Una de las actividades más famosas y divertidas que se pueden hacer en la zona de Miami es subirse a un airboat y navegar por el pantano del Everglades Park en busca de avistar más de cerca la fauna salvaje del lugar, y en particular, los cocodrilos.
Ahora bien, ¿qué es en realidad un airboat? Bueno, es ese bote que seguro viste alguna vez en alguna película o documental, que se mueve por el agua motorizado por lo que pareciera ser un ventilador gigante. Básicamente, esto:
La otra particularidad del airboat es que el conductor va sentado en una silla muy elevada en la parte trasera del bote, y desde ahí lo dirige. Aquí lo podemos ver a nuestro chofer, tomado desde uno de los asientos delanteros.
El airboat es una embarcación especialmente preparada para moverse en zonas pantanosas sin enredarse con los juncos y otras variedades vegetales que proliferan en estas zonas.
Y además, lo hacen a gran velocidad, incluso derrapando de costado cuando doblan, casi como un auto de rally que encara una curva del circuito. Esto difícilmente se vea en una foto estática, pero en este video se aprecia un poco mejor.
Otra particularidad que se nota en el video es el tremendo ruido que hace el motor cuando está acelerando. Para contrarrestarlo y evitar que te quedes un poco más sordo que antes de subir, el ticket de la excursión incluye unos tapones de oído para que uses durante la travesía.
A lo largo de la ruta 41 uno va encontrando los diferentes puestos que ofrecen el paseo en airboat. En mi caso elegí el puesto Miccosukee que pertenece a la comunidad indígena de la zona, y que trabaja de 9 de la mañana a 5 de la tarde. La excursión valía USD 20 y eran unos 20 minutos de navegación dentro de los cuales se incluye la visita a una isla donde tienen una especie de quincho para sentarte a comer y tomar algo, y del cual parten unas pasarelas que arman un pequeño recorrido sobre el pantano en el que supuestamente están los cocodrilos.
Ante mi consulta la cajera me contestó que no podía garantizar que viera ningún cocodrilo ya que estos no están encerrados, pero que ese día estaban teniendo suerte y todos los grupos que partían volvían con la tan ansiada foto del alligator. Me sonó a chamullo, y a que probablemente la isla estuviera desierta no sólo de vida humana sino también de animales salvajes, pero en ese momento no queda otra opción que creer.
Así es que pagué el ticket, tomé los tapones para los oídos y esperé unos 5 minutos a que saliera el próximo grupo. La navegación fue cortita, aunque bastante divertida. Cuando llegamos a la isla, la verdad que no decía mucho, y luego de dar la vuelta por la segunda pasarela sin novedades el malhumor comenzaba a asomar, justo cuando el conductor del airboat, parado casi al final de la pasarela nos señala a un costado y nos dice «Ahí!».
Costó bastante identificar entre la vegetación lo que el ojo experimentado del que está allí cada media hora pudo ver enseguida, pero finalmente distinguimos sobre el verde de las hojas, un verde más oscuro de dos cocodrilos bebé, uno de los cuales nos miraba fijo con cara de malo.
Luego de la primera impresión de constatar que realmente lo que fuimos a buscar estaba allí, el pensamiento que se te viene a la cabeza es que no vas a conformarte con la foto de los pequeños, y que quizá alguno de los padres ande cerca. Seguimos entonces la caminata mirando con más atención el terreno pantanoso, incluido algún tronco semihundido en el agua, que en realidad no era un tronco…
Quizá estuviera echándose una siesta pero así también es como cazan a sus presas. No se conforman sólo con mimetizarse por los colores y rugosidad de su piel, sino que además esperan pacientes y acechantes debajo del agua, sin que puedas verlo si estás al nivel de la superficie, dejando sólo ojos y nariz sobre la misma.
Caminando un poco más finalmente avistamos otro espécimen que se nos acercaba desde más lejos. Son muy sigilosos al entrar al agua y acercarse hacia donde está uno, como puede verse en este otro video, lo que los hace especialmente peligrosos para sus presas.
Desde la pasarela lo tenemos a escasos centímetros de distancia y podemos apreciarlo mucho mejor.
Ahora sí estamos hechos y los dólares gastados valieron la pena. El camino de regreso en el airboat fue un poco más largo y el conductor aprovechó para hacer gala de sus dotes de timonel con algunos giros a gran velocidad que le imprimieron algo de emoción a la navegación.
Otra opción para ver cocodrilos y otra fauna silvestre es hacer alguna caminata o pasear en bicicleta por el Parque Everglades, ingresando por alguno de sus Centros de Visitantes. Claro que haciéndolo por uno mismo seguro es más barato, pero quizá te pases la tarde entera caminando sin ver nada interesante, simplemente por desconocimiento. Estos tours (que en caso de no tener auto para llegar hasta Everglades también podés contratar con traslado desde la ciudad de Miami) teóricamente te llevan a las zonas donde habitualmente están los cocodrilos, y entonces las chances de sacarles la preciada foto aumentan. Si bien terminan siendo cortitos, la experiencia vale la pena.
Con más de 80° Fahrenheit el ambiente se pone caluroso, así que es propicio tomarse un descanso y relajarse, como hace aquí en Miami el cocodrilo de la foto. Lo mismo podés hacer vos en tu casa, mientras lees los posts de Ahicito. ¡No dejes de pasar la próxima semana!