, porque en Ushuaia oscurece muy tarde durante el verano así que los tiempos se pasan sin que uno se de cuenta. Como lugares comunes, además de la cocina cuenta también con el living de la entrada, en el que se puede estar hasta altas horas de la noche ya que está alejado de las habitaciones, el hall de recepción y un segundo living con piso de madera, en el primero piso, que también se «cierra» a la noche porque sino el ruido molestaría a las habitaciones de abajo.

La cocina tiene sus horarios picos: a las 20 llegan los europeos; después de las 21,30 los argentinos.
Los cuartos son bastante cómodos, y en los compartidos cada cama tiene su propio locker en excelente estado y buen tamaño, y con posibilidad de cerrarlo, así que a no olvidarse el candado. A la hora de elegir la cama, si podés, es recomendable la de arriba. Si no te quedó otra que dormir abajo estate atento a los movimientos, porque las camas cucheta son bastante bajitas y de lo contrario te vas a golpear la cabeza más de una vez.

El living superior es ideal para relajarse disfrutando de alguna buena lectura.
El personal del hostel es de lo más agradable, siempre dispuestos a ayudarte con cualquier inconveniente o a asesorarte sobre qué actividades hacer y qué lugares visitar. Además, algo para destacar: su coherencia y honestidad. Durantes mi estadía conocí a un italiano que estaba fascinado. Los precios son en dólares, para todos, algo que al principio me chocó por ser argentino, pero que quedó en el olvido cuando pudimos cancelar la estadía por adelantado (antes de la devaluación de diciembre) y así fijar el precio en pesos. El italiano había llegado con un saldo pendiente, y como en el interín se había devaluado, le bajaron el precio en dólares para balancear esa situación. El tipo no lo podía creer, y yo tampoco. Esa actitud de no aprovecharse del turista lamentablemente se ve muy poco en la Argentina, pero la gente del Yakush la tiene sin que nadie les haya reclamado nada. Un ejemplo de honestidad que ojalá tuvieran el resto de los empresarios argentinos, de todos los rubros. Mi agradecimiento y felicitaciones para la gente del Yakush.

El pasillo conecta el área de cuartos con el living de entrada. Habrá que atravesarlo para ir a los baños.
Desde aca les mando un abrazo a Natalia, Mercedes y Marcelo. El Yakush entra entonces en la lista de los mejores hostels que visité. Con seguridad, la próxima vez que vaya a Ushuaia los estaré llamando para hacer una nueva reserva. ¡Hasta entonces!