Llegar a una ciudad por primera vez es siempre algo emocionante porque garantiza que habrá mucho por recorrer y conocer; y con un poco de suerte, mucho por hacer también. En mi caso particular este viaje a Mendoza no fue el primero, pero casi. Estuve de vacaciones en la ciudad cordillerana por un par de días hace más de diez años atrás, donde mis intereses turístico-vacacionales eran totalmente diferentes; y luego un par de veces por laburo, lo que implicaba volar de madrugada y volver por la noche del mismo día, así que esta vuelta pude redescubrir lo poco que me acordaba de Mendoza y enterarme de muchas cosas nuevas.
La mejor forma de conocer una ciudad es sin duda caminarla. Patearla de punta a punta con el mapa en el bolsillo porque los dos primeros días lo consultás en cada esquina y después ya te manejás de memoria, pero por las dudas nunca viene mal tener el machete a mano. (Claro que hoy en día con los GPS en los celulares el mapa papel quedó un poco obsoleto, pero para mi aún tiene su encanto, especialmente cuando te quedás sin batería). Mendoza, además, tiene una forma más para que la conozcas. En el Centro Cívico está ubicada la Municipalidad de Mendoza y su terraza en el piso 7 funciona como mirador, donde la guía te explica qué es lo que ves con tanto detalle que si no la grabas, no vas a poder retener todo para después armar el post…. Pero tranquilos, que recuerdo lo suficiente!
Por lo pronto quiero marcar un detalle para que si vas no te pase lo mismo: cuando averigüé en la oficina de turismo, entre las actividades para hacer en la ciudad me nombraron visitar el mirador, pero me indicaron que funcionaba de martes a domingo… Error. Yo llegué un domingo y quise aprovechar para hacer algunas fotos desde ahí, pero por supuesto que en la municipalidad no había nadie para abrirme… El horario es de lunes a viernes, en dos turnos, uno por la mañana y otro por la tarde, que recuerdo bien (de 17 a 19 hs) porque es el que tomé.
Una nota de color es que al salir al vestíbulo de la terraza te reciben las reinas de la vendimia: como todos saben, en Mendoza se festeja en marzo la Fiesta Nacional de la Vendimia, donde cada departamento postula una representante de entre las cuales se elegirá a la reina. Los retratos de cada una de ellas están allí y es lo primero que ves. Lo segundo que notás, ya una vez afuera, son las esculturas y los barriles pintados con diferentes motivos. Es que la municipalidad además cede ese espacio para distintas expresiones culturales, y en el momento en que la visitamos se había realizado una iniciativa que convocaba a artistas de todo el país para pintar barriles con una consigna: «Basta de violencia».
Allí arriba te confirman, por ejemplo, que Mendoza es una zona semi-árida y que el agua es un bien por demás preciado en aquellos pagos. Algo muy lógico y hasta obvio si uno piensa en en la posición geográfica de la provincia, contra la cordillera, pero que no deja de sorprender por la cantidad de verde que se ve al caminar por las calles de la ciudad. Todo verde «artificial», según nos explica la guía, plantado por la mano del hombre. Ninguna de las plantas y árboles que ves caminando por las calles son originarias de la zona; por el contrario, la vegetación autóctona es la que tienen en los canteros del mirador y que presentan un contraste impresionante con respecto a lo que ves 7 pisos más abajo.
De ahí vienen las famosas asequias, esas zanjas a los costados de cada calle, que son ni más ni menos que el sistema de riego que implantaron los aborígenes para llevar el agua desde las montañas hasta la ciudad de forma eficiente, y que conforman una marca registrada mendocina. Hoy en día, cientos de años después, el sistema se revela tan eficiente que a falta de uno mejor, se sigue utilizando. Y no sin sentido, porque este año, por quinto año consecutivo, la provincia está en emergencia hídrica porque las pocas nevadas del pasado invierno (única fuente de agua) no llegan a abastecer los ríos y embalses, así que los mendocinos se ven obligados a racionar el agua potable, como se pudo ver en la cantidad de ríos secos que generan los diques cerrados, y en forma más práctica, en los cortes de agua que disponen las autoridades. En mi estancia en marzo sufrí uno que resultó ser el octavo de la temporada.
Con emergencia hídrica o no, algo que también impacta es la cantidad de plazas que hay en la ciudad, cada una con sus respectiva fuente (cuando no tienen más de una). De hecho, esto se ve no sólo en Mendoza capital, sino también en las otras localidades de la provincia que visité este verano. Obviamente durante los cortes de agua no, pero a diferencia de otros lados, todas las fuentes funcionan constantemente, y algunas, incluso dan un show de agua y luces muy vistoso por la noche.
Y ya que hablamos de plazas hay que decir que también llama la atención la cantidad de estos espacios verdes, especialmente cerca del microcentro donde, además de la Plaza Independencia que es la principal, hay otras cuatro plazas más chicas en sus alrededores y a distancias equidistantes unas de otras. Esto no es sólo capricho estético del arquitecto a cargo del diseño de la ciudad, sino que es el resultado del terrible terremoto que en marzo de 1861 la destruyó, el más devastador de la historia con un saldo de más de 4000 muertos. Luego de esa experiencia la reconstrucción de la ciudad tuvo por premisa distribuir espacios abiertos donde los habitantes pudieran refugiarse en forma segura en caso de otra catástrofe.
De esta manera, el mirador puede ser una buena forma de comenzar a conocer la ciudad. La vista es de 360° y hay cartelería que te indica qué ves hacia cada punto cardinal, pero aún así yo recomiendo que hagan la charla con los guías porque pueden rescatarse muchos detalles que de otra forma uno pasaría por alto. Lo que no te podés pasar por alto son los próximos posts, donde te voy a mostrar lugares soñados que se esconden en estas montañas.