El viaje que hice recientemente a Miami fue de índole laboral pero siempre que puedo trato de aprovechar y quedarme el fin de semana o tomarme algunos días de vacaciones para recorrer y conocer un poco más el lugar al que estoy yendo. Esta vez no fue la excepción, y entonces tuve que buscarme alojamiento para el fin de semana que iba a estar por mi cuenta. Me incliné por el recomendado de un amigo: el Dorchester Hotel.

Los hoteles cuentan con puestos en la playa donde te alquilan sombrillas y reposeras.
Ubicado en Collins Avenue, en pleno South Beach, el Dorchester está cerca de todo. La famosa Lincoln Road está a apenas unas cuadras. Accesible también caminando están Española Way, una calle peatonal donde se concentran los restaurantes, y la glamorosa Ocean Drive, el centro de diversión nocturno que es el símbolo propio de Miami Beach. La playa, para algunos la principal atracción después de los shoppings, está a apenas una cuadra de distancia, y con la estadía del hotel uno tiene derecho a una sombrilla y una reposera gratis, hasta las 5 de la tarde. La ubicación, claramente, es uno de las mayores ventajas que tiene el hotel.

El Dorchester tiene una ubicación privilegiada que te permite ir a casi todos lados a pie.
El otro gran plus es el estacionamiento propio. Tan buena ubicación conlleva el problema de que sobre la Collins Ave. no se pueda estacionar, y que haya que caminar varias cuadras desde donde uno termina dejando el auto. Si bien lo de las sombrillas en la playa pareciera ser algo habitual en varios hoteles, casi ninguno en esa zona tiene estacionamiento, así que esto es un gran diferencial para el Dorchester. Claro que semejante servicio se cobra aparte: USD 29 por noche, que igualmente lo valen porque sale lo mismo o menos que los valet parkings cercanos. El problema será conseguir lugar, por lo que te recomiendo que lo reserves apenas hacés el check in.

La habitación es cómoda y bien distribuida.
El hotel en sí no tiene grandes lujos pero está muy bien. Sin ser demasiado amplias, las habitaciones son lo suficientemente cómodas como para albergar una enorme cama matrimonial, un escritorio y algún que otro mueble más. Cuenta también con piscina y gimnasio, instalaciones que no usé en mi breve estadía; y también con un bar donde todas las noches tenes un happy hour del trago que elija el barman para la ocasión, del cual tampoco puedo dar opinión porque no lo probé. De hecho al bar se lo vió siempre muy vacío así que era poco tentador pedir el happy hour.

La cama matrimonial es enorme.
La atención es muy cordial, aunque en mi caso tuvo una falla importante: tuve una demora de casi una hora para chequearme porque alguien de un hotel asociado estaba revisando mi reserva en el sistema, y aparentemente, el sistema se le colgó. El trato fue muy cálido pero la demora excesiva, más cuando había pasado toda la noche viajando y quería pegarme una ducha y salir a aprovechar el sábado libre en Miami.

Un detalle de la grifería que me llamó la atención por su diseño.
Otros puntos flojos fueron los enchufes, donde tuve que hacer malavares para lograr que el adaptador universal se conectara para cargar el celular, y las instalaciones del baño, donde la roseta de la ducha se aflojó el último día y disparaba un chorro de agua que terminaba del otro lado de la cortina. Era gracioso, pero abrías la ducha y te mojabas más afuera que adentro. También fué gracioso cómo solucioné el tema, ya que siendo la última noche quería evitar tener que depender de una solución de parte de la administración.

Arreglo casero: toalla tapando la fuga de agua.
El saldo para el Dorchester Hotel es positivo. Un lugar tranquilo en medio del movimiento pleno y constante de Miami Beach, bien ubicado y con buena limpieza. Los inconvenientes que tuvimos fueron menores y se solucionaron fácilmente, así que es una opción a tener en cuenta en tus próximas vacaciones en La Florida.
Para llegar hasta acá, y especialmente si pensás recorrer las afueras de la ciudad, será conveniente que alquiles un auto. En el post del jueves que viene te cuento los detalles de cómo fue manejar un auto por las calles norteamericanas. ¡No te lo pierdas!