Si en medio de tus vacaciones querés un día tranquilo entre tanto trekking, rafting y demás desgaste físico una buena opción es visitar el área fundacional de la ciudad. Es que Mendoza originalmente no se fundó donde hoy se encuentra su microcentro, sino hacia el lado noreste, sobre el Canal Guaymallén, hasta que en 1861 un terrible terremoto destruyó la ciudad y obligó a su reconstrucción donde hoy se emplaza.
Al área fundacional podés llegar en colectivo, con el city tour, o incluso si tenés ganas y el día está lindo lo podés hacer caminando, ya que no está tan lejos. Allí se destaca la plaza Pedro del Castillo, la original plaza principal de Mendoza, cuya fuente proveía de agua potable a toda la ciudad antes del sismo. Y frente a ella se levanta el Museo del Área Fundacional, que se trata nada más y nada menos que de un «museo de sitio arqueológico», es decir que se levanta en el mismísimo lugar donde se realizaron los hallazgos.
El museo en sí mismo tiene muchísima historia, y no por haberse tratado siempre de un lugar cultural. En ese mismo lugar se levantaba originalmente el Cabildo de Mendoza hasta que el terremoto decretó que la vida política de la ciudad se mudara. Esta zona de la ciudad pasó entonces de ser el centro de la actividad a convertirse en los suburbios, y así es que el edificio del antiguo cabildo se convirtió en el matadero… Flor de contraste, no? Finalmente, antes de transformarse en lo que hoy es, funcionó como mercado central de la ciudad. Tres destinos absolutamente disímiles a lo largo de la historia, que no podían desembocar en otra cosa que no fuera un museo que testimoniara cada una de esas épocas.
Y de hecho apenas uno entra al museo nota la superposición de esas tres actividades que se dieron en ese mismo sitio ya que en el hall de entrada lo primero que llama la atención es un sector del suelo vidriado donde esto queda expuesto. Antiguamente el nivel de la superficie era algunos metros más bajo que el actual, por lo cual las excavaciones hechas descubrieron los diferentes suelos utilizados a lo largo del tiempo en aquél lugar.
En el nivel más bajo se ve un piso de piedra que en su época era muy caro y pertenecía al Cabildo. Ese mismo piso de lujo fue en el que funcionó el matadero, constituyendo esto un verdadero despropósito. En un segundo nivel se ven baldosas mucho más modernas (de hecho son el tipo de baldosas que tiene la vereda de la casa que fuera de mi abuela incluso hoy en día), las cuales pertenecieron a la época del mercado central.

Diferentes niveles del suelo marcan diferentes épocas: la piedra corresponde al cabildo y el matadero, mientras que las baldosas fueron el suelo del mercado central.
Iniciando el recorrido por el museo lo siguiente que te encontrás es con la parte arqueológica y el estudio de la forma de vida de los Huarpes, los primeros habitantes de estas zonas cuyanas, donde se puede ver los tipos de morada que construían, los utensillos que utilizaban, e incluso hay un punto dedicado a la momia de un niño encontrada en el Cerro Aconcagua y que fuera ofrecido en sacrificio a los dioses por la muerte del Inca, en momentos donde las influencias de la civilización cuzqueña llegaban hasta estas latitudes.

Los aborígenes construían silos de barro elevados para almacenar alimentos frescos fuera del alcance de los animales salvajes.
Siguiendo con la visita luego viene el área dedicada a la época del Cabildo que coincide con los tiempos en que San Martín era gobernador de Cuyo y decide llevar adelante la campaña libertadora cruzando los Andes. En esa época el Cabildo funcionaba también como cárcel, con celdas en los subsuelos, e incluso un «muro de ajusticiamiento» que era donde se fusilaba a los presos condenados y que aún hoy en día se mantiene en pié. En este mismo lugar fue donde se ultimó a los hermanos Carrera, chilenos enemigos de San Martín y O’Higgins, y donde en particular se dió el confuso episodio del fusilamiento de José Miguel Carrera, quién en un principio fuera indultado por el gobernador de Mendoza, el Dr. Godoy Cruz, pero que sorpresivamente fue ejecutado de todas formas luego de una contraorden. Si esa decisión final fue de Godoy Cruz luego de pensarlo mejor, o si se debió en realidad a una orden llegada desde el otro lado de la coordillera donde San Martín estaba luchando por la independencia, es un completo misterio hasta el día de hoy.
Luego hay también una zona dedicada a la historia de la fundación de Mendoza, que curiosamente no la hizo Mendoza sino Pedro del Castillo. En honor a la verdad entonces, deberíamos haber visitado la ciudad de Castillo, pero como él vino por mandamiento de Mendoza y fue este último el que llevó adelante el papeleo burocrático-legal, la ciudad más importante del oeste argentino no lleva el nombre de su fundador. La historia de Graham Bell al lado de esto, es un verdadero poroto…
Ya finalizando la visita uno puede ver la historia del matadero, incluidas las canaletas por las que se hacía correr la sangre de los animales sacrificados hasta las aguas del arroyo que corre a metros del lugar, todo gracias a las excavaciones arqueológicas que están a la vista del visitante dentro del museo.
Por último hay un área exclusivamente dedicada a la comunidad Huarpe, como para adentrarse aún más en la vida de estos aborígenes en particular.
El museo resulta una visita muy interesante no solo por lo que muestra, sino por su valor histórico de haber sido el escenario de muchas de las historias que allí te cuentan. La entrada tiene un valor de $20, aunque los menores de 12 años y estudiantes pagan sólo unos curiosos $9 (no entiendo porqué no lo redondearon en $10 que es mucho más práctico). Si querés ir podés hacerlo de martes a sábados entre las 8 y las 20 hs., salvo de junio a agosto incluído, donde el horario se reduce en dos horas, desde las 9 hasta las 19. Los domingos de todo el año podés acercarte por la tarde: de 15 a 20 hs.
Así pasamos un buen rato en Museo del Área Fundacional, donde por suerte pudimos aprovechar una de las guiadas gratuitas que, si le pegás al horario, está incluida en la entrada. Y digo por suerte porque es muy diferente que alguien te explique el recorrido y te evacúe las dudas que surjan, y también porque la guía se ofreció gentilmente a cruzar la plaza y llevarnos a conocer las ruinas de San Francisco. ¡Pero esa visita queda para un próximo post!